En la economía local el factor trabajo es uno de los principales costos de producción de las empresas. Por eso resulta interesante el documento presentado en el marco de las XXVII Jornadas de Economía el Banco Central del Uruguay, ya que busca encontrar evidencia del traslado (o “pass through”) de los aumentos salariales a los precios. Para ello, Magdalena Domínguez, Bibiana Lanzilotta, Santiago Rego, Paola Regueira y Silvia Rodríguez analizaron la evolución de los salarios nominales y reales, y los cambios institucionales en el mercado de trabajo entre 1995 y 2012, y verificaron su incidencia en el componente “más estable” de las variaciones del Índice de Precios del Consumo (IPC), es decir, la inflación tendencial.
La literatura económica dice que los aumentos salariales pueden derivar en una suba de precios al menos por dos razones. La primera es que un incremento salarial, en tanto costo de producción de las empresas, puede eventualmente ser trasladado a los precios pagados por los consumidores. Este tipo de traslado a precios de los ajustes salariales es más factible en empresas que operan en mercados poco competitivos, en los que los productores tienen poder de incidencia en la fijación de precios porque no están sometidos a la “amenaza” de la competencia. La segunda razón está vinculada a que la mejora del salario real genera un incremento de demanda por parte de los trabajadores, que si no es acompañada por una oferta igualmente dinámica, determina presiones inflacionarias.
La investigación destaca que el traslado de los aumentos salariales a la inflación tendencial ha vivido distintas etapas en el período 1995-2012. Si bien tuvo una fuerte reducción durante la crisis 2002-2003 por el alto desempleo y la fuerte caída del salario, “otra historia diferente comienza posteriormente”. A partir de la salida de la crisis, el trabajo advierte que se produjo un aumento del traslado a precios, que lo ubicó en el entorno de 0,25 puntos porcentuales por cada punto de incremento en los salarios, alcanzando cerca de 0,3 en el período agosto 2008-agosto 2012. La explicación de este fenómeno recaería en dos aspectos diferentes, “pero con estrechos vínculos entre sí”. Por un lado, se menciona a los incrementos salariales “producto de la postergación durante los años de crisis”, y por otro la reinstauración de la negociación colectiva tripartita, el “aumento del poder sindical” y el rol del Estado como homologador de los nuevos contratos salariales, que habrían influido en los incrementos salariales y, de esta forma, en la inflación tendencial. Adicionalmente, el nuevo rol del salario mínimo habría influido también en este incremento del traslado a precios al ser utilizado como piso salarial en el sector formal y como señal de referencia para el sector informal.
No es un trivial
Luego de estimada la persistencia inflacionaria y el pass through salarial, el trabajo buscó determinar si hay causalidad entre estas variables, con el objetivo de dirimir en qué sentido actúan los ajustes salariales. Si se observara que la causalidad va desde la persistencia inflacionaria hacia los salarios, se estaría ante una señal de un elevado grado de indexación de los contratos laborales, implicando un alto grado de ajuste por inflación observada. Por el contrario, un ajuste en el sentido opuesto, desde salarios hacia persistencia inflacionaria, indicaría que la evolución de los salarios estaría contribuyendo en la dinámica de la inercia inflacionaria, tanto sea por las presiones de demanda ligadas a los aumentos salariales o por los ajustes en los costos de producción.
Los resultados obtenidos por los investigadores determinan que la evolución de los salarios en el Uruguay reciente ha jugado un rol importante en la inercia inflacionaria y que las presiones salariales podrían ser un factor de riesgo para la estabilidad de precios, “en especial en contextos de fuertes incrementos del salario real y […] del nivel de actividad”. Indican además que esta causalidad es unidireccional, es decir, que va “desde la evolución salarial hacia la persistencia inflacionaria en el componente tendencial”. Marcan que dicho resultado difiere del encontrado para Estados Unidos y Europa, pero está en línea con estudios realizados para América Latina sobre este tema.
Agregan que elegir la inflación tendencial como instrumento de análisis de la persistencia inflacionaria y del pass through salarial no es trivial en términos de implicancias económicas y de política monetaria. En tanto este análisis se realiza sobre el componente más estable de la inflación global y que representa cerca de 75% de la canasta relevada en el IPC, un incremento de la persistencia constituiría un obstáculo adicional para lograr el cumplimiento del objetivo inflacionario en el mediano plazo. Más precisamente, señalan que “un aumento de la persistencia temporal implicaría que los esfuerzos de la política monetaria para lograr la estabilidad de precios no habrían sido suficientes, al menos desde 2010 a la fecha”.
Por último, si bien en las últimas convocatorias a Consejos de Salarios las pautas del Poder Ejecutivo han promovido los ajustes por inflación esperada, el ajuste sistemático debido al desfasaje entre la inflación prevista (en el período anterior) y observada, ha derivado en acuerdos que habrían contribuido a aumentar la persistencia inflacionaria. De esta forma, el objetivo de disminuir la inercia inflacionaria promoviendo ajustes por inflación esperada “podría alcanzarse sólo en tanto las expectativas de los agentes converjan a la meta inflacionaria oficial”, concluyen.