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Marco Vignuzzi durante el foro“The Precision Medicine Revolution”, el viernes, en el Auditorio de la Torre de las Telecomunicaciones Foto: Santiago Mazzarovich

Entre lo individual y lo global

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Científicos se reunieron en Uruguay para avanzar en la medicina de precisión.

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Alrededor de 40 científicos de Europa, Estados Unidos, África y la región se reunieron la semana pasada en Punta del Este para trabajar en el modelado y análisis de datos de un proyecto del Institut Pasteur de Francia titulado The Healthy Human Global Project (Proyecto Global del Humano Sano). Detrás de todo esto está la medicina de precisión, un cambio revolucionario que comenzó en este siglo y que avanza a pasos agigantados. El viernes el escenario se trasladó a Montevideo, a la Torre de las Telecomunicaciones, donde ocho investigadores que participaron en el foro de Punta del Este dieron una charla -al estilo TED- en la que divulgaron sus conocimientos y las diferentes aristas de la medicina de precisión.

La idea central de la medicina de precisión es que cada individuo es único y por eso responde de manera diferente a los medicamentos y a las enfermedades; el punto de partida es la descripción genética de cada persona. Obtener esa información permite diseñar tratamientos personalizados, pero también predecir enfermedades, entre ellas el cáncer. Al mismo tiempo, se trabaja en la caracterización genética de los virus, y también sobre ellos existe la posibilidad de llegar a anticipar sus mutaciones. Ese campo se abrió a partir de 2001, cuando logró hacerse la primera secuenciación del genoma humano.

El foro de Punta del Este contó con el apoyo del Institut Pasteur de Montevideo y de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. Por medio de sus 33 institutos distribuidos en 27 países, el Institut Pasteur de París creó el Grupo Internacional de Análisis de Datos, que es coordinado por Magnus Fontes -profesor de matemática de la Universidad de Lund (Suecia) y fundador de una empresa de software en bioinformática-, que fue uno de los organizadores del encuentro en Uruguay. “Tenemos que trabajar de una manera global, porque los desafíos que tenemos son globales. Los virus no tienen fronteras, tenemos los mismos virus circulando en África, en Asia, en Latinoamérica, pero a veces son un poco distintos y tenemos que entender esas diferencias para poder combatirlos”, explicó Fontes a la diaria.

La medicina de precisión se apoya en datos de genética, epigenética y metabolómica a los que ahora se tiene acceso, resaltó Fontes, y, más allá de la posibilidad de diseñar tratamientos en forma individualizada, comentó que “lo más importante es que tenemos la posibilidad de no enfermarnos, de mantener al individuo sano, midiendo muchas cosas, como las proteínas que están circulando”. Más tarde, ante el auditorio, explicó en qué consiste The Healthy Human Global Project, del que es parte, y que tiene muestras de 1.000 personas “saludables o normales” francesas (tercera generación de europeos). De ellas recogen información sobre su estilo de vida, qué comen, cómo duermen; clasifican y contabilizan las células inmunes, buscan las diferencias genéticas entre las personas, las proteínas que circulan en cada individuo. “En base a todo esto queremos entender qué es un ser humano saludable”. Fontes dijo que el interés mundial al respecto es creciente y recordó la iniciativa del presidente estadounidense, Barack Obama, que en enero lanzó un proyecto para conocer la secuenciación de un millón de genomas estadounidenses.

El viernes, en la apertura de la charla, Ricardo Ehrlich, miembro del Comité Científico Internacional del Institut Pasteur de Montevideo, hizo énfasis en la ética que se requiere para trabajar en la producción, almacenamiento y uso de toda la información biológica que se está recogiendo. Pidió hacer “ciencia con conciencia” y mencionó la necesidad de desarrollar “iniciativas abiertas, solidarias, para asegurar que la salud llegue a cada persona. Si no asumimos eso, los avances de la ciencia van a llegar con distinta velocidad a unos y a otros, como ocurre hasta ahora”, vaticinó.

