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Matt Farley. Foto: s/d autor, difusión

El hombre de las 10.000 canciones

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Con Matt Farley, el compositor más rápido del mundo.

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Matt Farley es un tipo de unos 30 y pico de años que vive en Denver, Massachusetts. Tuvo una banda de rock/pop durante más de diez años -Moes Haven-, con la que sacó más de 25 discos, todos totalmente ignorados por la crítica. En un momento se dio cuenta de que las más bajadas en Spotify eran sus canciones en broma (conocidas en el mundo anglosajón como novelty songs), y que por ocho de ellas había ganado la fortuna de dos dólares en un año. Cualquier músico se deprimiría ante esos datos y abandonaría la música para dedicarse a la repostería, pero Matt no es un músico normal, para nada. Pensó: “si con ocho canciones gano dos dólares, ¡si hiciera 10.000 canciones graciosas podría ganar mucho más!”. Y, así como si nada, comenzó su ridícula epopeya: compuso más de 14.000 canciones, a un ritmo de más de 100 por día.

Lo que hace Matt se podría definir como una forma masiva, estúpida y divertida de spam. Compone canciones sobre absolutamente cualquier tópico, persona y cosa existente. Inventó decenas de bandas para escribir canciones sobre cualquier tema: The Toilet Bowl Cleaners hace canciones sólo sobre excrementos (nueve discos); The Passionate & Objective Jokerfan escribe sobre otros músicos y artistas (11 discos); todo el repertorio de The Hungry Food Band versa sobre diversas comidas y alimentos; The Singing Animal Lover compone sobre animales, etcétera. La mayoría dura un minuto y medio, se compusieron sólo con piano y voz, están claramente grabadas en una sola toma y fueron improvisadas en el momento. A primera escucha, la opinión que nace es que el tipo es claramente un idiota. O al menos eso se piensa al escuchar temas como “My Goldfish Dead” -que simplemente repite que se le murió su pescadito- o “I’m Sorry for Eating the Last Cookie” (perdón por comerme la última galletita) Pero revolviendo un poco más en toda su obra, podemos decir que aunque es un idiota, es uno muy encantador. Eso ocurre cuando encontramos sus discos en los que habla sobre otros cantantes y músicos, con joyas como “Steve Vai Plays Perfect Guitar Always” (Steve Vai toca perfecto la guitarra siempre), “Jandek is Quite an Interesting Music Person” (Jandek es una persona musical bastante interesante) o “Nick Cave Is a Good, Honest Man” (Nick Cave es un hombre bueno y honesto). Con sus canciones, Matt construye una especie de archivo de su vida y de la música y de todas las cosas que le interesan o que recuerda. Farley no es simplemente un currero excéntrico; las canciones ridículas que hace bajo sus múltiples seudónimos son la música que le gusta: el pop sencillo, naïf e infantil. Realmente ama y aprecia lo que hace, cosa que es muy fácil de notar con semejante volumen de trabajo.

Leyendas locales

Pero la música no es el único hobby de Farley. Su última película, brillantemente titulada Local Legends -que se puede ver entera en Youtube-, es una versión ficticia de la vida de Farley en la que muestra su trabajo en una casa de salud, hace stand-up de muy dudosa calidad, compone sus canciones y discute con su mánager (que es él mismo pero con traje y engominado). El momento cúlmine de la película es cuando ofrece un show en vivo en un sótano para unas siete personas. La narrativa está interrumpida por la voz en off de Farley contando detalles de su vida, su banda y las cosas que él hace, incluyendo muchas de las que escribí en esta nota. Está toscamente filmada, la hicieron con dos pesos y la actuación es totalmente amateur, pero es una película entretenida y con cierto encanto.

Sin dudas Matt Farley logra generar un mundo personal y propio, pese a que sus canciones sencillísimas sean un chiste, una novelty. Al escucharlas o ver su película uno ingresa en un mundo muy distinto al nuestro: más puro, sano, tonto, divertido e inocente. No se le puede pedir mucho más, ni a él ni a ningún otro artista. Le escribimos a Farley, y, muy en su perfil de compositor maniático y compulsivo, rompió un nuevo récord mundial, contestando todas las preguntas de la entrevista 20 minutos después de habérselas enviado. Así se hacen las cosas.

-Claramente dedicás muchas horas diarias a la música. ¿Cómo hacés para organizarte? ¿Cuál es tu rutina?

-Hago música tres días por semana. Los otros días, generalmente, hago la lista de todos los temas de los que quiero cantar en los álbumes en los que estoy trabajando. Después, dedico un mínimo de seis horas cada día a grabar las canciones. Usualmente son unas horas de mañana, otras de tarde... y a veces, incluso, un par de horas de noche.

-¿Te interesaría grabar un disco más elaborado y complejo, con colaboradores y una selección más específica de canciones? Algo, digamos, que un sello quisiera y pudiera distribuir...

