Ingresá

Raúl Sendic y Tabaré Vázquez, ayer, en el acto de cierre de campaña departamental, en el callejón Vidal y Fuentes de la plaza Libertad de la ciudad de Minas, Lavalleja. /Foto: Fernando Morán

Lenguaje de señas

2 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

En Minas, Vázquez pidió recordar los años en los que no había “un camino para soñar”.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

No había nadie. Y de repente se llenó. Mil personas se congregaron en el callejón Vidal y Fuentes de Minas, Lavalleja, a las 20.00. Iban a escuchar qué tenían para decir el candidato a la presidencia por el Frente Amplio (FA), Tabaré Vázquez, y el posible vicepresidente, Raúl Sendic. Cientos de personas los miraron, les gritaron, y algunos incluso largaron el llanto. Estuvieron unos 20 minutos. Cuando hablaba uno, aplaudía el otro, y así hasta el final, hasta el momento del abrazo fraternal entre ellos, hasta el saludo de tres dedos a la gente, hasta que posaron para las fotos y se fueron. Enumeraron logros, contaron anécdotas, prometieron seguir trabajando para construir un país de primera.

Todo empezó a las 18.20, lejos del callejón, en el cruce de las rutas 8 y 12, del otro lado de la ciudad. Allá había unos 100 autos esperando, frenteamplistas con una mano en el volante y otra en la bocina, para salir en caravana a recorrer las calles de la ciudad, entre ellos el senador Enrique Rubio. Vázquez y Sendic iban en el “Taba bus” encabezando el aglomerado de vehículos, sonriendo y saludando con la mano, conduciéndolos hacia el centro, donde esparcirían la voz: “El 26 de octubre gana el Frente en primera vuelta”.

Así es la campaña: hace que la gente se suba al techo de su casa a colgar banderas del FA y sujetarlas con ladrillos, que los vendedores de banderas sigan la recorrida de los candidatos por todos los departamentos, que los pancheros se amontonen en la plaza del centro, la Libertad, que motociclistas frenteamplistas se peguen una bocina al casco y metan bochinche en su trayecto por la ciudad, y que el diputado minuano por la lista 711 Pablo Chico Mazzoni ate con pulpos a una moto una bandera y una caja con listas y salga en la caravana frentista.

Ya en el callejón, Sendic titubeó, arrancó, enumeró logros. 350.000 puestos de trabajo, el mayor nivel de igualdad en toda América Latina, cifras de producción sin antecedentes. Habló de “aquel gobierno que se instaló a principios de este siglo encabezado por Jorge Batlle” en coalición entre blancos y colorados y de “los brazos de yeso” que había en el Parlamento cuando se trataba de aprobar leyes de urgencia. Afirmó que cuando ganó el FA en 2004 se consiguió “la libertad de pelear por la justicia”.

“Lo que estoy viendo ahora no lo vi nunca”, dijo a su turno Vázquez, haciendo alusión a la cantidad de gente que convocó, y explotaron los aplausos. “Desde 2005 el FA sembró esperanza, y hoy cosecha la alegría”, dijo, y otra vez, los aplausos. “El mejor proyecto que el país tiene para que la gente viva mejor es el proyecto político de nuestro FA, sin lugar a dudas”, agregó.

“Era la campaña de 1994. Fuimos a hacer un acto en un lugar cerrado, era una noche fría y llovía, y se había llenado. El local tenía una entrada por la parte de adelante, y al costado, donde estaba yo hablando, otra. Empiezo a hablar y veo que entra un gauchito de unos 30 y pico de años, bajito, con una boina, una faja y un facón. Se paró a mi costado, yo hablaba, y él me miraba. ¡Éste es mi jefe, es mi patrón!”, contó Vázquez. El “gauchito” cazaba mulitas “pa’ vender en el pueblo”.

En el barullo se escuchó a alguien gritar: “¡No a la baja!”. “Porque me lo pides tú”, dijo Vázquez, y gritó: “¡No a la baja de edad de imputabilidad!”. “¿Recuerdan en aquellos años las caras de tristeza, de desesperanza?”, continuó, haciendo referencia a los años previos a que el FA llegara al gobierno. “¿Recuerdan aquellos años de no encontrar un camino para soñar?”, volvió a preguntar. La gente, casi al unísono, gritaba que sí. “Hoy esto cambió, porque, por ejemplo, quienes hablan tanto de seguridad e inseguridad se olvidan de decir que en Montevideo, en casi todas las esquinas, 12 años atrás, veíamos niñitos descalzos, pidiendo algunas moneditas, y veíamos a mujeres con tres, cuatro hijos, que ponían a uno en cada esquina y que iban a comer lo que podían”. “¡Es verdad, es verdad!”, respondían desde el público. “Eso ahora no lo vemos, y eso es lo que hizo el FA”, resumió Vázquez. Terminó recitando que el corazón no quiere entonar más retiradas.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura