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El ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, ayer, en la reunión del Consejo de Desarrollo Económico y Social.

Foto: EFE, Fernando Bizerra Jr

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“Es baja la probabilidad” de devaluación del real, que desvela a exportadores uruguayos.

La incesante apreciación cambiaria que en Brasil viene registrando el real, fundamentalmente desde que la crisis global comenzó a generar la afluencia de crecientes volúmenes de dólares hacia los mercados emergentes, ha activado en el ámbito local una preocupación en ascenso de diversos agentes económicos, principalmente de las firmas exportadoras, en torno a la hipotética posibilidad de que el gigante vecino devalúe su moneda, ya que esto implicaría un fuerte golpe a la competitividad de la producción uruguaya frente a su socio comercial más importante.

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Sin embargo, expertos consultados por la diaria restaron dramatismo al tema al puntualizar que tal escenario es altamente improbable. Si bien tanto en Brasil como en Uruguay “hay preocupación por la caída del tipo de cambio”, que se verifica en ambos mercados con base en los mismos fundamentos, que el país norteño devalúe su divisa “es poco probable”, según evaluó Diego Aboal, economista del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve).

Una devaluación de un socio comercial de relevancia implica “un escenario que genera siempre impactos positivos y negativos”, contándose entre los últimos que “los exportadores se ven perjudicados” porque pierden competitividad frente a la producción del país que devalúa. Un aumento en el tipo de cambio “con impacto sobre la inflación” puede ser otra consecuencia indeseable, apuntó Aboal. Así, conviene establecer “un balanceo entre los efectos” probables “de caídas bruscas” en la relación cambiaria y una evolución que vaya “en sentido contrario”.

El especialista del Cinve entiende que Uruguay “está mejor preparado para enfrentar” un escenario de devaluación “que en 1999”, cuando ello ocurrió y los vendedores locales de productos lácteos, entre otros rubros, no sólo perdieron virtualmente ese mercado sino que además tuvieron que salir de urgencia al mundo en busca de mercados sustitutos.

En las actuales circunstancias, en cambio, “el tipo de cambio flexible” vigente en Uruguay permitiría “absorber el impacto” por la “vía de la variación de precios”, con lo cual el nivel “de actividad” económica quedaría “menos resentido” por el cambio. Recalcó que la amortiguación del impacto se procesaría “vía precios y no por la cantidades de bienes” involucrados en el intercambio bilateral. “La situación no se parece a la de 1999, es distinta y el tipo de cambio absorberá” una eventual devaluación brasileña.

El economista precisó que ante una “hipótesis” de “devaluación o de tipo de cambio en aumento” a nivel “regional, siempre” habrá afectación relativa “al alza de los precios” locales, ya que “es muy difícil aislarse” de las condiciones macroeconómicas regionales y mundiales.

En el comercio con Brasil, los lácteos y el arroz se contarían “entre los sectores exportadores” más afectados, mientras que “entre los importadores serían varios” los rubros perjudicados: “Habría un efecto más generalizado” en las compras al vecino que en las ventas, apuntó. Aboal refirió indirectamente al gobierno uruguayo, ya que en este tema, para el país lo “fundamental es la flexibilidad del sistema cambiario”, cuya elección representa “un acierto” macroeconómico de las tres últimas administraciones. “Cambiar el foco [de la política monetaria] desde el tipo de cambio hacia la inflación hace que nos preocupemos por el tema final” y no por el aspecto cambiario, “que estará absorbido”.

En cuanto a hipotéticos factores que indujeran a Brasilia a modificar su política monetaria, el especialista señaló: “No sé si hay un evento de magnitud suficiente para que Brasil cambie. Tiene una política muy seria en el manejo de las finanzas públicas y la inflación como para que tome una decisión de política económica en el sentido de una alteración del tipo de cambio. No veo factores así, al menos no abruptos”, puntualizó.

En el tema inflacionario específicamente, que tiene a la presidenta Dilma Rousseff “inmensamente preocupada”, desde la administración “de Fernando Henrique Cardoso” en adeante “la política monetaria está centrada en la estabilidad de precios”, por lo cual sería “muy raro un cambio de énfasis objetivo”, explicó Aboal.

Aclaremos

Por su parte, la coordinadora del Área de Coyuntura del Instituto de Economía, Gabriela Mordecki, coincidió con su joven colega en que “es baja la probabilidad” de una devaluación cambiaria en el gigante norteño. Sin embargo, y remitiendo al factor gubernamental local señalado por aquél, precisó que “no está bien manejar” la eventualidad devaluatoria brasileña “en esos términos, porque implica una terminología que corresponde a las anteriores situaciones de tipo de cambio fijo”, en desuso en Uruguay desde el período inmediatamente posterior a la crisis financiera de 2002. “Brasil no puede devaluar su moneda: si su gobierno deja de intervenir en el mercado [comprando dólares], el real se apreciará aun más”, explicó Mordecki, describiendo las generales de “un fenómeno bastante similar” al que se verifica en Uruguay, dado que ambos países “reciben impactos vía suba internacional de precios” y afluencia de divisas.

De ahí que “Brasil no cambiaría su política monetaria”, entre otros motivos porque “su economía está menos dolarizada que la de Uruguay, entonces recibe un impacto menor por el dólar”. No obstante, aclaró: “Por supuesto que esto lo afecta en sus exportaciones, que también están nominadas en dólares, pero se trata de un fenómeno acompañado por la suba de precios internacionales”. En cambio, “sí sufre la competencia en productos importados”, por ejemplo de China, y fundamentalmente “de bienes de capital”, constituyendo “un fenómeno diferente, que le afecta en forma importante pero no al consumo” de las familias.

En materia de precios, “tal vez Brasil ha sido mucho más rígido [que Uruguay] en el control de la inflación”, incluso a pesar de que los vecinos “ven un aumento fuerte para sus parámetros, que son mucho más exigentes”. En este mismo sentido, Brasilia “acaba de recortar su presupuesto”, en unos 30.000 millones de dólares, “para controlar la inflación, aunque debe recordarse que ha tenido problemas mucho más graves”.

Asimismo, y tal como sucedió la semana pasada con el nuevo incremento (de 11,75% a 12%) de la tasa de interés de referencia monetaria Selic, “puede preverse que seguirá aumentando”, es decir, profundizando “su política de restricción monetaria”. En este punto, los vecinos “han demostrado ser bastante pragmáticos. La seguirán subiendo en la medida en que el aumento de precios no se frene”, sobre todo considerando que su “inflación de marzo fue bastante alta”.

Además, Mordecki valoró que “la transmisión de la política monetaria” brasileña hacia el mercado interno de créditos “funciona más eficientemente” que en Uruguay, también “porque su economía no está dolarizada”, con lo que el costo del crédito es en reales. Es de esperar que Brasil disponga “más medidas adicionales en el control de capitales” para contener la caída del dólar, como el impuesto del 2% vigente desde el último trimestre de 2010. “Por ese lado sí, pero no [habrá] un cambio drástico hacia la paridad de monedas”, recalcó.

Sobre la política cambiaria local de libre flotación, que “lleva pocos años de aplicación”, obedece principalmente a “tendencias mundiales que se siguen para no quedar fuera”, explicó Mordecki, analizando que “en unos cinco años” será posible “evaluar mejor” su desempeño. No obstante, destacó, “es mucho mejor que el tipo de cambio fijo anterior”.

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