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Raúl Alberto Antonio Gieco (León Gieco). / foto: javier calvelo

Desde la esperanza

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Entre las Madres de Plaza de Mayo y Metallica, León Gieco desembarca con un nuevo disco a los 60 años.

Con el entusiasmo de un pibe de 18 años León Gieco cuenta en su visita a Montevideo los detalles sobre “El desembarco”, el disco número 47 de su carrera, en el que se rodeó de una superbanda de sesionistas estadounidenses. En este nuevo trabajo, editado en 2011, se destacan una canción homenaje a Uruguay llamada “Las cruces de Belén”, que grabó junto a Ruben Rada y Hugo Fattoruso y con los arreglos corales de Alejandro Balbis, y “8 de octubre”, un tema en el que aparece la elegante voz de Luis Alberto Spinetta, proveniente de un viejo demo que había grabado junto a León. Adelantando su show del 20 de octubre en la Noche de los Fogones de la Semana de Lavalleja, Gieco conversó con la diaria.

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-Pasaron seis años desde "Por favor, perdón y gracias". ¿Por qué demoraste tanto en volver a hacer un proyecto propio?

-Por falta de tiempo, supongo. En esos seis años hice el proyecto “Mundo alas” junto a músicos con capacidades diferentes, que derivó en una película, en 18 capítulos para el canal Encuentro, un disco, un libro y una gira. Hice tres discos que se llaman "Por partida triple" -un compilado que contiene rarezas, temas inéditos y colaboraciones con otros músicos-, e hice el disco de heavy metal "Un León D-Mente".

-¿Qué me contás de esa experiencia junto a la banda D-Mente?

-Realmente maravillosa, era un sonido que yo no tenía todavía. Nos sirvió para tocar en un montón de lados y para ser soporte de Metallica. ¡Qué te parece! Y los Metallica se interesaron, y vinieron a pedirnos para sacarnos todos una foto.

-¿Cómo fue eso?

-Robert Trujillo, el bajista, ya había grabado un tema para un disco de A.N.I.M.A.L. que era el grupo anterior de Andrés Giménez, y se ve que en la compañía le dijeron que ahora toca con una especie de Bob Dylan argentino. A los tipos les sorprendió que ese día yo haya entrado solo cantando al estadio de River. El cantante [James Hetfield] me dijo: “¡Qué huevos que hay que tener para tocar solo con un estadio lleno!”. Y tenía razón: ¡hay que pelearla ahí! Entonces se interesaron por eso y se quisieron sacar una foto. Si vas a casa ves que tengo una foto enorme con los chabones de Metallica.

-Y en abril de 2011 tocaste “Sólo le pido a Dios” invitado con U2 en el Estadio Único de La Plata. ¿Cómo se dio?

-Bono la improvisó ahí en realidad. Hace como tres años, antes del show en River, Bono había estado con el presidente Néstor Kirchner, con Hebe de Bonafini, con Estela de Carlotto -fundadoras de la asociación Madres de Plaza de Mayo- y les preguntó qué canción tenía que cantar que representara a los derechos humanos y a los argentinos y coincidieron en que hiciera “Sólo le pido a Dios”. El día del show yo pagué la entrada como cualquier hijo de vecino y en un momento estábamos con mis hijas y Bono empieza a cantar una estrofa del tema. Mal, pero la gente se dio cuenta de que era mi canción. Mis hijas estaban como locas... En 2011, cuando volvieron a tocar, yo estaba en el Chaco. Me invitaron pero no quería ir, me quería quedar en el Chaco. Me insistieron, me dijeron que me iban a dar un lugar VIP y ahí fui; “tampoco me la voy a perder ésta”, dije. Fui con mi señora al VIP, tomamos unos vinos, qué sé yo, y un rato después viene la manager, que era china, y me dice: “León, Bono te quiere conocer”. Entramos a otro VIP, ya más VIP, y llegó Bono y me dijo: “Cantemos algo juntos”. Todo esto con traductor, ¡muy bizarro! Faltaban 15 minutos para subir al escenario. A mí me bajó la presión... Porque además tenía cinco copas de vino arriba, había ido a gozar del espectáculo. Él quería tocar algún tema de John Lennon, cualquier cosa que fuera en inglés, y yo le expliqué que no canto bien inglés y que no me iba a acordar de la letra en el momento. Bono decide entonces consultarles a los músicos. Vamos al camarín -más VIP todavía-, y Bono pregunta: “Quiero cantar con él, ¿qué les parece que tenemos que cantar?”, y tampoco nos poníamos de acuerdo. Entonces le dije: “Cuchame, vos intentaste cantar una canción mía cuando viniste a River”, agarré una guitarra y le toqué el primer verso de “Sólo le pido a Dios”. “I love this song!”, exclamó. Le pasé los tonos y arrancaron con su show. Me acuerdo que la china me dijo: “¡Te arruinaron la noche!”, y me preguntaba si quería ir al baño, por ahí pensando que tenía ganas de cagar, qué sé yo. Al momento de subir agarré la viola acústica de Bono y tocamos como tres estrofas juntos y me fui a la mierda. Al día siguiente fuimos al hotel y el tipo me abrazó y me dijo “estuvo increíble”. Fue muy lindo.

