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¿La academia al margen?

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Con el docente de Sociología de la Religión Enzo Pace.

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-¿Cómo resumiría el nuevo mapa religioso europeo?

-Entre la caída del Muro de Berlín, en 1989, y el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001, el mundo ha cambiado profundamente; en particular lo ha hecho Europa, que ha visto una experiencia dramática cerca de su frontera, en los Balcanes, que cuando estalló una nueva guerra se convirtieron en una suerte de laboratorio a cielo abierto. Los advenimientos que estamos viviendo ahora lo demuestran. Nosotros no podemos vivir con diversidades religiosas, lingüísticas y culturales como era la Yugoslavia antes de la destrucción del proyecto de Tito; entonces los Balcanes son un mirador de una tendencia que se manifiesta en Europa ahora y que se puede sintetizar con una expresión que dice: "Una tierra, una lengua, una fe religiosa, un Estado nacional". En Europa tenemos un crecimiento de partidos políticos con esta idea de que Europa es una tierra con una religión -la cristiana- que ha sufrido una invasión por los extranjeros. Y entonces, después de la caída del Muro de Berlín, cuando se destruye el enemigo histórico de la Europa cristiana, el comunismo, se reemplaza este enemigo histórico por otro que es el Islam.

-¿Por la necesidad de tener un enemigo?

-En Europa hay desde hace diez años una crisis profunda, política, cultural y ahora también económica. Los líderes están muy preocupados por el crecimiento de un sentimiento de la vida cotidiana de los europeos que piensan que una sociedad con la diversidad religiosa cultural elevada no es más sostenible. Hay una correlación significativa entre la crisis económica y el crecimiento de ese sentimiento de hostilidad contra esta diversidad, entonces los líderes están preocupados en Europa por el crecimiento paralelo de partidos políticos de extrema derecha, xenófobos, con una retórica nacionalista de defensa de la ley cristiana. Hay una dificultad política de gestión de la pluralidad religiosa y cultural, y de la crisis económica. La tentación de los líderes políticos de buscar un enemigo simbólico es muy fuerte; ese enemigo es el Islam.

-Usted decía que Europa está sintiendo la invasión de religiones de inmigrantes. Pensando en las ex colonias europeas, ¿podría haber cierta devolución del proceso histórico, de decir, todo lo que tú te expandiste ahora te juega en contra?

-Exactamente. Tenemos una migración africana (proveniene de Nigeria, Ghana, Mali, Costa de Marfil) y hay una migración de iglesias cristianas pentecostales que representan una cristianidad de tercera generación: la primera era la de la colonización; la segunda, la del crecimiento de africanos independicentes de aquella religión católica protestante; la tercera es un cristianismo completamente indigenizado que no vuelve a persistir con una relación con la teología europea, entonces es un critianismo poscolonial que llega a Europa como un campo de misión. Es una paradoja de la historia. Tenemos sij, hindúes, budistas, musulmanes, una pluralidad inédita que nosotros en Europa conocemos poco; no hay una familiaridad con este tipo de diversidad religiosa. Pienso que este cristianismo poscolonial va a constituirse en un desafío para la iglesia católica, para la iglesia protestante histórica, por la religiosidad, la espiritualidad y la liturgia que presenta.

-Actualmente no es como en la Edad Media, ahora hay producción académica y científica sobre religión. ¿Cómo puede contribuir esa producción a visibilizar el proceso que se está viviendo y a minimizar esas tendencias opuestas?

-En Europa hay un problema real: no tenemos datos suficientemente confiables, tenemos estimación estadística que no presenta la realidad e investigaciones muy limitadas para comprender el modelo de religiosidad que estos nuevos inmigrantes elaboran. Tenemos 15 millones de musulmanes en Europa, pero no se sabe cuántos son realmente fieles a la oración cotidiana, cómo viven la relación con el texto sagrado. No hay recursos en las universidades para estudiar el tema, entonces no tenemos suficientes datos para analizar las dinámicas al interior del fenómeno.

-¿A qué atribuye usted que no se destinen recursos para eso?

-Hay problemas políticos. Si el Islam es nuestro enemigo vamos a tratarlo como un enemigo, como una cuestión de seguridad nacional, no como un recurso cultural que debe ser comprendido en la diferente manifestación social.

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