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Foto: S/D autor

Fe en el rock

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Carajo habla sobre su cuarto disco, “El mar de las almas”.

Si hay algo que distingue a Carajo del resto de las bandas de rock argentino es su trasfondo espiritual, honesto, aunque para algunos sea un tanto empalagoso. Antes de viajar a Montevideo para el show de mañana en La Trastienda, Marcelo Corvata Corvalán habla sobre la madurez de esta banda que, a 12 años de su formación, alcanzó una contundencia en sus composiciones y presentaciones en vivo que la convierten en referente del hardcore punk y nü metal dentro y fuera de fronteras.

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Editar

-La banda surgió en 2000 y en 2001 ya estaba cruzando por primera vez a Uruguay, a donde volvió en 2002 y en 2003. ¿Qué recordás de esas primeras venidas y cómo era la relación con el público uruguayo?

-Gracias a los promotores de los espectáculos, que eran fans de Carajo o chicos que también tenían su banda, empezamos a venir. Cuando vinimos por primera vez la banda todavía no había explotado porque recién estábamos sacando nuestro primer disco. Íbamos muy seguido y tengo los mejores recuerdos de esas fechas, pero después se hizo más difícil volver porque la banda se volvió más exitosa. Y la relación con la gente era buenísima. Creo que el rock tiene esa cuestión de que, estés tocando en tu tierra o fuera de tu país, hay una conexión increíble entre los músicos y la gente. Siempre nos han recibido bien como lo que somos: una banda de rock pesado que además mezcla muchos estilos. Y es por eso que nuestro público es muy heterogéneo. A nosotros nos gusta eso de no estar sectorizados con un solo estilo de público, porque no somos partidarios de hacer sólo metal, punk rock ni tampoco nü metal. Tenemos un poco de todas esas cosas y la gente que viene a los toques abre su mente y se engancha con la mezcla.

-"El mar de las almas" (2010) fue definido por ustedes como su mejor disco. ¿La madurez llega después de los diez años?

-Sí, creo que es el disco mejor logrado porque agarra a la banda en uno de sus mejores momentos. Hace un poco más de diez años que estamos juntos y cuando lo grabamos había una conexión que se siente mucho en el disco, y adquirimos una contundencia en vivo que tiene que ver con la experiencia de estar juntos tanto tiempo. Cada disco fue un aprendizaje que nos llevó a perfeccionar nuestra manera de tocar y de componer.

-Cinco de los temas del disco ya son videos: “Libres”, “Ácido”, “Luna herida”, “Humildad” y “Virus anti amor”. ¿Por qué tanto énfasis en la apuesta audiovisual?

-Nos parece que los videoclips hoy en día son una herramienta muy importante, casi obligatoria para una banda de rock. Es ahí donde uno termina de experimentar toda la parte artística que tiene una canción. Más allá del sonido y la letra, creo que con las imágenes uno termina de representar la esencia de la canción, lo que quiso decir. Tratamos de seguir aportando una cuestión artística desde ese lado y la verdad es que nos ha favorecido mucho porque la banda ha tenido mucha llegada entre la gente por internet.

-El disco parece compartir varios conceptos del mensaje de la canción “Sacate la mierda”, que lanzaron en 2001. ¿Siguen con la misma bronca que tenían entonces?

-Sí, digamos que ésa es una faceta social y combativa de decir lo que sentimos que siempre está presente en Carajo, y la verdad que hasta que las cosas no mejoren esa llama nunca se va a apagar. Uno mediante el arte trata de desahogarse de toda esa cosa que se va juntando en el día a día. Entre nosotros siempre comentamos en chiste la alternativa de venirnos a vivir a Uruguay, es una opción de escape que a veces se nos plantea, porque en Argentina está todo tan mal, está tan peligrosa la calle y tan cara la vida diaria que sentís que el sistema te chupa y no da el brazo a torcer nunca. Lo decimos en chiste, pero la verdad es que ustedes como país manejan una realidad un poco más tranquila y mantienen ciertos valores como sociedad. Dan ganas de ir a cambiar un poco los aires. Cuando vamos a Uruguay nos llama la atención que las casas no estén tan enrejadas y los pibes juegan al fútbol en la calle, no se siente el miedo. Y como extrañamos esa realidad que teníamos antes en Argentina, eso nos lleva a descargarnos en las letras de algunas de nuestras canciones.

