Rico reconoce que las cuestiones reglamentarias -mañana el Consejo Directivo Central (CDC) resolverá si lo habilita a competir con el matemático Roberto Markarian- han postergado la elaboración de su plataforma programática. Además, se define como continuador "pero no continuista" de la gestión de Rodrigo Arocena, opina que muchas críticas al proceso iniciado en 2006 se basan en "eslóganes" y proyecta un vínculo de la Udelar con la Universidad Tecnológica (Utec), más allá "de las chacras".
-Las corrientes más críticas con la gestión de Arocena hablan de un statu quo universitario. ¿Se consolidó tal cosa en estos ocho años?
-Lo que hay es una continuidad de las políticas, que tampoco es impuesta y que está en permanente revisión. Los mecanismos que tiene la Udelar para desarrollar sus políticas -me refiero al cogobierno- determinan que por más iniciativa que tenga una autoridad de turno, permanentemente es objeto de revisión y de posible cambio. Es cierto que desde hace un tiempo se llevan a cabo políticas dentro de una matriz programática parecida, pero no le llamaría statu quo. Hay sí una estabilidad en las políticas universitarias, que ha permitido este rumbo en los últimos años de la Udelar. Estas transformaciones no empezaron en 2006, sino que involucran a otros rectorados, como el de Jorge Brovetto y el de Rafael Guarga, y han tenido un empuje mayor con Arocena, entre otras cosas, porque el contexto de desarrollo del país lo ha permitido.
-Su candidatura aparece como la continuación de Arocena. En estos años, como miembro del CDC, ¿ha tenido matices con el actual rector?
-Sí, en muchas discusiones, tanto en el CDC como en el Consejo Delegado de Gestión Administrativa y Presupuestal o en la comisión mixta ANEP-Udelar, hemos planteado observaciones críticas puntuales sobre propuestas o resoluciones de temas. Pero esto no implica convertirse en un obstáculo o poner palos en la rueda a una política que se decide colectivamente, y en la que nuestro voto es uno más. Una cosa es asegurar la continuidad de las políticas universitarias y otra cosa es ser continuista de la propuesta que encarna una persona. Yo estoy por la continuidad, y no infiero de ello que sea un continuismo a ultranza.
-En materia programática todavía no hay documentos sobre sus propuestas. ¿En qué etapa está?
-El tema es que yo no me estoy preparando desde hace años para ser candidato a rector. Es más, la motivación personal para esta candidatura se originó hace poco, por la negativa del CDC a constituir una comisión para estudiar la presentación de varios candidatos que no cumplían con las condiciones establecidas por la Ley Orgánica [LO]. Consideré que el peor escenario para la Udelar era el de una candidatura monopólica, porque eso iba a coartar el carácter plural y a generar que una diversidad de actores que participaron en el proceso en los últimos años quedaran sin voz y sin voto. Con el objetivo de asegurar que el carácter democrático de la Udelar también se refleje en la multiplicidad de candidaturas y de opciones, decidí activar los mecanismos de otorgamiento de mi título, para competir por el rectorado. Admito que hay un desfasaje con las propuestas concretas de mi plataforma y de mi programa, que se explica por este tiempo que ha llevado el trámite y porque me impuse no tomar una iniciativa propositiva hasta tanto esta solicitud no concluya. Ahora que se está cerrando esta etapa [el CDC se reúne mañana para adoptar postura], es algo que estoy obligado a hacer.
-¿Cuáles serían las líneas o los énfasis con los que se siente más identificado?
-El programa tiene que tener un carácter abierto y colectivo. Se puede poner énfasis, pero el programa es, antes que nada, de la Udelar y por eso necesita ser discutido por todo el demos universitario. Hay principios que deben atravesar la elaboración de un programa: la educación como un derecho fundamental y como un bien público, la autonomía, la laicidad, la libertad de cátedra, la reivindicación de que un programa debe estar transversalizado por el objetivo de una producción de conocimiento científico, social y artístico de calidad. También debe saber articular la relación entre trabajo y educación en todas las propuestas concretas, asegurar que nadie se quede sin estudiar, que tenga educación continua toda la vida y que el modelo de universidad recoja la tradición de la reforma de Córdoba y de la Universidad Latinoamericana. A partir de esos ejes transversales, hay que avanzar con propuestas concretas de lo que queremos hacer en investigación, enseñanza, extensión, programas de posgrados.
