“Los chorizos y la panceta matan causando cáncer, como el cigarro” (ver http://www.elpais.com.uy/vida-actual/oms-embutidos-carne-cancer.html). Con esa rigurosidad técnica, la mayoría de los medios de información levantó y difundió un pésimo comunicado (por lo poco claro) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el vínculo entre las carnes procesadas y el cáncer.1 Además de hacer temblequear a los frigoríficos, este comunicado causó bastante revuelo y un pánico infundado.
Aquí trataremos de reflexionar sobre este tipo de incidentes: su peligrosidad, sus causas y qué se podría hacer para evitarlos. Lejos de querer ser alarmista, voy a intentar demostrar por qué difundir contenidos falsos o de mala calidad puede acarrear consecuencias muy negativas para la salud física y mental (de los que los reciben y de terceros), particularmente en temáticas de interés social como las vinculadas a la salud pública.
Toda gran redistribución de poder conlleva una gran redistribución de responsabilidad
Internet ha cambiado sustancialmente la forma en que los uruguayos nos informamos sobre las cosas que pasan en el país y en el mundo. No sólo se “descentralizaron” los lugares donde consumimos la información, sino que ahora también somos nosotros mismos los que la producimos o -quizá siendo un poco más realistas- los que decidimos qué noticias/artículos leemos, compartimos, y cuáles no.
En otros términos, parece existir un cambio importante en la distribución del poder en relación con la producción y el consumo de información. El asunto es que, como decía el difunto Ben Parker (1962), “con un gran poder viene una gran responsabilidad”. Si el “gran poder” es la posibilidad de contar con niveles nunca antes sospechados de información a nuestro alcance y -al mismo tiempo- con una capacidad de redirigirlos y difundirlos a piacere entre nuestros pares, la gran responsabilidad refiere entonces a la necesidad de un mínimo de evaluación, crítica y filtro de los contenidos que leemos y decidimos repostear o retuitear.
Cuando la cosa se pone viral pero no en sentido figurado
¿Por qué hablar de “responsabilidad” ante acontecimientos tan mundanos? Permítanme presentar un ejemplo puntual y bastante actual. A comienzos de esta década, diferentes figuras mediáticas y “activistas online” de Estados Unidos comenzaron a reflotar el mito de que existe un vínculo causal entre la vacunación en niños y el autismo. Para defender sus argumentos se basaron en “evidencia” y seudociencia (o ciencia mal entendida) como la del siguiente artículo: [http://www.activistpost.com/2013/09/22-medical-studies-that-show-vaccines.html.2] Sin información y conocimientos básicos sobre cómo funcionan la ciencia y sus aplicaciones, un grupo importante de personas tomó como válida esta información. Las consecuencias fueron nefastas: en 2010 y 2012 reaparecieron brotes de tos convulsa, una enfermedad que puede ser mortal en niños pequeños pero que es fácilmente prevenible mediante la vacunación. En California, en 2010, murieron diez niños y se registraron 9.120 casos de esta enfermedad, la peor epidemia en 60 años. Diversos estudios vincularon este brote con conglomerados de hogares que rechazaron vacunar a sus hijos por motivos no médicos o, en otros términos, ideológicos.3
¡Es la ciencia, estúpido!
El problema radica en que las habilidades para evaluar la veracidad y calidad de niveles cada vez mayores de información no son innatas. Alexander van Deursen, Ellen Helsper y Rebecca Enyon (2015)4 conciben las Informational Internet Skills como las competencias de los internautas para buscar información online exitosa y eficientemente, así como para evaluar su veracidad: desde evaluar si un sitio web es confiable o no hasta la sana costumbre de comparar más de un sitio web antes de decidir si cierta información es veraz (Van Deursen et al., 2015).5
Sucede que éste es un asunto que va mucho más allá de internet, y se vincula con aspectos más generales sobre la forma en la que comprendemos el mundo exterior. En otros términos, lo que la literatura denomina alfabetización científica y alfabetización estadística. La primera puede entenderse, en términos generales, como la habilidad para utilizar conocimientos preexistentes para identificar nuevas preguntas, adquirir nuevos conocimientos y poder realizar juicios basados en evidencia sobre fenómenos empíricos de la realidad.6 La segunda refiere a la habilidad para utilizar un pensamiento crítico a base de datos, números y estadísticas usadas en argumentos/discusiones. Es necesaria para comprender materiales presentes en los medios de prensa tradicionales y digitales, particularmente en relación con la lectura e interpretación críticas de tablas, gráficas y encuestas.7
¿Y por casa cómo andamos?
