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Aguas turbulentas

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Cargas de fósforo en el Santa Lucía chico y en los arroyos Canelón grande y chico exceden el límite máximo establecido por la normativa.

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La Facultad de Ciencias, el Centro Universitario de la Región Este (CURE) y el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente organizan desde el martes el taller “Intensificación productiva y calidad de aguas superficiales”, que culmina hoy en el hotel Embajador.

En las conferencias, la bióloga Mariana Meerhoff constató que la percepción social sobre los recursos acuáticos de Uruguay está modificándose, sobre todo a partir de los eventos ocurridos el último año en la cuenca del río Santa Lucía. Aclaró: “La calidad del agua es una propiedad que surge a partir de la combinación de distintos componentes: de las características propias de nuestros ecosistemas pero también de las de nuestra organización social, de qué decisiones tomamos directa o indirectamente sobre la gestión de esos recursos que van a estar determinados por presiones del sistema económico”. “La calidad del agua es producto de contextos cambiantes en cuanto a la variabilidad natural de nuestros ecosistemas, que a su vez va a responder a la variable del clima, por ejemplo, y a cambios que se den en nuestra matriz económica y a cómo organizamos la gobernanza de nuestros recursos ecológicos”, señaló.

Los cambios introducidos por la agricultura tienden a disminuir la capacidad de los ecosistemas acuáticos de resistir las perturbaciones o de recuperarse frente a ellas y, en última instancia, los llevan a perder la capacidad de ser considerados fuentes de agua potable o incluso de agua para riego, indicó la bióloga.

Meerhoff narró que a partir de los cambios en la calidad del agua del Santa Lucía el año pasado se generó un informe de los decanos de las facultades de Ciencias, Agronomía, Química e Ingeniería. En éste se hizo una valoración del estado de situación del agua, con foco en el río Santa Lucía, y se concluyó que la eutrofización -enriquecimiento en nutrientes de un ecosistema- es el principal problema ambiental actual para nuestros recursos acuáticos. Pero éste no es el único problema -aclaró la bióloga-, sino también el aumento de la temperatura, entre otras variables. Con el calentamiento climático es más probable que ocurra este tipo de situaciones, ya que con climas cálidos la probabilidad de que se desarrollen floraciones de microalgas o cianobacterias potencialmente tóxicas es mucho mayor. “Las cianobacterias son la vedette de los procesos de eutrofización”, recordó.

Contó además que ya se habían detectado síntomas de eutrofización y ocurrencia de floraciones en algunos casos en los años 60, en forma puntual; a partir de los 80 empezaron a detectarse en forma más regular, particularmente en el embalse de Salto Grande sobre el río Uruguay. Pero lo notable es que ahora se observa una mayor intensificación de esas floraciones de cianobacterias y una mayor ocurrencia en lugares donde hasta hace pocos años no ocurrían o no eran tan frecuentes, afirmó. Agregó que esto lleva a una disminución en la capacidad natural de la cuenca para amortiguar los impactos.

La producción y sus consecuencias

Silvana Delgado, ingeniera agrónoma representante de la Dirección de Recursos Naturales Renovables del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, repasó algunos indicadores de la intensificación productiva en Uruguay. “Entre el período 1994-1996 y 2008-2010 la producción agrícola total se multiplicó por cuatro. La productividad en cultivos, por dos. La siembra directa, que antes era de 10%, está hoy en 90%. En cuanto a la ganadería, la producción de carne ha aumentado por unidad de superficie, pero estamos produciendo en menor área. En cuanto a la lechería, las remisiones de leche a planta han aumentado 54%”.

La ingeniera química María José del Campo, del Departamento de Control Ambiental de Actividad del área de Control y Desempeño Ambiental de la Dirección Nacional de Medio Ambiente, presentó datos sobre el vertido de nutrientes de dos fuentes puntuales: industrias y saneamiento, en dos cuencas de Uruguay, las del río Santa Lucía y el río Negro. “En Uruguay hay unos 700 emprendimientos sujetos a control por vertido de efluentes. La lista no es exhaustiva, sino que son establecimientos tomados por su envergadura, porque han tenido algún problema por denuncia. Así, se cuentan 450 industrias o asimilables a industrias, 189 plantas domésticas (entre ellas, 60 son de saneamiento de OSE y 70 son otro tipo de emprendimiento, como criaderos de cerdos, tambos o algún establecimiento de engorde a corral). Esas 450 industrias vierten 96% de la carga de demanda biológica de oxígeno (DBO) y 88% del caudal. Si tomamos los kilos de DBO vertidos -un indicador del grado de contaminación-, 33% lo vierte la agroindustria, 19% la industria de celulosa y papel, 11% la industria del cuero, 9% la industria láctea y 12% la cárnica”.

Del Campo expuso que tanto en la cuenca del río Santa Lucía como en la del río Negro, si se atiende a la distribución espacial de las cargas más significativas de nitrógeno y fósforo vertidos, éstas coinciden con las subcuencas que tienen o bien mayor cantidad de industrias, o los ramos industriales más representativos. Para el Santa Lucía son la subcuenca del arroyo Las Piedras, la del río San José y la del Santa Lucía chico. Para el río Negro, las concentraciones más significativas están en las subcuencas del Tacuarembó chico y del Yi.

Lizet de León, licenciada en Oceanografía y coordinadora de un equipo en el Departamento de Evaluación Ambiental Integrada de la Dirección Nacional de Medio Ambiente, mencionó que la institución está realizando un relevamiento de fuentes difusas de nutrientes. Los resultados muestran que “existe una correlación entre el área cultivada, la cantidad de superficie cultivada y los aportes de nutrientes”, explicó. Comparando aportes de nutrientes de origen difuso y de origen industrial o puntual en las dos cuencas, ha encontrado que en la del Santa Lucía el aporte difuso es de 86%, mientras que el doméstico e industrial es de aproximadamente 14%. En cambio, en la cuenca del río Negro el aporte de carga difusa alcanza 99% en relación al puntual, que sería de 1%. En el Santa Lucía chico y en el arroyo Canelón grande y chico “la carga de fósforo excede ampliamente el máximo de carga admisible para los cursos de agua indicado por el decreto 253/79, que son 0,025 miligramos por litro. El máximo de concentración de fósforo en el río Santa Lucía chico llegó a 0,8 mg/l, mientras que en el Canelones llega a 1,6 mg/l”, señaló.

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