-El impulso por modificar la LO quedó por el camino. ¿Qué planes tiene, en caso de que sea rector?
-Hay que entender que ésta no es una decisión de resorte exclusivo de la Udelar. Hay una parte importante que está en manos del Poder Legislativo. Por eso, debemos trabajar mucho en torno a la confianza de los representantes políticos en su relación con la Udelar, para asegurar una correspondencia con el planteo que la Udelar eleve a consideración del Parlamento. Existen antecedentes de opiniones de la Udelar que no han sido completamente respetadas por el poder político, y algunas decisiones del poder político que no tuvieron en cuenta la opinión de la Udelar. Ahora tenemos que recuperar un diálogo y la confianza entre el poder político y la Udelar, respetando garantías como la autonomía y el cogobierno.
-Durante este debate interno también hubo tensiones en la interna universitaria.
-Deberemos buscar los acuerdos internos más amplios, retomando la discusión del articulado que tuvimos en estos años, para lograr internamente la mayor expresión de acuerdo en cada uno de los artículos de la LO. La fortaleza de negociación de la Udelar depende de ese acuerdo interno. El objetivo para el próximo período sigue siendo reformar la LO o avanzar democratizando la institucionalidad universitaria en el marco de la normativa vigente. Porque en los últimos años, desde el rectorado de Guarga hasta ahora, la Udelar ha creado ámbitos de decisión sin reformular la LO; por ejemplo, el Consejo Delegado de Gestión y Administración, y un Consejo Delegado Académico.
-¿Considera que la llegada del Frente Amplio al gobierno ha determinado una pérdida de autonomía o independencia de la Udelar?
-Es imposible pensar en una Udelar aislada o contraria a las autoridades gubernamentales, independientemente de su signo político. Tenemos que ejercer una autonomía responsable y no presentarnos como un ente autárquico, que sólo exige lo que establece nuestra tradición o nuestras demandas presupuestales. He trabajado en proyectos muy cercanos a la voluntad gubernamental, y no creo que haya que plantear nada en términos de autonomías avasalladas. Quizá el elemento más crítico en estos años fue que en la última ley presupuestal el Parlamento decidió priorizar dos programas de los seis que presentó la Udelar, y otorgó recursos incrementales al plan de obras y al desarrollo del interior. Muchos han visto esta decisión del Poder Legislativo como una injerencia, en la medida que condiciona presupuestalmente líneas de desarrollo de la Udelar.
-¿Usted qué opina?
-Que está dentro del marco de decisiones del Legislativo fijar presupuestos y establecer prioridades. La Udelar se expresó, y muy críticamente, en todos los niveles sobre esa situación, pero una vez que esa opinión no fue tenida en cuenta, es lógico que se nos mida por una ejecución eficaz de esos recursos otorgados. Es evidente que los otros programas no han tenido un desarrollo como el que habían tenido en el quinquenio anterior. Hubo una conservación y un retroceso en esos programas universitarios, en particular en el desarrollo institucional de los servicios en Montevideo, que con un presupuesto congelado no han podido crear cargos, financiar nuevas carreras o mejorar en aspectos edilicios.
-¿Cómo debería ser el vínculo de la Udelar con la Utec?