-Tampoco es un disco depresivo, tiene algún mensaje más positivo por momentos.

-Digamos que todo lo que canalizamos tiene un fin positivo, porque si no estaríamos robando o estafando… La verdad es que ser músico en este país no es una opción muy copada, tiene mucho sacrificio, mucha entrega, y es una inversión constante. Uno que nace para músico sabe lo que es subirse al escenario y tener el cariño de la gente, y termina haciendo todo por eso. Pero realmente es muy tentadora esta sociedad en la que todo el tiempo ves gente que busca la plata fácil, que se entrega a ese tipo de vida, y nosotros sabemos que ésa no es la solución, que hay algo mejor. Gracias a Dios tenemos el arte, que es un cable a tierra que nos sirve para no volvernos locos y no desesperar.

-¿Estos estados de ánimo que mencionás se ven reflejados en su música?

-Sí, sin duda, el artista muestra todo su interior en su arte. Y los discos también son momentos. Algunos representan distintas etapas de los compositores y de las bandas y van mostrando si uno está más tranquilo o está viviendo un momento más de locura, y eso se ve reflejado en las armonías y en los ritmos. Tratamos de ser siempre originales y que de disco a disco se vayan sumando climas en las melodías, sensaciones. Y si tenemos un tema más crítico intentamos llegar al extremo, tratamos de ser lo más heavy posible cuando la canción así lo amerita.

-Contame de la “Iglesia punk” que nació en el living de tu casa en 2005.

-Tanto en lo musical como en lo personal viví una búsqueda que dio sus frutos en su momento junto a muchos amigos con los que compartíamos esta necesidad de tener respuestas en lo espiritual. Creo que tiene que ver con la creencia y tener clara la idea de lo que es Dios para uno y también tiene que ver con afianzar los valores que uno tiene que tener como persona. Después lo del nombre “Iglesia punk” salió un poco en chiste porque somos todos rockeros y gente que por ahí no encaja bien en los dogmas comunes, ya sea catolicismo, evangelismo tradicional o el judaísmo, ni ninguna de las ramificaciones que nacen a partir de un libro tan fundamental para la espiritualidad como la Biblia. Uno se vuelve loco al pensar que hay tantas guerras y debates si muchas de las grandes religiones vienen del mismo libro. La “Iglesia punk” nació con la idea de, ante todo, no discriminar a nadie, tratar de poner bajo la lupa la fe que abrazamos y seguir las enseñanzas del Antiguo Testamento y de Cristo. Hoy en día es tiempo de unificar, porque una cosa es la creencia y otra el fundamentalismo. Lo nuestro es creencia, tratamos de encontrar la fe pura y sin tanta vuelta, sin tanta ley vacía que lo único que hace es separarnos.

-Los han clasificado erróneamente como rock cristiano. ¿Cómo les cayó esa etiqueta?

-No nos consideramos una banda cristiana porque no lo somos, no porque alguien de afuera lo diga. En todo caso, soy un cristiano dentro de una banda de rock; yo respeto las creencias de mis amigos y ellos respetan las mías. Cumplí 41 años y ellos tienen 33, y creo que va a llegar el momento en el que esa chispita se empiece a encender y tengan esa inquietud de sanar esas dudas existenciales. Sé que ellos buscan el amor a su manera, y al fin y al cabo creo que se trata de eso. Tampoco creo en la música cristiana; no creo que tenga sentido: la música es música. Creo que estaría bueno que el rock estuviera cada vez más lleno de jóvenes con fe, sean cristianos o no, de gente que busque esa comunión sana con los otros. Porque el rock, lamentablemente, se ha llenado de frivolidad, de excesos, de las minas, de coger todo el tiempo, drogarse y tomar alcohol, y, la verdad, me parece que eso no tiene nada que ver con el rock. Me parece una boludez que piensen que si no cogés 20 minas por día entonces tu banda es una mentira. Fijate en Aerosmith, 
por ejemplo; creo que su vida ha dado un giro de 180 grados y se dieron cuenta de que todo eso era una estupidez y que ya no pueden seguir el ritmo de vida que tenían a los 20 años. Son absurdos los que piensan que para hablar de valores hay que etiquetarse como rock cristiano y también lo son los que piensan que para ser una verdadera banda de rock tienen que ser todos faloperos y jodones. No tiene sentido, el rock es otra cosa.

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