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Bill Gentile, en la conferencia “Periodismo de mochila”, en la Alianza Cultural Uruguay- Estados Unidos. Foto: Nicolás Celaya

Una historia en una mochila

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El periodista estadounidense Bill Gentile disertó en Montevideo sobre lo positivo y lo negativo de la democratización de los medios.

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Gentile llegó a Uruguay invitado por la productora Ikusi, con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos. Fue fotógrafo en zonas de conflicto, específicamente, en América Latina y el Caribe, para la revista Newsweek, y su carrera devino en hacer documentales para televisión. Cubrió conflictos en Nicaragua, El Salvador, México, Afganistán, Cuba, Brasil, Panamá, el Golfo Pérsico, Haití, Colombia y Costa Rica. “Qué suerte que ésta es la primera vez que vengo a Uruguay, porque todos los países que he visitado ha sido por problemas muy graves”, dijo.

Es él

William Bill Gentile tiene más de 30 años ejercicio como docente. Actualmente dicta clases en American University (Washington, Estados Unidos) y también imparte talleres en los que enseña cómo hacer “periodismo de mochila”, específicamente en América Latina, donde llevó adelante la mayor parte de sus coberturas periodísticas.

Su trabajo como corresponsal comenzó en 1977, cuando fue reportero para City News y United Press International (UPI). Dos años más tarde cubrió la Revolución Sandinista en Nicaragua. Reportó la guerra civil de El Salvador en la década del 80, las invasiones a Panamá y a Haití, la Guerra del Golfo Pérsico y las posteriores guerras en Irak y Afganistán.

Desde hace varios años es documentalista independiente, tarea que lleva a cabo junto con su esposa, quien edita sus obras. Algunos de sus trabajos más recientes son Nurses needed (sobre la escasez de enfermeras en Estados Unidos) y Afganistán: la guerra olvidada (sobre la participación de Estados Unidos en ese país), por el cual fue nominado al premio Emmy.

Más adelante se convirtió en fotógrafo de la revista Newsweek en América Latina y el Caribe. Publicó un libro de fotografías, Nicaragua, que ganó el Premio de la Prensa de Ultramar Club de Excelencia. Además, fue galardonado con una mención de honor por el premio Robert F Kennedy, por su cobertura sobre las violaciones durante el genocidio en Ruanda en 1994.

En 1995 comenzó a trabajar para VNI, precursor de The New York Times Television Company. Más adelante, trabajó para The Learning Channel, Discovery Channel, National Geographic, las cadenas ABC, Court TV y Leon TV.

El estadounidense trabajó, además, en cadenas como Discovery Channel, National Geographic, ABC, Cort TV y Lion TV. “Mi carrera está marcada por la cobertura de conflictos, pero no me llamo ‘corresponsal de guerra’ porque tengo muchos colegas que han hecho muchas más coberturas de guerra que yo; yo he cubierto varias, pero no soy solamente un fotógrafo o un corresponsal de guerra”, contó. Recordó que uno de los primeros conflictos que cubrió fue la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua, en 1979: “Fui uno de los pocos periodistas norteamericanos que estuvo ahí y regresé al país para cubrir la contrarrevolución en los años 80”. “Nicaragua fue mi despertar político-social, antes sólo había visto muertos en los funerales”, agregó.

F5

“Mi carrera es resultado del desarrollo tecnológico”, afirmó Gentile, y mostró una imagen de la primera máquina que usó para mandar fotos desde Managua, Nicaragua, a la redacción ubicada en Nueva York. Más grande que una caja de zapatos, funcionaba conectada al teléfono y demoraba 14 minutos en enviar la foto.

Contó que a finales de los 80 la fotografía, como profesión, “se estaba encogiendo”, mientras que el video “comenzaba a explotar”. “Yo era fotógrafo de Newsweek en América Latina y el Caribe, y ahora hago documentales”, comentó.

En 2005, por ejemplo, viajó a Afganistán para rodar un documental independiente. “Ya no ando con una cámara de fotos, sólo con una de video, de donde tomo f3screenshots”.

La conferencia que dio Gentile -a una audiencia mayormente compuesta por periodistas- se tituló “Periodismo de mochila”. Dijo que a sus viajes sólo lleva una mochila en la que carga una cámara de video, una computadora, agua, algo para comer, un chaleco antibalas y un casco. “Yo ando solo, soy el camarógrafo, el sonidista, el corresponsal, soy el escritor del guion, soy quien narra la pieza”.

La pieza de 23 minutos que hizo sobre Afganistán llegó a ser finalista en los premios Emmy -galardón que se entrega anualmente a la excelencia en la industria de la televisión en Estados Unidos y que Gentile ganó dos veces- y compitió con productos hechos por los medios más grandes del país, como ABC y CNN. “Fui uno de los cinco finalistas en un premio nacional porque la tecnología hoy en día da la posibilidad de hacer historias íntimas en alta calidad. Antes andaban dos tipos con una cámara enorme que más bien asustaba a la gente, cuando tenía que servir para comunicarse con ella; hoy yo uso una cámara de mano y converso con la gente de una forma más natural”.

Sin embargo, Gentile sostuvo que “el equipo no es lo único importante”. De hecho, comentó que todo lo positivo que tiene la tecnología también lo tiene de negativo. “Lo bueno es que mucha gente tiene acceso a estas herramientas, y por lo tanto, pueden hacer documentales: esta tecnología ha democratizado el oficio completamente, porque cualquier persona puede hacer un producto de alta calidad. Lo malo es precisamente lo mismo: todo el mundo tiene acceso a estos equipamientos pero, en mi opinión, no hay suficiente entendimiento del idioma visual, ni un manejo correcto del mismo”.

En ese sentido, Gentile llamó a los periodistas que lo escuchaban a “tener impacto” y a aprovechar “la posibilidad de cambiar las ideas”. Explicó por qué no hace coberturas diarias, del tipo que se emiten en un informativo, sino que se dedica a los informes especiales: “Las noticias son un muy buen campo de aprendizaje, pero luego uno se cansa de ser un satélite, rodeando las actividades y las palabras de otra gente”.

“Yo estoy buscando otra manera de usar los medios de comunicación... no sé si la palabra es ‘contundente’ o ‘impactante’. Yo creo que con esta democratización de los medios, nosotros podemos tener un impacto más importante que simplemente entretener a la gente. A mí no me interesa entretener a la gente, a mí lo que me importa es lo que me da vida: la posibilidad de cambiar las ideas, de tener un impacto. Si nosotros nos reducimos a atender el bajo denominador común, ¿para qué servimos? Ya no somos profesionales, ya no estamos haciendo ningún servicio público”.

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