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Marcos Oteguy, Roberto Kreimerman, Tabaré Aguerre, Roberto Verdera y Carolina Balestra, en la presentación del Plan Estratégico del Conglomerado Oleaginosos, ayer, en la Torre Ejecutiva.

Foto: Pablo Nogueira

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Sector oleaginoso presentó “plan estratégico” para mejorar competitividad y aumentar valor agregado.

La incorporación de conocimiento a los productos del sector oleaginoso es vista por actores públicos y privados como la forma de mejorar su competitividad y permitir mayor inserción internacional. Destacaron que no se trata sólo de industrializar los productos, sino de agregar valor mediante la innovación o el insumo de conocimiento, como sucedió en el sector ganadero con la trazabilidad.

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Cuando se habla del sector oleaginoso se tiende a pensar en la soja, ese cultivo que se ha extendido fuertemente por el campo uruguayo y que constituye, hoy en día, el principal rubro de exportación del país. De acuerdo a datos del instituto Uruguay XXI, en los primeros nueve meses de 2013 se exportaron 3,6 millones de toneladas, que equivalen a 1.881 millones de dólares, 26,2% del total vendido por el país al exterior. Sin embargo, el producto exportado fueron casi en su totalidad porotos. Por ese motivo, el Conglomerado Oleaginoso apuesta a buscar “nuevos segmentos de mercados internacionales que demandan productos más específicos”.

Éste, entre otros proyectos, forma parte del Plan Estratégico del Conglomerado de Oleaginosos, que fue presentado ayer en la Torre Ejecutiva, junto con la Guía de Buenas Prácticas Agrícolas para sistemas con agricultura de secano. Este plan estratégico está incluido en el Programa de Competitividad de Conglomerados y Cadenas Productivas (PACC), que apunta a “favorecer el desarrollo económico” mediante la mejora de la competitividad, promoviendo una mejor articulación y cooperación entre los distintos actores que lo integran.

El documento presentado incluye un análisis de la situación del sector y promueve una serie de “lineamientos estratégicos” para favorecer su expansión: mejorar la institucionalidad; promover la investigación, el desarrollo y la innovación, la transferencia de conocimiento y la formación del capital humano; la sustentabilidad, la calidad y las buenas prácticas; y la inserción internacional.

Haciendo camino

El ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, indicó que el plan estratégico es “una guía para la acción, pero no es la acción en sí misma”. Aun así, seguir los lineamientos genera mayor posibilidad de “conseguir éxitos”. Recordó que el país viene de “una etapa larga de crecimiento” y dijo que para evitar el estancamiento se deben fomentar programas que doten de un mayor valor agregado a la producción nacional. Evaluó que las exportaciones de recursos naturales tendrán un techo, por lo que “se vuelve fundamental incorporar conocimiento en la producción para seguir creciendo”. “El agregado de valor, la intensificación de la tecnología y la creación de capacidades propias son la base para superar esta trampa del medio”, concluyó.

El ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, indicó que tanto el plan como la Guía de Buenas Prácticas “tienen un común denominador” con otras acciones realizadas para diferenciar a Uruguay en materia de “normativas de diferenciación de productos”.

Aseguró que al analizar la coyuntura internacional no se vislumbran dificultades de demanda: “Los precios podrán subir o bajar, pero los problemas de demanda yo no los veo”. En ese sentido, estimó que lo importante es cómo agregar valor a los productos, lo que no necesariamente implica “transformar el maíz en polenta”, sino en “otras formas”, tales como la producción de alimentos especiales, o dotar de una mayor información sobre el producto.

Manual de usuario

El presidente de la Mesa Tecnológica de Oleaginosos, Roberto Verdera, se refirió en particular a la Guía de Buenas Prácticas Agrícolas para sistemas con agricultura de secano en Uruguay, en la que se “presentan orientaciones para todas las actividades dentro de los predios”. No obstante, aclaró que se trata de “un proceso dinámico, que requiere revisión y actualización permanente”.

Verdera fundamentó que las “buenas prácticas” son necesarias desde el punto de vista comercial porque “el mercado mundial cada día presiona más respecto de la inocuidad de los productos y la sostenibilidad ambiental de la producción”, lo que incluye la seguridad y salud de los trabajadores. Destacó que éste es un primer paso en el camino al logro de certificaciones de calidad de los predios, algo que -argumentó- se podrá lograr en un mediano plazo.

Aguerre dijo que La Guía es “el punto de partida para definir exigencias que tienen que medirse para validar los procedimientos en curso o corregirlos en caso de que estén por fuera de eso”. Opinó que el país enfrenta “desafíos ambientales” pero “no sólo por las exigencias internacionales, sino por la responsabilidad del ambiente”. “No sólo por razones económicas se tienen que aplicar las cosas, el desarrollo es económico, pero también social, medioambiental”, evaluó.

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