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Juan Geymonat e Ignacio Narbondo durante la entrevista. Foto: Santiago Mazzarovich

La melena invencible de aquel alemán

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Para docentes de extensión el debilitamiento del marxismo dificulta “entender a fondo el origen y las causas de las desigualdades”

Juan Geymonat es trabajador social e Ignacio Narbondo es ingeniero agrónomo. Ambos cursan la maestría en Historia Económica en la Facultad de Ciencias Sociales y se desempeñan como docentes en el Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio (SCEAM) de la Universidad de la República (Udelar), en el que desarrollan tareas de formación sindical y de investigación de problemáticas de los complejos productivos en la Unidad de Relacionamiento con el Sector Productivo. En diálogo con la diaria denunciaron los recortes impuestos por las autoridades de la Udelar al SCEAM y la nueva visión hegemónica de que “la mejor definición de extensión es la que no existe”. Contaron sobre su trabajo con los emprendimientos autogestionados y abogaron por la recuperación del marxismo para entender la sociedad y transformarla, algo que en el ámbito académico se dejó de hacer hace mucho tiempo.

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-¿Cómo describirían el trabajo que realizan desde el SCEAM?

JG: -Trabajamos con sindicatos y básicamente en dos líneas de trabajo, una que tiene que ver más con producción de conocimiento, vinculada a la cadena o complejo productivo, y otra que tiene que ver con formación. Desde hace unos años tenemos un grupo de estudio de economía política para canalizar la demanda de varios sindicatos en relación con la formación en esa área de economía marxista, sobre todo.

IN: -El SCEAM tiene como función fundamental la articulación de las actividades de vínculo entre la Udelar y el medio. Tiene dos grandes patas. Una es el vínculo con el afuera, entre nuestra unidad y otra importante, la Unidad de Estudios Cooperativos [UEC], que trabaja con experiencias autogestionadas y asociativas, y los centros de formación popular -tenemos uno en Bella Unión, que trabaja fundamentalmente con sindicatos y organizaciones sociales del complejo sucroalcoholero, y otro en Montevideo-. La otra pata es la promoción dentro de la Udelar, que cuenta con un conjunto de unidades destinadas exclusivamente a promover proyectos y pensar la comunicación de la extensión tanto hacia fuera como hacia dentro de la Udelar. En ese marco trabajamos en pensar las problemáticas de los sindicatos y organizaciones de los complejos productivos, en particular desde la perspectiva de la economía política marxista, como parte de una teoría social general que nos permita comprender la dinámica de la sociedad en la que vivimos, que proporciona algunos elementos para que los sujetos, organizados o no, comprendan el contexto en el que viven y a partir de eso definan sus estrategias para existir y transformar la realidad.

-Hay una preocupación por la sostenibilidad de los emprendimientos autogestionados o cooperativos.

JG: -La cooperativización por sí misma no resuelve los problemas de una empresa, porque ésta no controla factores externos como la competencia en un mercado, que le exige un ritmo de innovación y de incorporación tecnológica que no es el que está marcando la cooperativa, pero tiene que adecuarse a él o perece. Las cooperativas aisladas pueden sobrevivir en algunos sectores, pero hay otros donde se complica, por eso la necesidad de que el movimiento de autogestión o cooperativo tenga una mirada totalizadora, del conjunto de la sociedad. En esa pretensión de universalidad, de conquistar el conjunto de la sociedad, es donde se juega la existencia particular. Hay sectores en los que, increíblemente, las cooperativas son las que trabajan en peores condiciones, no porque sean malas en sí mismas, sino porque tienen que competir con monstruos transnacionales, y lo que tienen muchas veces para ajustar son los propios ingresos de los trabajadores, porque tienen limitados los créditos y no tienen la capacidad de incrementar la productividad como otras empresas. En términos un poco abstractos, en la conquista del conjunto de la sociedad es donde se juega la subsistencia de cada cooperativa.

-Ustedes señalan la ausencia del marxismo en el ámbito académico de la Udelar y se propusieron estudiarlo. ¿Es una constatación a partir de comparar la universidad con otras del exterior? ¿Cuáles son las causas de ese abandono?

