No es usual ver a Luis Lacalle Pou (Partido Nacional) y Pedro Bordaberry (Partido Colorado) aplaudidos en instalaciones de la Universidad de la República (Udelar). Tampoco es común que estos candidatos presidenciales compartan una mesa con otros de mucha menor adhesión como Gonzalo Abella (Unidad Popular), César Vega (Partido Ecologista Radical Intransigente) o Rafael Fernández (Partido de los Trabajadores). Y si algo fuera de lo común le faltaba a la cita de ayer fue que el chivo expiatorio de la jornada fue el candidato del Partido Independiente, Pablo Mieres, quien recibió varios abucheos, luego de su discurso y al retirarse del Paraninfo de la Udelar.
Todo esto fue posible en una charla sobre megaminería en Uruguay, llamada “Perspectivas de la minería de gran porte en Uruguay”, organizada por el colectivo Uruguay Libre de Minería. Con pequeños matices entre ellos, la mayoría de los oradores criticó el proyecto minero de Aratirí. El único defensor, no del proyecto sino de la megaminería, fue Mieres, aunque no fue el único abucheado: el candidato por el Frente Amplio, Tabaré Vázquez, también fue fuertemente cuestionado, especialmente por Abella y Vega, por ser el único ausente en la cita.
Ajo y agua
Vega fue el más aplaudido de la actividad. Llegó con una ristra de ajos “uruguayos, y no cultivados en China en condiciones de esclavitud”. Según argumentó, cultivando 10.000 hectáreas de este vegetal (un área similar a la que comprenderían las minas de Aratirí) se les podría dar trabajo a 40.000 personas (casi 35.000 más de las que ocuparía el proyecto durante su construcción), aunque esa cantidad de ajo “nunca se plantó en Uruguay”. Vega ironizó con que Zamin Ferrous es una empresa del Partido Socialista (PS), argumentando que tanto el gerente general del proyecto, Fernando Puntigliano, como Vázquez, el ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, y la ex titular de la Dirección Nacional de Medio Ambiente Alicia Torres pertenecen a este sector político. “En realidad, espero que no sea una empresa del PS, porque el PS ha aportado invalorables políticos a la historia del país”, aclaró. Vega también criticó el proyecto del puerto de aguas profundas y advirtió que la Cuarta Flota del Comando Sur de Estados Unidos actualmente no tiene dónde parar en el océano Atlántico. “Pueden decirnos que estamos locos, pero vamos a ver”.
Minutos después, Fernández haría referencia a los ajos de Vega: “Yo no traje la estaca, porque a este proyecto, que es realmente vampiresco, habría que clavarle una estaca bien profunda”. También sostuvo que la iniciativa de Aratirí es “corrupta, podrida y escandalosa”. Fernández impulsa una recolección de firmas para una reforma constitucional que prohíba la megaminería metalífera a cielo abierto. Sobre el final los candidatos se expresaron sobre esta posibilidad pero ninguno apoyó íntegramente la iniciativa.
Bordaberry advirtió que esa reforma podría generar complicaciones con proyectos que vienen trabajando sin complicaciones, que incluso podrían enjuiciar al Estado. “Si fuera hacia adelante yo expresaría mi acuerdo”, aclaró. Vega argumentó que no es correcto “plebiscitar sin fecha de vencimiento”, ya que no es legítimo elegir el futuro para quienes habiten el país dentro de 30 años.
Fernández chocaría sobre el final del debate con Vega, cuando sostuvo la necesidad de llevar adelante la industrialización del país. “El futuro del país es la producción de ajos y no de estos chirimbolos [por el celular que tenía en su mano]. La vocación del Uruguay es con la pradera, el agua y nuestras tierras”, aseguró Vega, ante el aplauso del público.
Minutos antes, Abella había advertido que “el neoliberalismo impera en los cuatro partidos” con representación parlamentaria y describía cómo en las escuelas rurales “se cierran las puertas” cuando “viene el avión” de la fumigación de los monocultivos como la soja transgénica.
Constitución, Estado unitario y descentralización
Otro tema que se debatió en la mesa fue la decisión de la Cámara de Diputados de dejar sin efecto un decreto aprobado por la Junta Departamental de Tacuarembó que declaraba al país libre de minería metalífera. Mieres argumentó que la decisión del Parlamento fue legítima en la medida que Uruguay es un Estado unitario y los departamentos no tienen potestad para definir qué tipo de producciones económicas quieren realizar. Bordaberry, en cambio, dijo que la decisión del Parlamento es pasible de ser impugnada y legitimó la decisión tomada por “el pueblo de Tacuarembó”.
Otro tema que enfrentó a Mieres y Bordaberry fue el cumplimiento del acuerdo multipartidario sobre megaminería. Mieres, que defendió la Ley de Minería de gran porte, dijo que el proyecto presentado por el Ejecutivo reflejó lo que se había acordado (incluso sostuvo que de no aprobarse la ley los cuidados ambientales serían menos, porque regiría el viejo Código de Minería) y cuestionó a todo el Partido Colorado y parte del Partido Nacional por bajarse del acuerdo: “Me hace acordar a lo que pasó con la planta de celulosa. El gobierno de otros partidos lo quería y el FA se oponía, pero luego llegaron al gobierno y lo vieron como una oportunidad. Ahora esto es necesariamente al revés”. Bordaberry respondería que el proyecto de ley no incluyó puntos del acuerdo como el respeto de leyes de ordenamiento territorial, las disposiciones para evitar temas secretos, confidencialidades y exoneraciones tributarias.
Había abierto el encuentro Lacalle Pou cuestionando que el gobierno negocie la “soberanía ambiental” y que haya presionado a la Dinama a apurar las aprobaciones ambientales. También cuestionó que el puerto de aguas profundas cambió su lugar cuatro veces en cinco años, y que para funcionar necesita 62 millones de toneladas que hoy por hoy son imposibles de asegurar. “Acá no hay un pueblo o una ciudad atrás. Hay un operador ligado”, sostuvo, asegurando que Aratirí y este proyecto están “profundamente ligados”.
Mientras ocurría el evento, una bengala explotó en uno de los salones de la Facultad de Derecho. Además de la bengala se encontraron en el salón tres botellas de nafta y una garrafa de medio kilo que no llegaron a encenderse.