Si bien se carece de datos para la población adulta del país, los resultados de los jóvenes de 15 y 16 años evaluados en las pruebas PISA resultan uno de los indicadores más confiables posible.8 Tal como en el resto de las competencias evaluadas por PISA, el país no se encuentra en una buena situación. No sólo Uruguay presenta niveles de alfabetización científica considerablemente bajos comparados con otras naciones, sino que, aun comparándonos con nosotros mismos, Uruguay es uno de los pocos países en todo el mundo que redujeron su desempeño en ciencias entre 2006 y 2012 (PISA-OECD, 2015). Asimismo, existe un segundo problema más conceptual: las competencias en ciencia no despiertan el mismo interés que las de matemáticas y lenguas.
No deberíamos esperar a tener nuestra propia epidemia prevenible para empezar a trabajar en el tema. Diversos episodios locales recientes pueden ser entendidos como señales de alerta en relación con la comprensión ciudadana sobre temas con base científica y de interés social. Además del episodio de la OMS y las carnes, discusiones y desinformación en notas sobre la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (http://www.elpais.com.uy/que-pasa/hpv-vacuna-msp-presa-polemicas.html) o la calidad del agua local se caracterizaron por su escaso rigor. Asimismo, una correcta interpretación de datos sobre política educativa, de salud o carcelaria (por poner algunos ejemplos) depende de un adecuado análisis de encuestas y de datos administrativos. Una comprensión mínima de nociones como aleatoriedad y representación estadística es básica para entender todos estos fenómenos; es muy ingenuo suponer que la mayor parte de la población las posee.
Sólo a modo de reflexión, propongo pensar dos “caminos” paralelos sobre los cuales considero que sería posible avanzar en la temática.
Por un lado, capacitar a quienes redactan la información en los medios de comunicación tradicionales: a diferencia de los expertos en una temática, los periodistas deben escribir sobre un universo de temáticas amplísimo, con enormes limitaciones de tiempo. Si deseamos que la ciencia (dura o social) llegue a la ciudadanía en forma razonable, deberíamos asegurarnos de que quienes la “traducen” tengan los recursos y conocimientos mínimos necesarios para hacerlo en forma adecuada.
En segundo lugar, sin dejar de enfatizar en la relevancia de la matemática y la lengua, podríamos comenzar a darle mayor énfasis al aprendizaje científico y estadístico, en un sentido amplio. Si se comparte al menos alguno de los argumentos que esbocé aquí, la habilidad para comprender y cuestionar los niveles de información cada vez mayores con los que se nos bombardea resultaría clave para el ejercicio de una ciudadanía responsable.
Una versión de esta columna fue publicada en el blog Razones y personas.
Recomiendo este artículo sobre el problema del anuncio de la OMS y cómo lo encaró el periodismo: http://ladiaria.com.uy/UJF.
Si, por otro lado, se desea abordar rápidamente todos los contraargumentos y evidencia científica en torno al fenómeno, recomiendo este video: http://ladiaria.com.uy/UJG.
Atwell, J. E., Van Otterloo, J., Zipprich, J., Winter, K., Harriman, K., Salmon, & Omer, S. B. (2013). “Nonmedical Vaccine Exemptions and Pertussis in California, 2010”. Pediatrics, 132(4), 624-630. http://pediatrics.aappublications.org/content/early/2013/09/24/peds.2013-0878.
Para quien le interese un listado de armas un poco más sofisticado para realizar esta tarea, un excelente artículo: http://ladiaria.com.uy/UJH.
PISA-OECD, 2015. http://www.oecd.org/pisa/pisaproducts/Draft%20PISA%202015%20Science%20Framework%20.pdf.
Bidgood, P., Hunt, N., & Jolliffe, F. (2010). Assessment Methods in Statistical Education. John Wiley & Sons Inc.
Más allá de que la definición de alfabetización científica de PISA se focaliza casi únicamente en “ciencias duras” o aspectos tecnológicos. Algo similar sucedió con los SERCE y TERCE, donde se estudió únicamente “Ciencias de la Naturaleza”.