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Fotografía sin datar de una movilización de apoyo a la República Española, en Montevideo. Foto: Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, s/d de autor

La columna uruguaya

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Proyecto de investigación propone recuperar los itinerarios de los voluntarios uruguayos que fueron a la Guerra Civil Española.

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“En lugar de fusiles cargábamos valijas rotas, maletines, mochilas deshilachadas y mugrientas”, recordaba en 1962 Juan José López Silveira en una crónica publicada en el semanario Marcha, 23 años después de que las Brigadas Internacionales se despidieran y cientos cruzaran hacia los Pirineos cuando la Guerra Civil Española (1936-1939) agonizaba.

La historia de Silveira y de otros cinco brigadistas uruguayos, junto a unos 70 voluntarios y voluntarias del país que se solidarizaron con la defensa de la II República (1931-1939), no sólo mediante el combate armado, sino con acciones de propaganda, atención médica y cuidado de niños, pretende ser recuperada por un grupo de historiadores, antropólogos y comunicadores, españoles y uruguayos, mediante el proyecto seleccionado en el Fondo Concursable para la Cultura del Ministerio de Educación y Cultura denominado: “Los voluntarios uruguayos en la Guerra Civil Española”.

Para recordar

Varios monumentos y memoriales recuerdan en Uruguay al holocausto español y honran la memoria de los voluntarios uruguayos: la plaza Lluís Companys; la plazuela dedicada al bombardeo de Guernica y la plaza Manuel Azaña, tres sitios inaugurados en Montevideo entre 1942 y 1944, además del parque Segunda República Española, ubicado en la localidad de Santiago Vázquez e inaugurado en 2009.

El interés por los brigadistas surgió durante una charla informal cuando compartían un asado de bienvenida en febrero del año pasado. La historiadora feminista María Cantabrana y el arqueólogo Carlos Marín, apenas arribados un mes antes desde Madrid a Montevideo, escuchaban atentos los detalles que la comunicadora uruguaya Karina Scarone -retornada también por aquellos días al paisito- brindaba sobre el homenaje a los brigadistas uruguayos organizado en 2009 cuando el Centro Uruguayo de Barcelona colocó una placa que recordaba a los caídos en la Batalla del Jarama. Ellos tres, junto con la historiadora Alicia Quintero y el antropólogo social Sergio Yanes, conforman el equipo interdisciplinario de investigación.

¿Quiénes fueron estos 70 uruguayos -sobre aproximadamente 40.000 voluntarios extranjeros- que combatieron en España? Poco se sabe al respecto. “Cuando piensas en las Brigadas Internacionales hay numerosas referencias de la Abraham Lincoln [estadounidense] y a las de México, Puerto Rico y Cuba, como representativas de las latinoamericanas, que suelen ser tomadas como un bloque”, explica Marín en diálogo con la diaria.

Siendo que Uruguay fue uno de los países que “más sintieron como propio el conflicto”, pasados casi 80 años desde que se iniciara la Guerra Civil, las referencias bibliográficas respecto de la participación de uruguayos en esa lucha son escasas, aunque existe un listado configurado por la Intendencia de Montevideo que puede apreciarse en el Parque Segunda República Española, en la localidad de Santiago Vázquez, inaugurado en 2009.

“Guerra no es sólo ir al frente de batalla”, enfatiza Cantabrana: “También hay que hablar de las que sostienen, de las mujeres invisibilizadas que no figuran en el listado pero que sabemos que tuvieron presencia en los comités de apoyo, o que pasaron por el campo de concentración de Gurs”, en Francia.

Aunque son seis los uruguayos enrolados como brigadistas (Hugo Fernández Artucio [en la Brigada Abraham Lincoln], Ramón Tajes, Andrés Risso, Edgardo Mutti, Esteban Balogh y Juan José López Silveira), el equipo de investigación no ha cerrado su criterio de selección respecto de las biografías que intentarán reconstruir, debido a la “variedad de perfiles” de quienes cruzaron el océano Atlántico al grito de ¡No pasarán!

Único en el mundo

Ante el avance de las tropas sublevadas hacia Madrid en setiembre de 1936, el gobierno republicano decidió crear las Brigadas Internacionales (BI) con el apoyo y reclutamiento de la Comintern y organizó en París el reclutamiento de unos 40.000 voluntarios procedentes de 50 países que querían defender la II República. Este ejército internacional fue único en el mundo, por su número y su carácter no mercenario, volviéndose emblema de la solidaridad internacional. Sus integrantes se aunaban según los países o regiones de origen, en las brigadas XI, XII, XIV y XV.

Las BI mantuvieron la Defensa de Madrid bajo control republicano hasta febrero de 1937, frenando el avance de las tropas sublevadas en zonas como la Casa de Campo y Ciudad Universitaria. Ese mismo año participaron en batallas como las del Jarama, Guadalajara, Beltiche y Teruel, entre otras. En 1938 quedaban unos 10.000 combatientes extranjeros que lucharon en la batalla del Ebro, antes de la disolución de estas columnas excepcionales.

