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Gustavo Cordera.

Foto: Javier Calvelo

La palomez al palo

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Gustavo Cordera encontró su lugar en el mundo en Rocha, y ahora compone y crea a su ritmo.

Gustavo Pelado Cordera es desde hace varios años un referente de la música argentina. Tanto como cantante de Bersuit Vergarabat como, desde hace un tiempo, en plan solista, su música ha sido siempre difícil de encasillar en un estilo determinado, mezclando diversos géneros. Radicado en Uruguay, Cordera nos concedió una entrevista con motivo de la presentación de su segundo disco como solista La caravana mágica en el festival de Un Techo Para Mi País del 26 de noviembre, junto con los locales El Congo y Pa'ntrar en Calor.

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-¿Cómo te lleva esto de ser solista y que ahora todo, o buena parte del trabajo, pase por vos?

-Es así en apariencia. En realidad, ahora estoy trabajando para delegar más y que la gente que forma parte de la banda sea más responsable de su lugar. En la época que estaba en la Bersuit, muchas decisiones, cuando no todas, las tomaba yo y cargaba con eso. Pienso que ahora los chicos de la Bersuit están haciéndose cargo de su destino, tomando fuerza, siento que están liberados de mí, rumbo a su propio crecimiento. En este momento me siento más liberado, más feliz, siento que puedo desarrollar mi energía creativa más libremente, que tengo el espacio para mi lugar como artista, para proyectarme con el arte que quiero mostrar.

-¿De qué trata La caravana mágica y cómo se organiza la banda?

-Es un disco que forma parte de una nueva etapa, más allá de mi carrera como solista, un trabajo que no tiene ningún hilo conductor evidente con lo anterior. La banda es una cooperativa integrada por siete personas, con la posibilidad casi cierta de que se incorpore un músico más. Cada uno se hace responsable del lugar que ocupa y si alguien deja de ocuparlo, lo hará otro, o nadie. El que no pone su corazón y su alma no forma parte del proyecto. Quiero gente comprometida con el arte; mientras eso ocurra, cada uno ocupará su lugar. De lo contrario, hay unos que tiran del carro y otros que se cuelgan del carro, y yo no quiero que nadie más se cuelgue de mi energía. Nadie. Estuve 25 años tirando de un carro, y a veces pasa que a las personas la comodidad les gana, y eso es muy malo; yo quiero que los que están conmigo trabajen a la par, tirando todos juntos, si no no sirve.

-Sos un artista que suele mezclar estilos y géneros musicales, dándole bastante importancia e inclusión a ritmos uruguayos. ¿Sentís la música uruguaya cercana a vos desde lo afectivo?

-Lo que pasa es que estoy viviendo en Uruguay, éste es mi lugar ahora y la música uruguaya es mi música también ahora. Adoro los músicos uruguayos, la música y el arte de este país. Hay grandes referentes en la música de acá que me sirven de inspiración o me han influenciado: todo lo que tiene que ver con la murga, el candombe... Siempre aparecen grandes artistas acá y eso no tiene que ver con que sean pocos en cuanto a la población. Es un mito: no importa cuántos son, es un tema de calidad y no de cantidad. Pienso que Uruguay es un país que tiene una cultura riquísima: mucha gente canta, pareciera que todos cantan o forman parte de proyectos artísticos de distinta envergadura. Acá hay una cultura de coros que no vi en ninguna parte de Latinoamérica, no vi en ningún lado tantos coros como acá, es impresionante. Pero además yo mido a la gente por su corazón y por el arte que dan, y en ese sentido Uruguay es una potencia.

-¿Qué cosas te sirven de disparador para escribir una canción cuando sentís que querés escribir algo?

-Cuando conecto con algo, cuando se presenta algo dentro de mí como una conexión y puja por salir, tengo que dejarlo fluir. Es como un parto, siento que tengo algo que decir y la mejor manera es dejar que salga. Hoy me gusta más componer tranquilo, con una guitarra, en algún fogón o en alguna playa perdida, en un plan intimista, sin presiones de ningún tipo, manejando mis tiempos. Si bien me sumo a cuestiones relacionadas a la compañía discográfica, notas, conciertos, giras, trato de respetar los tiempos de la creación, que son más sensibles, diseño mis días y pongo mis tiempos. Hoy hago todo a mi velocidad, si no sería como volver a caer en la mecánica y la vorágine de antes.