-Pasemos al disco "El desembarco". ¿Por qué elegiste ese nombre?

-“El desembarco” es una canción que hice para las Madres de Plaza de Mayo porque así llamaron ellas al momento en que llegaron por primera vez a la ex ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), donde los genocidas militares argentinos torturaron y mataron a más de 5.000 personas. El lugar quedó vacío, y un día dieron la orden de entrar y las primeras en hacerlo fueron las Madres. Entonces por eso le puse así a la canción.

-Pero éste no es un disco conceptual alrededor de eso.

-No, ni el disco ni la canción. La canción habla de la resiliencia, de cómo la gente transforma en energía positiva lo negativo, que fue lo que hicieron las Madres. Lo que sí globaliza al disco son las fotos, que fueron sacadas en la ESMA, que ahora se llama Espacio para la Memoria. Y el desembarco también significa bajar después de tanto andar, desembarcar con algo. Es un nombre lindo.

-¿Cómo surgió la idea de grabar en cinta analógica tocando todos en vivo?

-Tenía las canciones y cuando llegó el momento de grabar, un uruguayo que se llama Gustavo Borner, que es un genio total que vive en Los Ángeles, me propone que grabemos de una forma antigua, como se hacía antes de los 70. Entonces lo hicimos con cinta, en vivo y quedó mucho más espontáneo. Grabar así te da la posibilidad e imposibilidad de que la banda cuando tocó, quedó. Hicimos dos versiones de cada tema y elegimos la mejor. En cambio, cuando grabás en digital tenés la posibilidad de pulir el sonido y corregir detalles. Acá no había nada que pensar, sólo tocar. Y lo curioso fue el contraste en la grabación cuando registramos a la Sinfónica de Praga: en el estudio se contó con un sistema de plug-in que hizo posible estar grabando conectados en tiempo real.

-¿Por qué elegiste a una orquesta de Praga?

-Porque él ya había grabado una vez con la orquesta y es muy barata, porque ellos tienen un precio devaluado con el dólar. Los conoce, tocan muy bien, y vamo’ arriba.

-El disco tiene la colaboración del Negro Rada, Hugo Fattoruso y Alejandro Balbis, en un tema que justamente es dedicado a Uruguay. ¿Cuál es la historia detrás de “Las cruces de Belén”?

-Es mi segundo tema en homenaje al país, el primero se llama “Uruguay, Uruguay”. Fue por casualidad. Yo quería hacer una canción con los pueblos que se llaman como militares en Argentina, porque Argentina es el país del mundo donde más pueblos se llaman como militares. Por algo será, ¿no? Entonces quería construir una canción graciosa como “Ojo con los Orozco” y pasar por todos esos pueblos. Incluso imaginé una gira que terminara en General Roca, que fue el genocida máximo que tuvimos. Y cuando bajé el mapa de internet me quedó una parte de Uruguay y me di cuenta de que había muchos pueblos que se llaman como santos. ¡Qué diferencia! Entonces hice una canción que recorre los diferentes pueblos de Uruguay con nombres santos. Y ta, ahí invité a todos.

-El teclado de Fattoruso se identifica de acá a la China...

