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Vacas lecheras en un tambo del departamento de Florida. Foto: Iván Franco (archivo, enero de 2009)

Pasto y agua

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Falta de lluvias, caída de precios y problemas económicos de los principales destinos de exportación afectan a productores lecheros.

Las escasas precipitaciones de febrero y marzo condicionaron la alimentación del ganado lechero para los próximos meses. Mientras que en los establecimientos se utilizan las reservas previstas para el invierno y se encarece la producción de leche, la industria láctea, que suele exportar 70% de lo que procesa, se enfrenta a un escenario internacional adverso por la caída de los precios. La foto tiene otros elementos poco deseables: los problemas económicos en Venezuela, Brasil y Rusia, destino de más de 55% de la producción láctea uruguaya.

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Menos tambos, más leche

En los últimos 15 años Uruguay perdió 30% de sus establecimientos lecheros, aunque creció el rodeo del sector (13%) y más aun la producción anual de leche (75%). Si bien la caída en la cantidad de establecimientos tuvo un freno en 2013, la expectativa es que el descenso continúe. La intensificación de la actividad lechera en la búsqueda de la competitividad ha ido dejando productores en el camino; fundamentalmente los más pequeños. “Es algo que está pasando en todo el mundo”, señaló el presidente de la ANPL, Rodolfo Braga. En Uruguay, según explicó el presidente del Inale, Ricardo Deizaguirre, la caída oscila entre 1% y 2% anual, mientras que en el resto del mundo es más acelerada. En Brasil, donde es más frecuente encontrar tambos no tecnificados, se estima que en menos de una década se habrá reducido a 50% la cantidad de establecimientos.

La falta de agua se nota en la producción de leche, líquido cuyo 87% es, precisamente, agua. En la tabla de precipitaciones mensuales elaborada por el Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) en base a la distribución empírica del período 1961-1990, sobresale, en rojo, que en febrero de 2015 la mayoría de los departamentos del país quedó ubicada en el quintil más bajo (“mucho menor que lo normal”), al tiempo que Colonia y Florida quedaron incluso por debajo de éste; en ambos se observó “un valor menor al mínimo”. En marzo la situación no varió demasiado. El registro acumulado de febrero y marzo en varios puntos de la cuenca no va más allá de los 40 milímetros, y no son muchos los sitios donde se alcanzaron los 80.

Cuando el agua falta en los establecimientos, no hay lugar en que no se note. Las pasturas no verdean, los tajamares se secan y las vacas, con sed, se estresan y comen menos; por ende, producen menos leche. “Pasa como con uno mismo: uno tiene sed, se pone nervioso y se estresa”, comentó Ramiro Filippini, productor de la zona de La Macana, en Florida. En su caso no está teniendo mayores problemas con las aguadas, pero por el trato diario con otros productores tiene claro que la suya no es la situación general.

“El clima, que el año pasado nos favoreció bastante, ahora viene complicando”, contó a la diaria Rodolfo Braga, quien desde el 24 de marzo preside la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL). Aunque la situación todavía no se puede calificar de “grave”, sí es “para estar muy alerta”, apuntó.

Antes de lo previsto

El escenario común en los establecimientos es de praderas sembradas en 2013 o 2014 que no han rebrotado, y las de este año aún no han nacido. Los productores intentan compensar con una fuerte apuesta a reservas que tenían previsto empezar a utilizar a ese ritmo en invierno. La utilización de las reservas de silos de sorgo y maíz, y fardos de pasturas hechas en primavera, llevan, por un lado, a aumentar los costos de producción y, por otro, a hipotecar lo que se tendrá disponible para afrontar la temporada más fría. “Se arrancó fuerte con reservas que estaba pensado utilizar en invierno”, explicó el ingeniero Andrés Barreira, asesor de la Sociedad de Productores de Leche de Florida, quien destacó que si bien podía haber un remanente de las de 2014, los cultivos de las de este año rindieron 25% menos de lo esperado. “El productor está gastando más y está utilizando más concentrado, que es más caro. Cuando se manda a pastorear [sin embargo], se diluyen costos”. Una opción tomada por algunos productores ha sido la de “dejar de pastorear y encerrar el ganado a la sombra, comiendo reservas y granos”. La ingeniera Lorena Torterolo, asesora de productores del departamento de San José, comentó que producir de esa manera “implica un aumento de los costos, sobre el cual hay que ver si dan los márgenes” de ganancia por leche remitida a la planta.

