"Hay dos razones fundamentales por las que hice el curso. Primero no puedo dejar de lado el interés desde el punto de vista económico. Cuando alguien se jubila prácticamente sus ingresos se reducen a la mitad, tanto es así que en el ramo de la construcción todo el personal se dedica a hacer changas para tratar de mantener el nivel de vida que tenía. Además sirve para sentirse reconocido, poder seguir haciendo las actividades que me gustan, porque en la medida que la salud me lo permita quiero seguir haciendo cosas", detalló a la diaria Alfredo, quien se jubiló con 53 años, 3 meses y algunos días de trabajo, según el Banco de Previsión Social (BPS).
"Lo que me tienta del proyecto es volver a sentirme útil, porque considero que todavía puedo ser útil para la sociedad y todo lo que aprendí puedo volcarlo en las nuevas generaciones", reflexionó Raúl, otro jubilado de la construcción que dijo con orgullo los años de trabajo que le reconocieron en el BPS: "42 años, 9 meses y 14 días sin tener un solo testigo".
El trabajo de capacitación no se desarrollará en las obras sino que será directamente en los asentamientos. El objetivo es formar a gente joven y personas mayores que carezcan de formación, y que por tanto les ha costado ingresar al mercado de trabajo. Estiman que los cursos se desarrollarán de lunes a viernes y durarán unas tres horas por día. Los docentes recibirán un ingreso por la tarea, independiente de la jubilación.
El Programa de Integración de Asentamientos Irregulares tendrá la responsabilidad de preparar el terreno para que los pensionistas puedan compartir el conocimiento. Al respecto, Ignacio Otegui, presidente de la Cámara de la Construcción, puntualizó: "nosotros somos los que preparamos a los pilotos y al avión y ellos son los que tienen que poner la pista de aterrizaje". Informaron que la tarea educativa comenzará en las próximas semanas, y que antes de fin de año se recibirán nuevos docentes, que serán más de 100 en total.
El ministro de Trabajo y Seguridad Social, Eduardo Brenta, explicó que uno de los desafíos será "formar en valores" de trabajo a los jóvenes, y transmitir "la posibilidad de avanzar en la vida en función del esfuerzo personal", además de aprender sobre el oficio. El fin último es mejorar la calidad de vida de la población en situación de vulnerabilidad.
En auge
Durante la entrega de diplomas, autoridades y empresarios coincidieron en afirmar que si bien el panorama futuro de la industria no es claro, por la situación económica que atraviesan distintos países del mundo, en Uruguay hay un auge en la construcción y seguirá en los próximos meses. Esto explica la necesidad de capacitar e incrementar la mano de obra. Según Otegui, en promedio habría que formar a unas 4.000 o 5.000 personas por año para que se desempeñen en el sector.
En cuanto a las resistencias que puedan llegar a encontrar los jubilados en los asentamientos, destacó: “nadie puede obligar a la gente a que se capacite, pero sí le podemos mostrar que pueden ser parte de un país que crece, que pueden ser parte de una sociedad que los necesita”.
Eduardo, otro jubilado que ayer recibió su certificado, se demostró despreocupado por las barreras que encuentren en los asentamientos. “Pienso que con buen tacto y manejo no va a haber problemas insalvables” comentó. Para él, los problemas muchas veces se generan porque no les dan opciones a las personas, y hay que pensar alternativas para motivar. Raúl dijo haber “visto de todo” en sus años de obras, por eso piensa que “nada va a ser muy difícil”.
El esfuerzo de los nuevos profesores será formar a los alumnos, brindándoles conocimientos, herramientas y capacidades para que puedan implementar en la práctica, y “en los casos más críticos, apoyarlos e incentivarlos para que se orienten en un trabajo, lo que puede ser el comienzo de un desarrollo de un futuro pleno”, describió Alfredo, quien valoró de igual modo la satisfacción económica de un individuo y la realización personal.