Como acompañante del chofer de su ómnibus de campaña, secundado por el empresario Juan Salgado, Vázquez recorrió desde las 16.30 parte del sur del departamento de Florida, surcando el paisaje inundado de vacas holando, gramíneas, festucas y cada vez más soja. Lo acompañaron varios dirigentes frenteamplistas: Raúl Sendic, Lucía Topolansky, Pablo Ferreri, Enrique Rubio y Eduardo Lorier, entre otros.
El primer tramo de la gira terminó en Cardal, la capital de la cuenca lechera, donde “sin ningún tipo de dolor, en un parto histórico nació el Plan Ceibal”, según dijo el ex presidente apenas tomó el micrófono en el club 19 de Abril. Había llegado encabezando una extensa caravana de vehículos, saludando a algunos vecinos que se arrimaban a las veredas. En el comienzo de sus oratorias, tanto en Cardal como en Sarandí Grande, donde el acto comenzó poco antes de las 21.00, destacó “la cantidad de uruguayos” que ve durante las caravanas y los actos apoyando “el proyecto del Frente Amplio [FA]” en la campaña electoral. De hecho, dijo creer que “sin pedanterías, se palpa” que el FA “gana en octubre, con mayoría parlamentaria” y en primera vuelta.
La efusividad de los simpatizantes merma y parece que el tiempo se detiene cuando Vázquez se acerca al micrófono. Se suceden las reflexiones lentas, pausadas, de corte paternalista, respuestas a preguntas planteadas por él mismo, parsimoniosas caminatas de un lado al otro del escenario, gesticulaciones con mano entreabierta que apunta hacia el mentón, menguadas reverencias corporales mientras las cejas parecen buscar sonrisas cómplices en la primera fila, cuando se le escapa una ironía.
¿Qué hijos?
Avisó que iba a enfatizar dos cosas, y lo hizo. La primera: que así como se pregunta “¿Qué Uruguay les vamos a dejar a nuestros hijos?”, también se plantea “¿Qué hijos le vamos a dejar a nuestro Uruguay?”. “Por eso le tenemos que decir no a la baja de la edad de imputabilidad. A los jóvenes lo que hay que darles son oportunidades, una buena educación, desarrollo cultural y recreación”, aseguró. Será suficiente “si con este concepto logramos salvar uno de esos jóvenes que delinquió y que [de ser aprobada la baja] terminaría preso con adultos. Y ahí sí que se pierde”. Recalcó que “no es solución bajar la edad de imputabilidad para contrarrestar los niveles de inseguridad. Se parte de conceptos erróneos”. Subrayó que, por ejemplo, “de todos los homicidios de 2013, menos de 8% fueron cometidos por menores de edad”. Es que “nos han metido la matriz, nos han adoctrinado, que los jóvenes tienen la culpa de todos los males”, reflexionó.
El segundo énfasis lo hizo en que las elecciones internas no son obligatorias: “Que el pueblo frenteamplista vaya a votar, no importa por quién. Hay que ir a votar. Los frenteamplistas tienen que ir a votar. Tenemos que trabajar para que más y más frenteamplistas vayan a votar”.
“Y la otra es no a la baja”, reiteró.
La matriz
La caravana fue por los pueblos, de sur a norte, pasando por Florida capital. No paró. Vázquez saludó siempre desde el ómnibus. En Florida se sumaron más personas, que terminaron por llenar el 12 de Octubre de Sarandí Grande, junto a los sarandienses que lo esperaban. En las veredas, algunos vecinos.
Vázquez explicó que hoy ve alegría en la cara de los uruguayos. “Diez años atrás tenían caras largas, tristes”. Si el acto del 26 de marzo de 1971 fue, a decir de Juan José Crottogini, “un plebiscito de la alegría y de la esperanza”, los actos de ahora son, además, “un plebiscito de la confianza”. “Los uruguayos creen en este proyecto político”, no sólo porque “el país estaba fundido” cuando el FA llegó al gobierno en 2005 y logró “recuperarlo” y “crecer”, sino también porque “no prometemos lo imposible”. En materia de educación, dijo que por ejemplo, “hay un remate de cuántas escuelas de tiempo completo va a hacer cada candidato cuando asuma. Uno dice que 500, otro que 700, y no se sabe si hay tantos docentes, o si hay edificios para tantas escuelas”. “Nosotros no entramos en ese remate. Prometemos lo que se puede cumplir”, dijo, y comentó que una meta puede ser la de llegar, por etapas, a las 500.
Con “la matriz que nos imponen”, con “el adoctrinamiento”, indicó, también “hacen ver que en la educación está todo mal, y no es así”. Una vecina asintió, pidió el micrófono y contó que sus hijos, “que ya son hombres, no tenían posibilidad, por ejemplo, del pasaje gratis” para ir al liceo. “Ahora el que no estudia es porque no lo incentivan en la casa”, agregó, y Vázquez, vuelto público, aplaudió. Más tarde recordó que “también hubo grandes cambios en la UTU. No está todo mal, como nos quieren hacer ver. Hay que mejorar, claro”.
Otra vecina de Cardal pidió la palabra, pero para plantear una inquietud. “Con las fumigaciones están contaminando todo. Cada vez hay menos peces”. “Dígamelo a mí, señora”, respondió el precandidato.
También “hay para mejorar” en otros muchos escenarios, dijo, pero siempre “menos de lo que había para hacer cuando llegamos al gobierno”. Siempre reflexivo y agregando un comentario en cada ítem, habló de los derechos laborales, de que la posibilidad de sindicalizarse “antes era impensable”, de mejoras en los ingresos y de “mejor distribución de la riqueza”. “Hemos disminuido la pobreza, pero tenemos que mejorar la igualdad”.
En Sarandí Grande, el precandidato hizo un párrafo aparte para hablar de “los logros en cultura”, a la cual el FA “considera un derecho humano fundamental”, como lo es “la salud, la educación”. “Queremos que, como dijo Artigas, los orientales sean tan ilustrados como valientes”. Los Centros MEC, las diferentes reactivaciones del SODRE y hasta los cambios en Televisión Nacional del Uruguay pasaron por la lista.
El cierre de la jornada, que fue en Sarandí, se hizo con un pedido complicado: corear “no a la baja”. Algunos intentaron. Los demás aplaudieron.