El Movimiento en Defensa de la Educación Pública, que integran los sindicatos de la educación nucleados en el PIT-CNT, el movimiento estudiantil y la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua, avanzó el sábado un nuevo casillero en su preparación hacia el Encuentro Popular de Educación (EPE) de Uruguay que está programado para el 26 y 27 de julio. Miguel Soler Roca, que convocó a trabajar con la consigna “La resistencia crítica a la construcción del futuro”, cerró esta segunda instancia preparatoria, que se desarrolló en la sede del programa Apex-Cerro. Resta una jornada previa en Montevideo y dos en otros departamentos; una en Salto y otra en Cerro Largo.
Agustín Cano, miembro de la organización del EPE, informó a la diaria que asistieron 120 personas, muchas de ellas vecinas del barrio, que participaron activamente en los diferentes subgrupos que se formaron para trabajar en talleres tras las ponencias de la mesa central. Ésta, que tuvo como moderador al secretario de organización del zonal oeste del PIT-CNT, Marcos Lombardi, estuvo integrada además por Mariana Licandro, delegada del Centro de Estudiantes del Instituto de Profesores Artigas; Pablo Martinis, docente investigador del Instituto de Educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE); Fernando García Tabeira, docente del Instituto de Filosofía de la FHCE; y por el profesor Roque Faraone, que tituló su exposición “Medios de comunicación y publicidad en Uruguay versus educación”.
Practicando debatir
En los talleres se discutieron temas que propusieron los propios participantes, como la autonomía de los centros educativos, la educación y el trabajo, “el rol en el que en las últimas décadas se ha puesto a los educadores, como meros aplicadores de modas didácticas”, así como “el rol creciente de los tecnócratas que sin conocimiento ni experiencia de inserción en la educación determinan sistemas de evaluación que no tienen que ver con intereses educativos sino con otros tipos de intereses”, comentó Cano, refiriéndose tanto a “las pruebas PISA [Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, por su sigla en inglés] como a evaluaciones en línea”. Se enfatizó esa “visión crítica de las pruebas de evaluación” por entenderlas una “medición estandarizada, descontextualizada y ritualizada en una suerte de cuestión antieducativa”. Si bien no hubo una instancia de síntesis, sí abundaron las opiniones que coincidieron en señalar que “a los educadores se los deja afuera, no se obtiene una información relevante desde el punto de vista educativo, no se tienen en cuenta los procesos de cada uno de los estudiantes ni la diversidad de los distintos puntos de partida”, según dijo Cano. Este tipo de pruebas, agregó, “se van imponiendo como pensamiento único”, y son “perspectivas que no nacen del mundo de la educación, sino del mundo del comercio y de la empresa. No están pensadas en servir a una visión de diagnóstico y superación del problema inserta en una perspectiva educativa, en la que los educadores deberían ser los principales protagonistas como profesionales de la educación y como intelectuales transformadores”.
Los participantes también discutieron acerca de “las experiencias alternativas que están en curso dentro de la educación pública”. “Sobre todo en los medios de comunicación, se instala la idea de que las experiencias alternativas están en la educación privada, y eso no es así”, señaló Cano, narrando que se compartieron “experiencias muy interesantes, incluso algunas que tienen que ver con la participación en los centros educativos, con sus contextos, con sus barrios, con sus comunidades de base; experiencias sin la necesidad de un plan estratégico de un director omnipotente como están proponiendo del tipo de Promejora”.