-El teclado de Fattoruso me calcinó el bocho cuando hizo Opa. Con Charly nos levantábamos en la mañana para escucharlos, eran músicos de cabecera para nosotros. Y ese sonido que tiene él y la forma en que lo toca no lo tiene nadie. Las armonías, las escalas… Siempre le pido eso, en “Uruguay, Uruguay” le pedí “Haceme Opa”. Al Negro le dejé la percusión y algunos coros. Lo conocí cuando yo tenía 19 años. Toqué en un festival en el que estaba Psiglo con Gonzalo Farrugia y él tocó con TOTEM. ¡Cómo sonaba! Era una maravilla. Fui a saludarlos y les dije “Ustedes son unos dioses, suenan mejor que Santana”. Desde entonces tenemos una relación de amistad. Y también incluí en “Las cruces de Belén” a Alejandro Balbis, le pedí que hiciera un arreglo de murga pero con mujeres. Hizo un arreglo genial. A eso le pusimos la Sinfónica de Praga, la banda en vivo, y la percusión y los coros del Negro. Es el tema más completo, y uno de los que más me gustan.

-Hay un tema que vos habías grabado con Spinetta, ¿cómo fue esa historia?

-Cuando grabé ese tema con Spinetta, como hace cuatro años, hicimos un demo para ver qué pasaba con la canción. A él no le gustaba cómo la cantaba yo, y tiene razón porque no me quedaba bien. Yo lo hacía más rockero, él más jazzista. Flexibiliza las palabras, es un gran cantante Spinetta. Me dijo “Me encanta la canción, pero no me gusta cómo lo cantás vos, la voy a cantar yo”. El tema se llama “8 de octubre” y habla sobre la tragedia del colegio Ecos, que ocurrió el 8 de octubre de 2006 cuando estudiantes, una profesora y otras dos personas fallecieron tras el choque frontal entre el ómnibus en el que viajaban y un camión. Un día se me ocurrió grabarlo y le pido que me mande el demo que habíamos hecho y me lo manda con la voz escondida en los canales. Grabamos con la banda y le agregamos otras voces y nunca nos dimos cuenta de lo que teníamos. El que lo descubrió fue el técnico uruguayo, Borner, que nos sorprendió cuando nos mostró la mezcla hecha sólo con la voz de Spinetta. ¡Yo no lo podía creer! Pensé que se había perdido ese registro. Le mandé un mail a Spinetta y le explicé que queríamos sacar el tema con su voz, intentando convencerlo, ¿viste? Y él me escribió: “Muchachos ustedes son grandes, saben lo que tienen que hacer”. Un genio.

-Contame del reencuentro con Porsuigieco (el nombre proviene de la fusión de “Por” –Raúl Porchetto–, “Sui” –Sui Generis– y “Gieco” –León Gieco–).

-Todo eso nace por Capusotto. Él invento un personaje que se llama “El PorSuiGieco”, que es un tipo todo sucio, con el pelo muy largo, que hace 30 años vive en el Parque Rivadavia –que es donde se venden los discos truchos- tapado de revistas Pelo. El tipo empieza a gritar como loco “¡Porsuigieco! ¡Porchetto!”, entonces hay unos científicos que estudian cómo un tipo puede haber sobrevivido ahí abajo 30 años. Me cagué mucho de risa con eso. Pero me tocó una parte en mí que dijo: “Lo voy a cagar a éste, se la voy a contradecir”. Nos convocaron para grabar una canción para festejar el Bicentenario de Argentina, y entonces compuse con Porchetto el tema “Bicentenario”. Le dije a Porchetto: “Grabémosla con Porsuigieco, así jodemos a Capusotto”. Y bueno, nació como una joda. Y después de grabarla se dio algo muy lindo, que es que nos juntamos todos los jueves con Charly, Nito y Raúl a ver videos viejos. Vemos videos de los Who, de los Zeppelin, vimos la película "Déjà vu" de Crosby, Stills, Nash & Young…

-Con ellos salías a pegar afiches allá por el 74...

-Claro, me acuerdo de que en una calle estaban Raúl y Charly con una brocha y con engrudo, pegando afiches de Porsuigieco, y de la otra estábamos Nito y yo.

-¿Extrañás el sentimiento de ser amateur?

