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Leonidas y Davich Mattioli.

Foto: Fernando Morán

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Con un disco “un poco lúdico y un poco retro” latejapride* vuelve a las pistas.

Plantada ante la “nostalgia gris vestida de lentejuelas”, latejapride* propone en Las palabras y la tormenta, su quinto disco (a salir a fines de agosto), un regreso a los sintetizadores analógicos para resignificarlos en un sonido que juega entre extremos: retro y futurista, artificial y natural. Sobre la actual búsqueda artística de la banda, el compromiso y los discursos panfletarios, la diaria conversó con los hermanos Mattioli, Edgardo Davich y Leonard Leonidas.

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-¿Se puede componer en el estudio de grabación?

-Leonidas: Los discos suelen ser nuestras maquetas refinadas, las canciones se van construyendo y componiendo a medida que se van grabando. En este disco en particular teníamos ideas generales de sonido, queríamos usar muchos sintes análogos, usar videojuegos de los 80 o 90, pero cuando empezamos a grabarlo todavía no había ni una canción terminada.

-Davich: Había pila de ideas que se fueron despertando y mutando. Fue un proceso distinto al de los otros discos porque se partió, no de cero, porque ya había una idea sobre el concepto en general en cuanto a qué temáticas tocar y por dónde llevar el sonido, pero musicalmente no había nada materializado.

-¿Cómo fue que incorporaron los sonidos de videojuegos?

-L: Es un sonido que tiene que ver con nuestra historia, con los 8 bits. Y bueno, tenemos 30 años, pasamos por los salones de maquinitas, queríamos mostrar el lado nerd que también tenemos.

-¿Era un lado que antes ocultaban?

-L: No, de hecho hay algunas cosas en los discos anteriores que son más crípticas pero que tienen que ver con eso, con el manga o algo así. Ahora aparece ese sonido muy claro. La idea era que fuera un poco lúdico y un poco retro.

-¿En las letras siguieron una premisa similar, de combinar lo racional con lo instintivo?

-L: Sí, ahí va, hay dos ejes principales. En algunas canciones queríamos relatar historias en tercera persona, pero también hay otras que pasan por el ritmo, por festejar el cuerpo, que es algo que siempre estuvo en latejapride*.

-Este disco vuelve un poco a los ambientes y se aleja de la crudeza del rock, que también formó parte de composiciones anteriores.

-D: Filosofía de insomnio era un disco mucho más ambiental; Tiempos modernos se acercaba hacia el rock por la incorporación de guitarras, bajos, y teclados vintage; Efecto dominó fue como un proceso de desmarcarse del rock, y si bien mantuvo esa instrumentación de guitarras, etcétera, era un poco más pistero; Nómades vuelve a algo un poco más orgánico y pop, pero también escapándole a la electrónica; y en este disco, en realidad, continuamos una búsqueda que había quedado pendiente con Efecto dominó, de incursionar por ese camino de los sintes.

-Han contado que arrancaron con “rapeos súper métricos” hasta que lograron “romper con la ortodoxia berreta que los atrapaba en estereotipos que no querían”. ¿Cómo fue que derribaron esas fronteras para crear una identidad propia?

-D: Arrancamos con 17 años. No te voy a decir que estás generando tu identidad, pero te permeás mucho más a un estilo, es el momento en el que sos más purista. Teníamos unos pilares de la música que podrían ser House of Pain, Cypress Hill, que en ese entonces era una cosa bastante cuadradita, aunque siga siendo tan vigente.

-L: Nosotros queríamos hacer eso. Ahora hacemos música que parte del hip hop, porque nos encanta el hip hop, nos sentimos cómodos y es el lenguaje que manejamos. Nos sale porque venimos de por ahí, pero no lo vemos como una frontera, es una herramienta para acercarnos a otros géneros.

-Sobrevivieron a un montón de contextos históricos hostiles, en los que las modas nunca acompañaron al hip hop. Pasó la plena, la burbuja del rock, el desinfle… ¿Cómo lo lograron?

-L: En 2001 vino la debacle, que era peor que la de ahora, pop latino por todos lados. Había que sobrevivir a eso, y lo hicimos porque trabajábamos en otras cosas. Después vino el boom del rock de 2003 y nos fue bastante bien. Entonces enganchamos un contrato con Bizarro, sacamos los primeros discos, y seguimos ahí, haciendo lo que nos gusta hacer.