Fontes coincidió con esa visión y recordó que el Institut Pasteur es una organización sin fines de lucro, que está trabajando con acceso abierto de datos: “Queremos compartir todos los conocimientos, todos los métodos, lo que es clave para la posibilidad de reproducir los resultados”. Están trabajando también con la Organización Mundial de la Salud y Médicos sin Fronteras.

El intercambio global parece ser la única forma de trabajar el tema. Fontes reafirmó esa idea diciendo: “Nos dimos cuenta claramente durante el brote de ébola en África, el año pasado, de que teníamos el conocimiento para actuar pero no podíamos hacerlo porque no estábamos coordinados; no podíamos sacar muestras de África porque era muy peligroso hacerlo, y tampoco podíamos poner secuenciadores. El tiempo no nos daba, tardamos en responder a esa crisis y la gente se estaba muriendo. Para evitar esas situaciones en el futuro es que queremos actuar y montar esta red, esta infraestructura global”.

Clave matemática y computacional

Gonzalo Moratorio es uruguayo y doctor en Biología Molecular. Trabaja actualmente en el Institut Pasteur de París y en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Contó que en estos tres años del posdoctorado que cursa en París ha tratado de establecer puentes con estudiantes de Uruguay de las facultades de Ciencias y Medicina, a los que ahora se suman estudiantes de matemática y de ingeniería “para entender y analizar los datos biológicos”. Denomina “nuevos acontecimientos” a “estas nuevas tendencias de empezar a usar la matemática y la ingeniería para analizar todos los complejos datos biológicos”. En diálogo con la diaria explicó que durante el siglo pasado la física fue explicada por la matemática y que “hoy en día creemos que la biología se ha convertido en la física de la matemática, y que claramente la naturaleza y la medicina están escritas con el lenguaje de la matemática, por eso necesitamos esas interacciones, con personas que trabajan datos masivos”.

El docente calificó el trabajo en Punta del Este de “extremadamente fructífero” por haber integrado a científicos de todas partes del mundo y de disciplinas totalmente diversas “para trabajar sobre datos que no están publicados y datos que generamos”. Entre ellos, mencionó su trabajo con Marco Vignuzzi, el director de uno de los laboratorios del Institut Pasteur París, que fue uno de los oradores del viernes. “Generamos un montón de datos de genomas de virus, por ejemplo del virus del dengue, básicamente el virus chikungunya. Pasamos ese virus por mosquitos y ratones de forma sucesiva, de forma de reproducir lo que pasa en la naturaleza, y con esos datos podemos interpredecir los próximos eventos o brotes epidémicos de esos virus”, detalló Moratorio.

En la charla, Vignuzzi explicó que el virus chikungunya, que propaga el mosquito Aedes, provocó una epidemia en 2005 a partir de una mutación, que permitió que esta especie de mosquito lo transmitiera en India. “En el laboratorio podemos infectar a los mosquitos y darles un virus que hemos caracterizado completamente”, dijo. De esa forma hacen un pronóstico de las mutaciones más probables que pueda tener el virus en el futuro; buscan también analizar por dónde se puede expandir el chikungunya en función de ambientes más y menos adaptativos para su desarrollo. “Si supiéramos todas las mutaciones buenas y las malas que puede tener un virus, podríamos tener mejor vigilancia sanitaria y hacer una lista corta de las mutaciones a las que tenemos que estar atentos sabiendo que pueden ser un problema. Esto quizá nos ayude a crear medicamentos antivirales y vacunas, pero lo más importante es la previsibilidad y la preparación. Para todo eso necesitamos no solamente los datos experimentales para lograr más precisión, sino también herramientas de computación, para poder trabajar a una escala mayor”, puntualizó Vignuzzi. Las grandes empresas de computación también están invirtiendo en esta área, que enviaron representantes al foro.

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