-Primero, debería estar enmarcado en la comisión coordinadora del Sistema Nacional de Enseñanza Terciaria Pública, como un gran paraguas institucional; también mediante programas conjuntos e iniciativas concretas. Además, existen convenios posibles entre facultades y la Utec para lugares específicos. Estos tres niveles posibles tienen que ir acompañados de una voluntad de cooperación de la Udelar hacia esta nueva institucionalidad. Podemos tener leyes, ámbitos institucionales y programas conjuntos, pero si a todo esto no le ponemos también una cuota importante de confianza, buena voluntad y relacionamiento colectivo e interpersonal, entonces las cosas no van a caminar. A veces se subestima y hasta se ironiza cuando la institucionalidad se corresponde con un interrelacionamiento personal de confianza y buena voluntad. Pero, en este caso, venimos de tradiciones diferentes y de instituciones diferentes; siempre se recuerda la polémica Grompone-Vaz Ferreira, que originó también tradiciones en las instituciones que crearon. Como venimos de instituciones y tradiciones diferentes, si no hacemos un proceso de recorrido conjunto que nos permita ganar la mutua confianza, y en esa buena intención corregir errores, no hay sistema posible. Debemos asegurar objetivos superiores por encima de las chacras, ganando la confianza en los colectivos docentes que forman parte de estas instituciones, porque para crear un sistema e implementar programas conjuntos necesitamos un convencimiento de los cuerpos docentes. Y si tenemos cuerpos docentes retraídos y desconfiados, que sospechan de las buenas intenciones de las directivas y de los jerarcas, efectivamente no vamos a tener una implementación adecuada.
-¿Qué origen tienen esas chacras? Hablaba de tradiciones arraigadas y hasta de componentes ideológicos, pero a veces parecen sólo luchas de poder.
-Hay un peso de las tradiciones y hay mentalidades institucionales predominantes. Quizá hace un tiempo había componentes ideológicos más determinantes, pero es evidente que la distribución presupuestal también condiciona mucho. Uno puede hablar de "sistema", pero en la medida que no haya presupuestalmente un reconocimiento de ese sistema, los dineros van a seguir siendo asignados por las instituciones existentes, sin recursos extras para un programa conjunto. Deberíamos ir a un diseño de ley presupuestal que contemple los cruces que se están dando en este sistema, por ejemplo, para la construcción de edificios y campus, programas conjuntos para preparar tecnólogos, emprendimientos de posgrado conjuntos o experiencias de grado que estamos haciendo con la ANEP, como la Licenciatura en Educación Física en Melo, o el Doctorado en Educación entre la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y el Consejo de Formación en Educación. Para estas cosas necesitamos un presupuesto específico y compartido, que implica cambios en la ley presupuestal. Y es cierto, también, que hay situaciones de poder que dominan en espacios conocidos y en rutinas aceptadas. Por eso, los cambios, ya sea un programa de estudio o la jerarquización de un instituto o de un centro, terminan desestabilizando determinados núcleos de poder. ¿Por qué? Porque no podés seguir administrando desde la misma rutina, porque tenés controles más allá de tus círculos más cercanos o porque tenés rendiciones sociales de cuentas, que van más allá de tu propia institución. El nuevo rediseño del sistema público de educación desacomoda los poderes y las rutinas dominantes en todos nuestros ámbitos educativos, y eso ha originado cierto espíritu defensivo, tratando de conservar el statu quo o intentando reproducir mecanismos inerciales.
-La expansión de la Udelar en el interior se presenta como uno de los resultados más importantes de la gestión de Arocena. ¿Comparte esa apreciación?
-No tengo dudas. Si bien es algo que no arrancó ahora, en los últimos años, con los recursos presupuestales adecuados, hubo una sistematización, una continuidad y una avalancha de iniciativas que permitieron marcar un diferencial muy importante. En esto también hay que superar el espíritu de chacra, mirar más allá y decir que con esta política de descentralización, la Udelar también está construyendo un objetivo de país, tejiendo vínculos a nivel local que conforman un entramado social consistente, que está también sosteniendo esta presencia de la Udelar en el interior. El balance es muy positivo.
-¿Y en cuanto al nivel académico? Han surgido críticas; por ejemplo, se habla de "liceos terciarios".
