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Refugiados sirios en la plaza Independencia durante una protesta por su situación en Uruguay.Foto: Iván Franco (archivo, setiembre de 2015)

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Las oportunidades laborales son el principal factor que dificulta la adaptación de los refugiados sirios.

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Octubre de 2014 fue un mes cargado de augurios. Además de las elecciones nacionales, en ese mes llegaron cinco familias sirias a Uruguay en busca de refugio. Hoy, más de un año después y tras algunos episodios en los que las familias expresaron su descontento, los resultados de la política de refugiados del país están a la vista: el segundo contingente con 72 sirios que iba a aterrizar en diciembre no vendrá.

Así lo había anunciado el canciller Rodolfo Nin Novoa a fines de noviembre. Aún falta que los 42 refugiados que están se adapten. Ayer, el secretario de Derechos Humanos de Presidencia, Javier Miranda, dijo que las dificultades se encuentran, principalmente, en el ámbito laboral. El diputado nacionalista Pablo Abdala, integrante de la Comisión de Población y Desarrollo de la Cámara de Representantes que ayer recibió a Miranda, aseguró que el gobierno “ha actuado criteriosamente” y que la nueva política de refugio, que se desprendió de esta experiencia, se materializará en la próxima Rendición de Cuentas, prevista para junio del año que viene. “La incorporación e integración de migrantes es una tradición del país”, sostuvo. Sin embargo, llegó a la conclusión de que el segundo contingente de sirios no vendrá.

Al término de la sesión, Miranda aseguró que el grado de inserción de las familias difiere en cada una, pero que el proceso de los niños y adolescentes ha sido “realmente muy bueno”, el de los jóvenes “no tan bueno, pero en general bueno”, y el de los adultos “el más dificultoso”. Sostuvo que los problemas se relacionan “con el manejo de idiomas, pero sobre todo con las oportunidades laborales que se han obtenido”. En ese sentido, agregó que “es fundamental que obtengan oportunidades en la medida de sus capacidades, no sólo por los ingresos económicos, absolutamente necesarios para el mantenimiento de las familias, sino también porque implica un proceso de inserción social”. Respecto de las distintas idiosincracias de uruguayos y sirios, Miranda aclaró que las “grandes diferencias” no pasan tanto por ahí, sino por los estratos sociales. “La distancia que cualquier montevideano puede tener con los que vivían en Alepo es menor que la que tiene el que vivía en Alepo con el que vivía en el medio rural profundo de Siria”, afirmó.

Por otro lado, Abdala señaló que el caso “más preocupante” y con dificultades “más severas” para la adaptación es el de una mujer viuda que “tiene cierta situación de analfabetismo del propio idioma árabe, y un problema de carácter intelectual”. A su vez, explicó que las dificultades también se dan por el “complejo” contexto internacional de los refugiados, habiendo cuatro millones de sirios desterrados, cuestión que “sin duda condiciona el estado de ánimo de las familias sirias” que se radicaron en el país. Abdala también señaló que el programa destinado a las cinco familias sirias les otorga, mensualmente, 36.000 pesos a las menos numerosas y 70.000 a aquellas que tienen más de diez hijos, “un componente monetario muy significativo si lo comparamos con el ingreso medio de los uruguayos”, apuntó. El programa, que comenzó en octubre de 2014 y se extenderá hasta diciembre de 2016, tiene un presupuesto de dos millones y medio de dólares.

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