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Marcos Gómez Sancho, anoche, en la sede del Sindicato Médico del Uruguay (SMU).

Foto: Victoria Rodríguez

Buen morir

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Medicina Paliativa en Uruguay.

Atención integral a enfermos en situación terminal y a sus familiares; morir con dignidad; ética al final de la vida y duelo son los temas desarrollados durante la “Segunda semana de la medicina paliativa: promoviendo la equidad”, que finaliza hoy. La medicina paliativa nació en Gran Bretaña hace 50 años; llegó a nuestro país en la década de 1990 y actualmente se aplica en varios centros de salud. Esta segunda semana fue organizada por el servicio de Medicina Paliativa del hospital Maciel y su exponente máximo es el doctor Marcos Gómez Sancho, director de la Unidad de Medicina Paliativa del Hospital Universitario de Las Palmas de Gran Canaria (España).

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Las conferencias se dictan de mañana y de tarde, la gran mayoría en Montevideo y una de ellas fue en San José. Hoy de mañana habrá dos encuentros en el hospital Maciel y a las 19.00 será la última, en la Torre de las Comunicaciones.

Sedación

La charla de ayer de mañana fue sobre el último recurso que aplican los equipos de cuidados paliativos, "La sedación en la agonía es científica y éticamente correcta sólo cuando existen síntomas refractarios a los recursos terapéuticos disponibles y se dispone de consentimiento del paciente implícito, explícito o delegado", afirmó Gómez Sancho. Se trata de la administración de fármacos para producir una disminución de la conciencia del paciente en estado de agonía, en situación de muerte inminente que se dará en pocos días u horas para aliviar su sufrimiento físico y psicológico. Aclararon que la sedación no se administra por angustia de los familiares o de los profesionales, sino únicamente en consideración de la salud del paciente.

La concurrencia ha sobrepasado las expectativas de los organizadores. A modo de ejemplo, ayer de mañana en la charla dictada en el anfiteatro del hospital Maciel no cabía un alfiler; había muchas personas de túnica -varias con estetoscopios colgando del cuello-, estudiantes de Medicina e integrantes de diversos equipos de cuidados paliativos de ámbitos públicos y privados de todo el país. Las charlas son técnicas pero en lenguaje coloquial, cálido y sentido, enuncian desde la experiencia, la rigurosidad y el afecto.

La Organización Mundial de la Salud define los cuidados paliativos como los "apropiados para el paciente con una enfermedad avanzada y progresiva donde el control del dolor y otros síntomas, así como los aspectos psicsociales y espirituales cobran la mayor importancia". El objetivo es "lograr la mejor calidad de vida posible para el paciente y su familia".

Los cuidados paliativos fueron incluidos por el Sistema Nacional Integrado de Salud como una prestación que deben brindar los servicios de salud, públicos y privados.

"En Uruguay hay bastantes servicios desde hace bastantes años y ahora mismo estamos en un hospital que tiene que sentir el orgullo de poseer uno de los mejores servicios de cuidados paliativos de América Latina", dijo a la diaria Gómez Sancho en referencia al servicio del Maciel. Al contar que éste es su viaje número 70 a América Latina para difundir el modelo que en España se adoptó en la década de 1980, valoró: "Aunque vayamos desarrollando programas, siempre son pocos; queda mucho por hacer, pero estamos trabajando para aumentar la cobertura y para que cada vez esta atención, tan necesaria, le llegue a un mayor número de enfermos. Estoy orgulloso de estar aquí y de poner mi granito de arena para convencer a las autoridades y discutir con ellas la absoluta necesidad de dedicar más recursos a esta modalidad asistencial".

Gómez Sancho opinó que la resistencia a aplicar este modelo surge por "problemas de sensibilidad y de desconocimiento" porque incluso desde el punto de vista económico es conveniente: "Se autofinancian, porque en todos los hospitales hay 10% de enfermos terminales que están consumiendo un recurso carísimo que no necesitan, cuando además ese enfermo prefiere estar en su casa, allí se le puede cuidar igual o mejor que en el hospital y es muchísmo más barato".

Compañeros en las malas

En 2004 se creó el servicio de Medicina Paliativa del Hospital Maciel de la mano de la doctora Gabriela Píriz, quien se formó en España con Gómez Sancho. Adaptó el sistema implementado por Gómez en el hospital universitario de Las Palmas de Gran Canaria (hospital Doctor Negrín), que abarca la asistencia en domicilio.

El servicio de Medicina Paliativa del hospital Maciel es la referencia de la Administración de Servicios de Salud del Estado; por allí pasa un promedio de 500 pacientes derivados de los hospitales Maciel, Pasteur, Español y de la Mujer (Pereira Rossell), de Clínicas, del Instituto Nacional del Cáncer, de policlínicas de primer nivel de atención y de emergencias móviles privadas. El equipo está compuesto por ocho especialistas en medicina interna, dos licenciadas en enfermería, dos enfermeros y una secretaria, y se establecen interconsultas con médicos tratantes de los pacientes.

En diálogo con la diaria Píriz identificó que algunos servicios en Uruguay asisten sólo durante la internación y afirmó que este modelo “asegura la continuidad asistencial” cuando es derivado o cuando procede de su hogar.

El equipo se divide en subgrupos conformados por un médico y un enfermero, así se cubren los tres ámbitos de asistencia: salas de internación, domicilios y consultorio; además se mantiene una guardia telefónica de 24 horas para pacientes y familiares. “Nuestras principales herramientas son el trabajo en equipo, la comunicación con el paciente, su familia y el equipo asistencial tratante, así como la efectividad en el control del dolor”, según reseña el equipo en la web del Maciel.

Píriz precisó: “Nos encargamos de la parte médica de una forma estricta, usando medicamentos probados y medicina basada en la evidencia. Tenemos que ser muy rigurosos”. A la vez, la médica destacó la importancia del trato humano, de valorar psicosocialmente al paciente, trabajar con sus familias abordando cuidados del paciente y en la prevención del duelo patológico, aquel que es prolongado, no resuelto.

Identificó que la situación es un desafío también para los profesionales: “Hay que darle todo ese otro componente al que los médicos no estamos acostumbrados: a tener un trato humano, a valorar cuáles son las necesidades espirituales, a llamar a un cura si [el paciente] lo necesita, a ser capaces de acompañar un silencio, un llanto”.

Píriz especificó que adoptar el modelo implica cambios culturales para los médicos: “Saber que [los mésdicos] tienen la obligación de controlar el dolor, de acompañar a los pacientes a morir, de trabajar en equipo, de aprender de los enfermeros; no sos el médico ortodoxo detrás del escritorio que receta, sos el médico compañero del que está al lado y con quien tenés que trabajar codo a codo. Realmente es un cambio cultural”, dijo también al referirse al hecho de “morir en la casa”.

La médica comentó que por más que es un trabajo con situaciones duras, con la práctica adquieren mecanismos de defensa que son potenciados por el trabajo en equipo y subrayó: “Por sobre todas las cosas es algo muy gratificante y esa tristeza o esa pena te la compensa lo otro, ver que las familias se quedan tranquilas, que las personas se mueren -porque se nos mueren todos-, pero se mueren bien, ver que controlás el dolor en 48 horas, es muy gratificante la gratitud de los familiares, las cartas que recibimos después de que les enviamos una carta de condolencia, las muestras de cariño”.

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