-¿Cómo fue para vos manejar la masividad con la que tuviste que lidiar cuando estabas en la Bersuit?

-Fue una experiencia enriquecedora y también una gran prueba, porque estuve siempre bajo presión, sobre todo en lo que tiene que ver con estar atrapado por la gran maquinaria del “rock establishment”, tocar en grandes estadios, tener que cumplir con contratos de grabación, qué sé yo... Es muy interesante igual, fue una experiencia que me mostró muchas cosas acerca de mí y de lo que me rodea, fue muy fuerte todo eso. La masividad es inmanejable, pienso que a veces puede ser la peor condena que puede tener una persona, pero igual te digo que no terminé nunca de sentirme cómodo en esa situación.

-¿En qué lugar de vos como persona y artista colocás hoy a Bersuit Vergarabat desde el punto de vista artístico e incluso afectivo?

-Yo me distancié de mis compañeros de Bersuit, me liberé de ellos y quise liberarlos; no sé lo que están haciendo o lo que les está pasando hoy. Ahora van a sacar un disco, yo lo voy a escuchar y en su momento te daré mi opinión de lo que siento, lo apreciaré como oyente desde afuera y evaluaré si me gusta o no, pero nada más que eso.

-¿Qué similitudes y diferencias encontrás entre La caravana mágica y Suelto, tu primera producción como solista?

-Entre Suelto y La caravana... hay muy poco contacto, son muy diversos y muy diferentes entre sí. Los escuchás y parecen de distintos artistas, y a mí me gusta que sea así porque cada disco es como una película, un cuadro, un libro. No tienen por qué ser iguales, son dos trabajos con personalidad propia y son aun más distintos de lo que hacía anteriormente. Creo que si vas a dar un aporte lo mejor es que sea novedoso, si no quedate con lo que hiciste que está bien. El arte es una exploración íntima, una búsqueda, un desafío, una aventura, y a mí me encanta hacer discos y canciones nuevas, es lo que más me gusta.

-¿Pensás que el artista tiene una responsabilidad o un compromiso social en cuanto se expone mostrando lo que hace y emitiendo una opinión respecto a las cosas que le preocupan?

-Sí, totalmente. Yo me siento de algún modo un provocador, y eso me gusta, siento que mi manera de formar parte del mundo tiene que ver con la transmisión, me gusta sentirme un transmisor de información, un intermediario, confiando en ese talento que tengo para ser un canal conductor por el cual transite el arte, y más específicamente la música. En cuanto al recital, por ejemplo, los chicos de Un Techo Para Mi País necesitaban cierta visualización social para seguir desarrollando el muy buen trabajo que hacen, y nosotros necesitábamos presentar el disco, así que hubo una complementación total para realizar este show, que tiene que ver con lo que preguntás en cuanto a la responsabilidad y el compromiso social de los artistas: hicimos esta sociedad para exponer los dos proyectos en conjunto y para que resuenen en un lugar y en un momento el trabajo de los chicos y nuestra presentación, proyectos que además conllevan mucha generosidad, entrega, amor.

-A vos que sos un tipo muy identificado con Buenos Aires, muy porteño, ¿qué te aporta vivir en un lugar como La Paloma?

-Otra alma, otro aire, otro hábitat, otras costumbres, otra cultura, otras posibilidades, un espacio para verme; también para, de algún modo, encontrarme a mí mismo, apartado de tanta distracción, fue un cambio radical. Sí, yo me siento muy porteño, no reniego de eso, pero ahora estoy acá desde más de cinco años atrás con mi familia, y te puedo decir que gané en tranquilidad y que es mi lugar en el mundo hoy, donde puedo expresarme con la libertad que necesitaba.

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