-¿La escena de acá es muy nostálgica?

-L: No se mueven ni un ápice, nada, es como que vivieran una vida que el uruguayo no pudo vivir en la dictadura y dicen: “Nosotros somos de los 70”. ¡Pero en realidad son 70 de serial de televisión! Ta, buenísimo, pero no hay una devolución, te quedás con el paquete. Hay que romper con la nostalgia. Es verdad que este disco tiene un montón de cosas que son retro, pero básicamente tiene hambre de futuro.

-Sin embargo, en lo que ustedes hacen está presente un espíritu do it yourself del punk, ¿hay algo de eso?

-L: Sí, creo que casi todo. Muchas veces dicen: “Yo soy un artista independiente”. En Uruguay todos los artistas son independientes, porque aunque salgamos por Bizarro, nosotros grabamos, hacemos el arte, creamos el estudio para grabarnos. Con Bizarro el arreglo es que ellos nos dan los instrumentos y nosotros los usamos. Aunque no sepamos, de hecho, porque casi no tenemos formación musical. Con las máquinas también fue con ensayo y error; nadie te enseñaba a usarlas.

-¿Por qué el cambio de La Teja Pride a latejapride*?

-D: El asterisco es como algo más.

-L: Y que no lo damos nosotros, está el asterisco… Escribí lo que quieras. Vos podés elegir la aventura que quieras, cada letra puede ser un cuelgue distinto.

-Hicieron campaña por el Sí de la Ley de Caducidad, tocaron en beneficio de los peludos de Bella Unión. ¿El papel del artista está necesariamente ligado a ese tipo de compromiso?

-D: Es parte de nuestra vida.

-L: Ahí sí está La Teja, está bien marcadito de dónde venimos. No sé cuál es el papel del artista, pero ojo, el artista siempre toma posición; hablando o callando, comunica algo.

-D: Por acción o por omisión.

-¿En Uruguay hay más omisión que compromiso?

-L: Sí, claro, hubo una época en la que estaba de moda comprometerse, anterior a nosotros, en los 80, pero más adelante se diluyó.

-¿Es por autocensura o porque no les importa tomar posición?

-L: No, no les importa o queda feo juntarse con toda esa grasa, pero no...

-D: Como no me afecta, no me importa.

-L: Hay algo que está claro: la cultura uruguaya es de clase media para arriba, los productores de cultura en Uruguay -aunque hay excepciones- son muy pocos los de clase trabajadora. De hecho, si hacés un mapeo de dónde vienen las bandas en Montevideo te vas a dar cuenta de que se van a amontonar todos los puntitos.

-Se fueron Zitarrosa, El Sabalero, etcétera, ¿qué va a pasar cuando se mueran los últimos referentes del canto popular?, ¿quién va a tomar la posta en cuanto a la continuidad de su mensaje?

-L: Creo que las letras de No Te Va Gustar tienen mucho contenido. Ta, dependen de que alguno sepa interpretarlas, pero si te las ponés a escuchar dicen un montón de cosas. La Vela Puerca también. Los que no dicen nada lo dicen por omisión. De los que te hablan en inglés porque suena más lindo que el castellano hay un montón, que, ojo, nosotros hacemos cosas en inglés también porque suenan lindo, ¿verdad?, pero creo que todo dice. Por ejemplo, Zitarrosa tiene un mensaje clarísimo, pero había una construcción artística y estética brutal. También pasó en los 90 que había bandas súper panfletarias pero artísticamente horribles. Y entonces, es lo opuesto, el tipo no quiere comer pizza con muzzarella porque la muzzarella es opresión animal.

-¿Se han sorprendido alguna vez leyendo un texto de ese tipo con una lapicera en la mano?

-D: Sí, a mí me pasa que una vez que me pongo a escribir me cuelgo y me ha pasado que lo leo y me encuentro con una columna de opinión para colgar en un blog.

-L: Es lo que decimos en el nombre con el asterisco. Nosotros no decimos: “Esto está bien, esto esta mal”; decimos: “Pensamos que esto está bueno”, en primera persona, “y si querés interpretarlo, que lo disfrutes, si no cambiá de disco”.

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