-Con mi banda, Moes Haven, hacíamos música con esas características. Planeamos hacer más música de ese tipo en el futuro, pero ahora prefiero seguir por mi cuenta. Nada de mi música podría ser considerado radio-friendly y pop: es música casera e independiente, con un sonido y un estilo que a mí me gustan.

-En tu cuenta de Twitter (@MoternMedia) recomendás una playlist de 12 horas con tus canciones a cualquiera que mencione tu música. Decís que todas tus canciones son excelentes y fantásticas. Sin embargo, en tu reciente entrevista con la NBC, admitías que muchas de esas canciones son horribles. ¿Qué es lo que realmente pensás de tus canciones?

-En realidad, sólo bromeo con todas las reacciones en Twitter. Entiendo que muchas de las canciones pueden ser consideradas malas para la gente a la que le interesa la música más convencional. Así que cuando digo que mis canciones son terribles, me estoy basando en ese estándar. ¡Pero a mí esas canciones me encantan! Soy muy fan del concepto “es tan malo, que es bueno”.

-¿Has borrado canciones que grabaste pero no publicaste? No me refiero a los casos en que no te gustaron, sino quizá por otras razones.

-Con Moes Haven grabamos 365 álbumes -cada uno de 30 minutos de duración- en 2006. Ese año sólo sacamos 12 álbumes; cada mes recolectamos las mejores canciones todos los discos y sacamos un álbum con el nombre de cada mes. Por lo tanto, hay mucha música de ese año que nunca vio la luz. Pero desde que empecé con las canciones graciosas, publico todo lo que hago.

-¿Has tenido algún bloqueo serio al momento de componer? ¿Cómo lo resolviste?

-Hay días que grabo mucho menos de lo que me gustaría. Y hay días que me distraigo con otras cosas y no grabo nada. Pero la mayoría del tiempo soy muy duro conmigo mismo y me fuerzo a trabajar. La vida es corta. El mundo necesita más canciones ridículas.

-En tu canción “Daniel Johnston” parece que hablás más sobre vos mismo que sobre él. ¿Tenés otras canciones en las que te haya pasado algo similar, en las que hables de temas que no tienen precisamente que ver con el tema original?

-Tengo una canción llamada “Andy Warhol, sos igual que yo”, en la que afirmo que tanto él como yo producimos basura en masa y engañamos a la gente para que la compre. Con respecto a “Daniel Johnston”, ventilé un montón de frustraciones: 1) el concepto del “artista torturado”, que siempre me pareció bastante tonto y 2) el hecho de que la música vende mejor porque hay una historia detrás de ella (muchas veces, esas historias me parecen manufacturadas y exageradas).

-Buscando tu nombre en Google encontré un podcast en el que hablabas de Woody Allen. Es evidente que Allen fue una influencia para tu película Local Legends. ¿Cuáles son tus otras influencias, y cómo se relaciona tu perfil de músico con tu perfil de cineasta?

-Me encantan las películas de Woody Allen. Y me gusta su ética de trabajo. Él sigue haciendo películas; yo sigo haciendo canciones. Yo haría más películas, pero son caras de realizar y nada redituables. Al igual que con la música, celebro el estilo casero en el cine. Es genial ver películas originales e inusuales creadas por personas con trabajos “normales” y que no son parte del show business. Con mis otras películas, como Freaky Farley y Don’t Let The Riverbeast Get You! intentamos emular el estilo de las películas de bajo presupuesto de horror de los 70 y 80.

-Hablando sobre Local Legends, ¿qué partes son reales y cuáles son ficción? Sabemos de antemano que todo lo referente a la música es real, y que no conversás sobre márketing con una versión de traje y corbata de vos mismo. Pero, ¿y el resto? ¿Realmente regalás discos en la calle todo el tiempo?

-Casi todo lo que pasa en la película es verdad. Todo sobre la música y mis películas es cierto. Realmente dejo mis CD y DVD en bancos de plazas, esquinas y disquerías. Todas las interacciones están basadas en hechos reales, aunque fueron alteradas y condensadas para que sea todo más entretenido. Y obviamente no tengo conversaciones con la versión negociante de mí mismo, pero esas escenas reflejan sinceramente mis indecisiones y conflictos internos.

-En los últimos tiempos has tenido mucha atención de la prensa. ¿Cómo te sentís al respecto? ¿Te gustaría ser realmente famoso y dar grandes shows, o es una situación que te pondría incómodo?

-Lo de la prensa ha sido muy divertido. Está buenísimo escuchar un montón de reacciones, incluso las negativas. A mí simplemente me gusta que la gente escuche mis canciones y vea mis películas. Si la prensa ayuda a que eso ocurra, entonces me quedo contento. Me encantaría poder ganar más plata con todo lo que hago, porque podría hacer más películas y muchos más proyectos, para los que ahora no tengo ni tiempo ni plata. No puedo imaginarme que haya más de un pequeño grupo de personas interesadas en verme tocar. Así que un show grande lo veo como algo muy dudoso. Si tuviera toda la plata que quisiera, abriría un pequeño local para tocar ahí todas las noches, sin importarme si la gente va a verme o no.

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