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Jorge Ferrando, Daniel Olesker, Javier Salsamendi y Martín Pratts en el lanzamiento de la Semana de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, ayer, en la Plaza Cagancha.

Foto: Pablo Vignali

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Semana por los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

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La plaza Cagancha, en el centro de la ciudad de Montevideo, fue el escenario elegido para conmemorar el 24º aniversario de la Convención de los Derechos del Niño, establecida en noviembre de 1989. Allí se llevarán a cabo las actividades centrales de la Semana por los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Las primeras tuvieron lugar ayer de mañana. Con una mesa temática abierta, definida por los expositores como “demasiado masculina” y “demasiado adulta”, comenzó la jornada.

El tratamiento de los niños y adolescentes como sujetos de derecho y no objetos del derecho, el rol de las familias en la formación de los jóvenes para que con el tiempo puedan demandar sus derechos, así como el desarrollo de políticas públicas sobre infancia y adolescencia, fueron temas centrales en la apertura.

El director del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU), Jorge Ferrando, explicó que las iniciativas se organizaron en una “carpa abierta a la ciudadanía” para que “los temas de infancia estén en la agenda y sean cada vez más visibles”. Al pasar, mencionó la importancia de los cuidados familiares y del rol paterno, ideas que desarrolló previo al arranque de la mesa en diálogo con diversos medios de comunicación. Sostuvo que la sociedad no puede esperar que “el Estado solucione todos los problemas”. Agregó que en la actualidad las personas tienen la libertad de optar cuándo ser padres, y una vez que lo hacen deben brindarles a sus hijos la educación necesaria, para lo que cuentan con el apoyo del Estado.

También se refirió a la distribución de las tareas. “Da la sensación de que a veces la crianza fuera una cosa de mujeres. Nuestros hijos nos precisan, los padres somos tan importantes como las madres”, indicó. Aunque reconoció que eso es si se trata de una pareja heterosexual, y en caso de las parejas homosexuales, la responsabilidad también debe ser compartida.

La figura de los varones alejada de la formación de los niños se repite en distintas instancias, según Ferrando. Por ejemplo, en el predominio de maestras mujeres en las escuelas y de cuidadoras en los hogares del INAU. “El rol paterno lo vemos como un problema crítico, porque vemos que muchas veces no se asume la responsabilidad de la pensión alimenticia, no se asume en la educación, en lo cotidiano, en dar de comer, en eso que va construyendo la identidad y la responsabilidad de ese pequeño, niño o niña, que está naciendo y creciendo en el mundo”, puntualizó.

El rol de la familia también estuvo presente en la mesa siguiente a la inaugural: “Los desafíos de ser padres y madres en la actualidad”. El juez Eduardo Cavalli recordó que la Convención sobre los Derechos del Niño es un acuerdo que alcanza a comunidades bien distintas, pero todas están de acuerdo en que “supone deberes respecto a la niñez”. Además, “chinos, africanos, árabes, no árabes, todos se pusieron de acuerdo en que la familia es el pilar básico”. “La familia como medio adecuado para el crecimiento de los niños”, añadió.

Si bien la convención asigna un rol destacado a los padres en cuanto a la responsabilidad en la formación, cuando existen conflictos entre éstos, los hijos pasan a segundo plano. Detalló que en los casos de divorcio o juicios por tenencia, en los tribunales del Poder Judicial muchas veces ocurren “batallas”. Los padres suelen pelear para ver cuál es “mejor”, y el que gane se quedará con la tenencia del hijo, el cual se convierte en un “trofeo”. En tanto, fuera de los tribunales, hay padres muy preocupados por el consumo y por trabajar muchísimas horas para alcanzar cosas materiales, por lo que se descuida la crianza.

Cavalli aseguró, basado en su experiencia, que los adolescentes en conflicto con la ley provienen de familias con “enormes disfunciones”, o directamente consideradas “no familias”. Agregó que es una constante la procedencia de hogares monoparentales, con madres víctimas de violencia de género, y “que no alcanzan a poner los límites”. “Uruguay ha vivido procesos de criminalización, delitos y más delitos, aumentó las penas y, sin embargo, el resultado que tenemos es que hay mayores niveles de delincuencia”, aseguró. Opinó que han gobernado todos los partidos políticos, ha habido períodos de crisis y de bonanza, no obstante, el delito se mantiene. Por último, invitó a cuestionarse qué relación tiene el desmembramiento familiar con la delincuencia.

24 años no es nada

La actividad de apertura estuvo integrada también por Javier Salsamedi, presidente del INAU; Javier Miranda, director de Derechos Humanos del Ministerio de Educación y Cultura; Martín Prats, director de Derechos Humanos del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública; y el ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker.

En alusión al tango que cantaba Carlos Gardel, Salsamendi recordó que “20 años no es nada”, y los 24 de aprobación de la Convención “son mucho tiempo, pero en tiempos históricos es relativo”. En este lapso, Uruguay logró imponer la idea de que los niños y adolescentes son sujetos de derechos, lo que no implica que estén totalmente consagrados. Además, posibilitó un replanteo de políticas públicas que pusieron a los niños en primer lugar.

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