-Creo que son eslóganes que tienen que ver con la necesidad de sintetizar publicitariamente estos resultados en una campaña electoral [para el rectorado]. No es cierto que no haya existido una evaluación del desarrollo en el interior. El CDC ha recibido permanentemente informes sobre la marcha de estos polos de desarrollo, y han funcionado comisiones de evaluación integradas por los servicios de referencia universitaria en Montevideo. ¿Cómo puede decirse que no hubo evaluación? Se ha evaluado y además se ha tenido el cuidado de no establecer otro eslogan, que indica que en el interior los cursos son clase B y en Montevideo son clase A. En el interior el objetivo es el mismo: la mejor calidad en la investigación, en la docencia y en la extensión. La Asamblea General del Claustro tuvo una sesión específica para evaluar este desarrollo. Esto no quiere decir que no haya que continuar evaluando y mejorando, pero sin detener este desarrollo.
-Las políticas de extensión universitaria han generado polémica en esta carrera por el rectorado. ¿Cuál es su opinión?
-En primer lugar, reivindico conceptualmente la función de la extensión de la Udelar. Esto se ampara en una larga tradición de la institución. Al menos desde mediados de los años 50 -y con la excepción de la etapa dictatorial, que prohibió la extensión en la Udelar-, estas actividades son una presencia. Son antecedentes que nos revinculan con el modelo de la Universidad Latinoamericana. Más concretamente, en los últimos años, y sobre todo en el segundo período del rectorado de Arocena, hubo un empuje muy importante a las actividades de extensión. Este empuje, que a veces es criticado, representa apenas 0,8% del presupuesto universitario, o sea que el apoyo ha crecido sobre todo en relación con lo poco que se la apoyaba en el pasado. Y esto algo que nosotros seguiremos haciendo. Por otra parte, la extensión, al igual que la investigación y la enseñanza, se rige por parámetros de calidad académica y produce investigación original. Por otra parte, éste es un aspecto que nos revincula fuertemente con la sociedad, el cooperativismo, la autogestión, las formas organizativas populares, los sectores subalternos, las comunicaciones no formales o las historias sindicales. Ésa es también una agenda académica, que tiene los mismos parámetros de exigencia y evaluación que la investigación en las ciencias duras, en las ciencias sociales o en las humanidades.
-¿Es otro eslogan, entonces, vincularlo a tareas más militantes o voluntaristas?
-Creo que sí. Aunque también nos está alertando de que en la Udelar hay quienes consideran que hay un modelo de la extensión dominante o exclusivo. En materia de extensión, también tenemos que movernos con la misma diversidad y pluralidad con la que nos movemos en otras áreas de conocimiento o en la investigación.
-Otro énfasis entre los apoyos a Markarian son los pocos avances en cuanto al número de docentes con dedicación total. ¿Es una preocupación también para usted?
-Es algo para mejorar. Se ha avanzado. Actualmente tenemos 972 docentes en ese régimen y es una proyección en aumento, aunque siga siendo insuficiente y haya problemas, no sólo presupuestales, para que los docentes accedan a ese régimen. Tenemos condiciones para duplicar ese número en el próximo período de cuatro años. Otra herramienta es fortalecer la alta dedicación, que es otra de las formas de vinculación de los docentes con la Udelar.
-¿Cuánto pesa lo político en esta campaña por el rectorado?
-Las elecciones universitarias son elecciones sin aparato, en las que todavía la voluntad o la vocación de servicio son factores determinantes. No se manejan recursos "de campaña" y, a diferencia de otros años, creo que tampoco tiene un peso decisivo lo que pueda incidir tal o cual partido político. No es que los partidos o los sectores políticos no estén atentos a este proceso, pero, como tales, su incidencia es menor a la que tenían en los 60 o a principios de los 70. Si uno mira las listas de adhesiones a las candidaturas, están más afincadas en voluntades personales o afinidades, más concretamente, en la adhesión a sus propuestas programáticas.
-¿Es determinante lo que decida el orden estudiantil, como lo ha sido en otras oportunidades?
-Sin duda, va a ser muy importante la decisión de la FEUU [Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay], que en esto obviamente es soberana y decide a partir de lo que expresen sus mayorías. Es algo que está en la agenda de la dirección de la FEUU, aunque ya hubo pronunciamientos de centros [Ingeniería se pronunció a favor de Markarian; Ciencias Económicas y Ciencias Sociales, lo hizo a favor de Rico], pero falta obviamente un pronunciamiento más determinante a nivel de los claustristas.