JG: -Se la compara con otras universidades y también con la propia Udelar décadas atrás. Cada vez son menos los nuevos planes de estudio de las ciencias sociales que incluyen el pensamiento de Karl Marx, porque se pueden tratar autores que devienen de Marx, pero el pensamiento de Marx en el sentido profundo se trata poco y a veces hasta mal. El Marx que plantea la Udelar, o gran parte de sus cursos, es un Marx mecanicista, que se equivocó, un Marx ideológico, que ya fue superado por el avance de las ciencias sociales. Pero por más que las ciencias sociales quieran olvidarse de Marx, siguen discutiendo permanentemente con su fantasma. Hicimos un sondeo de los lugares donde se estudiaba a Marx y la producción que había años atrás en la Udelar, y si bien hay un mojón importante de quiebre durante la dictadura, con el retorno de la democracia se estableció una producción bastante importante de teoría marxista, de teóricos y académicos que venían desde antes produciendo en esa línea. En esa época, incluso autores no marxistas estaban obligados a discutir y a saber de Marx para discutir con el marxismo. Si uno era economista de izquierda en la década de los 80 o a fines de los 60 escribía con Marx. Hoy uno puede ser economista de izquierda y escribir sin Marx, usando una biblioteca neoclásica, y no hay ningún tipo de contradicción. No quiero decir con esto que Marx sea la Biblia de la izquierda ni que tenga que ser usado sí o sí, digo que no tiene ahora la presencia que tenía en ese momento. En los 90, con la caída del socialismo real se produjo una crisis bastante profunda, no sólo política sino teórica; hay toda una generación que empezó a producir en ese momento y que abandonó el marxismo. Nosotros mismos, queriendo estudiar a Marx, tuvimos que echar mano a veteranos o contactarnos con otros grupos de investigación que hay en Argentina o en Brasil, donde hay un desarrollo un poco más prolífero. En la generación que nos antecede no tenemos referentes.

IN: -Con el debilitamiento del marxismo en los últimos años, la sociedad humana se pierde importantes pistas teóricas para entender a fondo el origen y las causas de las desigualdades a todo nivel. Nos perdemos pistas para teorizar adecuadamente sobre los rasgos estructurantes de la sociedad en la que nos movemos. La izquierda, como aquel movimiento político que se creó con vocación transformadora, pierde una potencia muy importante, porque se pierde un montón de elementos para comprender mejor la sociedad que pretende transformar. Eso va en consonancia con el proceso que han vivido las izquierdas en los últimos años en Uruguay, en la región y en el mundo, de asimilación progresiva de los rasgos fundamentales de la sociedad en la que vivimos: la naturalización del mercado, del Estado, de la propiedad privada, y restringirse a gestionar de la mejor manera posible y con la menor desigualdad posible los procesos económicos y sociales a los que se enfrenta. Hay que recuperar el marxismo como herramienta para investigar, no sólo como ideología.

-La SCEAM se encuentra en una situación complicada por la reducción de recursos. ¿Qué fue lo que cambió en la Udelar?

JG: -Hay una reestructura aprobada por el Consejo Directivo Central que reduce a la mitad los cargos docentes y las horas docentes del SCEAM actual, en el entendido de que esa reducción va a descentralizar la extensión que hace la Udelar. Esos recursos que se van a eliminar a nivel central van a pasar a las facultades, con lo que se va a multiplicar la extensión. Pero eso es bastante discutible, porque, entre otras cosas, los programas centrales de extensión son los que dan el sustento para que se haga trabajo de extensión en las facultades. Los programas centrales actúan como multiplicadores de la extensión y no como concentradores o excluyentes de lo que hacen los servicios. Basta hacer un análisis histórico para ver que el momento en que más creció la extensión en las facultades fue cuando se fortaleció a nivel central. Pero hay cosas más complicadas que la reducción. Todo este año hemos sufrido hostigamiento y discrecionalidad en nuestras renovaciones como docentes; una especie de tratar de ganarnos por cansancio y de hacer una reestructura de hecho. Pero además, hay todo un movimiento conservador dentro de la Udelar, que entiende que la extensión tiene que reducirse porque limita a los docentes en su práctica con el medio, ya que la extensión, según está definida, prioriza dentro de su actividad a los sectores postergados. Eso fue una definición que se logró en el período del rector anterior, durante el cual se concibió la extensión como una actividad de vínculo, de diálogo entre el saber académico y el saber cotidiano de distintos sectores postergados. Ahora hay un movimiento, que creo que a esta altura es hegemónico en la Udelar, que va en contra de eso, porque entiende que es académicamente aislacionista, sin rigurosidad, y considera que la mejor definición de extensión es la que no existe, y que cualquier cosa que se haga para afuera de la Udelar es extensión.

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