-No, no sé si lo extraño porque es imposible que vuelva a pasar eso. Imaginate verlo a Charly y a mí pegando afiches en la calle Corrientes. ¡La gente se vuelve loca! No lo extraño, fue una época que pasó, yo estoy contento con la época que me toca vivir en este momento. Estoy festejando mis 60 años, mis 42 de carrera, en este disco grabé con el baterista Jim Keltner, que es un monstruo con el que quiero tocar hace años, que tocó con Crosby, Stills, Nash y Simon & Garfunkel; Jimmy Johnson que es el bajista de James Taylor; Dean Parks, un músico increíble que tocó con Steely Dan y con Stevie Wonder; y Mark Goldenberg, que estuvo con Willie Nelson y Peter Frampton, entre otros.

-¿Te faltó algo en tu carrera?

-Me faltaría hacer unos coros con Crosby, Stills & Nash, que venga Dylan a poner una armónica y tocar con Mark Knopfler. ¡Ya que pedís! Un bajito de Paul McCartney no estaría mal tampoco.

-¿Seguís siendo un ‘salieri’ de Charly?

-Absolutamente. Andá a escucharlo ahora cuando venga y te vas a dar cuenta de que somos varios los ‘salieris’ de Charly.

-¿Quiénes son?

-Yo por lo menos…

-Y hay varios que deben levantar la mano…

-Hay varios que la levantan y varios que no, por envidia o falta de humildad, me imagino. Charly tiene una magia muy especial. Vos tocás un piano y hacés ‘tin tin tin’ y suena ‘tin tin tin’, lo toca Charly y te da piel de gallina.

-En este disco hablás de chicos buscando en la basura, o la madre pidiendo en la puerta de la iglesia. ¿Lo hacés desde la bronca o desde la esperanza?

-La cosa siempre está planteada desde la esperanza. Eso es dolor, es hipocresía. Mientras pase eso, un país no está subsanado, pero lo planteo con esperanza. No estoy viviendo una época destructiva, no estoy viviendo el menemismo -que ahí yo veía que nos íbamos a la mierda-, estoy viviendo un gobierno que mejoró mucho la Argentina. Pasamos de ser un país importador a uno exportador, es un gobierno que hizo una lucha impecable por los derechos humanos, que puso presos a más de 600 genocidas, un gobierno que se dedicó a incentivar a las empresas recuperadas por los obreros… Estoy viviendo un momento en el que hay un presidente como Mujica acá, como Dilma en Brasil, como Correa en Ecuador y como Evo en Bolivia. Estoy viviendo un momento de esperanza.

-¿Alguna vez te tentaron con entrar a la política?

-Sí, yo podría haber sido diputado nacional por la provincia de Santa Fe. Hubiera ganado y todo. Un día me llamó el intendente de Rosario, Héctor Caballero, y me dijo: “Te felicito, sos diputado nacional por la provincia de Santa Fe”. Era en la época del menemismo y entonces le dije: “Diputado las pelotas, ¿vos te pensás que voy a ir a la Casa de Gobierno a laburar con Menem y María Julia Alsogaray? ¡Querés que vomite todas las mañanas, boludo, vos estás loco! El tipo era socialista y después se pasó al menemismo. Ese es el nivel de la política en Argentina. A mí no me importaban los votos ganados. Yo soy músico, un activista político pero en el arte. No soy político y no lo voy a ser nunca. Aunque Neruda fue político, Galeano podría ser perfectamente un gran embajador de Uruguay… Pero, Galeano, si leés esto, seguí escribiendo porque te queremos mucho escribiendo.

-Se te ve muy bien. ¿Cómo hacés para mantenerte?

  • Trato de cuidarme, de no fumar mucho, de no tomar mucho alcohol, de comer sano, porque estoy de gira permanentemente. Salgo a caminar y tengo esa voluntad que tenía a los 18 años. Vengo a presentar el disco acá y hablo con vos con la misma intensidad que cuando tenía 18 años. Y tengo la humildad de seguir aprendiendo todos los días. No me creo un capo por tener 42 años de carrera, haber compuesto 400 canciones y tener 47 discos. Me hago de abajo todos los días y soy un tipo muy atento a la gente –hablo con toda la gente, firmo autógrafos–. Si yo mañana me tuviera que morir porque me agarró una enfermedad como le agarró a Osvaldo [Fattoruso] -que Dios lo tenga en la gloria y esté allá tocando con Mercedes Sosa-, tengo que agradecer todo lo que me pasó.

-Y te vas a tocar con ellos.

-Y me voy a tocar con Osvaldo.

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