La heterogénea columna uruguaya en la Guerra Civil Española estuvo conformada por anarquistas, comunistas, militares y por ciudadanos españoles que vivían en Uruguay y volvieron a sus tierras a luchar, entre otros.

De la columna se identificó hasta ahora sólo una referencia bibliográfica que pertenece a una de las crónicas que el periodista Alberto Etchepare publicó en el diario El País, compiladas en el libro Don Quijote fusilado (1941). En octubre de 1936 bautizaron a la centuria N° 65 “Julio César Grauert”. Ésta desfiló por las calles de Barcelona “entre los cálidos aplausos y vítores de la multitud. Fue un homenaje al Uruguay, progresista en sus leyes sociales y con un prestigio de país libre que Europa no olvidaba”, describió el corresponsal uruguayo.

Otras centurias recordaban al dirigente estudiantil cubano Julio Antonio Mella y a los revolucionarios Emiliano Zapata y Augusto César Sandino. Según Etchepare, la elección del nombre de la uruguaya radicaría en homenajear, en su calidad de “luchador antifascista” contra la dictadura de Gabriel Terra, a quien fuera militante batllista y muriera el 26 de octubre de 1933 tras ser baleado en la ciudad de Minas y agonizar dos días en el Hospital Militar.

Los investigadores reconocen que no pueden aspirar a saber qué vivió cada uno de los voluntarios en España, pero sí reconstruir las influencias que esta emblemática guerra tuvo en la conciencia política de los uruguayos. Los tres años de combates fueron “una etapa donde se fraguó la conciencia y sentimiento político -por ejemplo- de médicos anarquistas que viajaron y al volver participaron activamente en el Centro de Asistencia del Sindicato Médico del Uruguay [CASMU]; aquellas personas que impulsaron la extensión universitaria; o quienes sostuvieron más de 20 comités de apoyo en los barrios de la capital”, puntualiza Cantabrana.

Mientras que para López Silveira, la brigada latinoamericana fue “el único albergue, la única patria” en la intemperie del cruce por los Pirineos hacia Francia, el escritor Mauricio Rosencof señala el impacto que la Guerra Civil tuvo en la identidad política de los uruguayos porque gracias a ese episodio “nos formamos en la defensa de la institucionalidad que se dio en España”. En palabras del historiador Óscar Destouet para el proyecto en cuestión: “Esta guerra fue una escuela de aprendizaje político para los militantes uruguayos, que se extendió hasta el comienzo de la dictadura [1973]”.

Ir a la revolución

El proyecto de investigación pretende reconstruir las historias de vida de quienes viajaron dispuestos a dar todo para defender a la II República española, pero también busca “reactivar” ideas políticas “que ya parecían dejadas de lado”. “Es casi una excusa para hablar de los debates políticos que se dieron en esos tiempos convulsionados, recuperar debates necesarios sobre cómo podemos pensar el internacionalismo hoy”, explica Cantabrana, además de considerar lo que significó especialmente para los anarquistas que partieron desde Uruguay y vivieron esos años de España como “un laboratorio donde se ponían en marcha sus ideas políticas. Para ellos era ir a la revolución”.

La investigadora considera que de esta manera se recupera la “dimensión humana de la Historia”; una disciplina que carga sobre sus hombros el prejuicio de abordar “cuestiones viejas”, de “un pasado que puede parecer estanco y de escasa relación con el presente”.

¡A las barricadas!

El tuit de @ColumnaUruguaya va acompañado por un retrato en sepia: “Uno de los brigadistas de #Uruguay en España más conocido es el piloto Luis Tuya, derribado en 1937 sobre Teruel”.

En las redes sociales y en la web http://columnauruguaya.wordpress.com se brindan adelantos de la investigación y se espera, anhela, la participación de la comunidad con datos, cartas familiares, fotos, comentarios, cuestionamientos. Algo que sigue siendo una excepción en las pesquisas: “integrar a familiares y a víctimas; generar diálogo e información en tiempo real; reformular nuestras preguntas”, explican.

En sólo dos semanas la página de Facebook “La columna uruguaya” consiguió más de 400 “Me gusta” y en el Twitter generan intrigas sobre los voluntarios, protagonistas de esta historia, como Esteban Balogh, rumano residente en Uruguay desde 1930, “que fue deportado a Mauthausen [campo de exterminio nazi] (y sobrevivió). Contaremos su historia”.

La bitácora del proceso de investigación se puede seguir a diario en las cuentas citadas. Con el material reunido se publicará un libro hacia fines de este año y se brindarán conferencias sobre el tema en Uruguay y en España.

En la web figura el listado completo de los voluntarios, abierto a modificaciones. Vale empezar a preguntar en la sobremesa si algún familiar lejano formó parte de la treintena de uruguayos que fueron repatriados de Gurs, como parte de los 6.808 brigadistas que permanecieron detenidos allí entre mayo y agosto de 1939; si alguna bisabuela fue enfermera, médica o coordinó algún frente de propaganda política; o quién recuerda a Luis Tuya, el aviador con leyenda de kamikaze.

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