El escenario ha implicado, además, un corrimiento del calendario de siembras. Habitualmente, a esta altura del año ya fue quemado el sorgo de verano para dar espacio a nuevas praderas, pero dado que las de años anteriores no han rebrotado y las sembradas este año no han brotado, en los hechos el sorgo que persiste es una fuente segura de alimentación. “Las praderas están trancadas. Al no haber nada, para poder pastorear lo único que tienen [los productores] son los sorgos, que aguantan más la seca”, indicó Barreira. En algunos casos, apuntó, han quemado 50% para sembrar la otra mitad.

No importa el tamaño

“Estamos convencidos de que el futuro sólo se consolida con aumento de producción, con aumento de la eficiencia y con cuidado ambiental”, había dicho a la diaria el ministro Tabaré Aguerre en la última Fiesta Nacional de la Leche, en Cardal, Florida. La rentabilidad de un establecimiento depende más de ello que de la cantidad de hectáreas, sugirió.

El presidente de la ANPL, Rodolfo Braga, entiende que si bien la escala condiciona, actualmente “no hace la diferencia, como ocurría 30 años atrás”. “Si bien hay un número límite [de hectáreas], hoy la diferencia la hace la productividad por hectárea”. Entiende que “en un predio de 100 hectáreas una familia puede vivir dignamente, darse algunos gustos y tener personal a cargo en el predio. Eso hace 30 años era mucho más complicado. El nivel tecnológico que se aplique y el nivel de inversión es lo que hace la diferencia”. En el mismo sentido, Aguerre dijo que en el sector lechero “es donde más chance tiene un productor de vivir bien y encontrar una buena rentabilidad con una superficie de 80 o 100 hectáreas, pero hay muchos productores que tienen establecimientos más pequeños”.

Torterolo describió un escenario similar. Muchos productores incluso “quieren resembrar” las praderas de años anteriores. “Viene complicado”, comentó.

Torterolo y Barreira coincidieron en señalar que aunque las últimas precipitaciones puedan haber destrancado las praderas, habrá que esperar algunas semanas para que los animales pastoreen en ellas.

Aunque la utilización adelantada de reservas condiciona la alimentación, productores y asesores son cautos en cuanto a pensar lo que quedará hasta la llegada de la primavera. “No creo que el invierno esté comprometido. Es muy pronto para decirlo”, comentó Torterolo.

Barreira prefiere no hablar de “riesgos”, sino “manejarse con cautela”, pero de todos modos admite que “al adelantarse [la utilización de reservas] y al partir de menos rendimiento, si el invierno es complicado puede estar consumiéndose antes de tiempo”.

Y afuera, la lluvia

Las preocupaciones del sector no se generan únicamente por lo que ocurre dentro de los establecimientos y por la suba del dólar, en una actividad en la que la mayoría de los insumos tiene precios fijados en esa moneda, por lo que haber mantenido el precio de la leche al productor se toma, en los hechos, como una baja. Ocurre también que la perspectiva a corto plazo de los lácteos en el mercado internacional no es la más alentadora. Las noticias de problemas económicos en Venezuela, Rusia y Brasil encienden una luz de alerta en la lechería uruguaya, que suele exportar cerca de 70% de lo que produce. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de la Leche (Inale), Venezuela ha sido en los últimos años el principal destino (con cerca de 35% de las exportaciones de lácteos); el tercero fue Brasil (14%) -detrás de China (15%)- y el cuarto, Rusia (8%) junto con Argelia.

Además, en el último remate de Fonterra, cooperativa neozelandesa cuyas subastas marcan la referencia del mercado internacional de lácteos, los precios de los productos cayeron en promedio 8,8%. El de la leche en polvo entera, el producto más comercializado hacia el exterior (junto a la descremada, cuyo precio también cayó, significan más de 50% de las exportaciones de lácteos uruguayos), tuvo una caída de 9,6%. De todas formas, a nivel general “los precios actuales son 20% superiores al promedio registrado en diciembre del año anterior”, apuntó el informe elaborado por el Inale tras la licitación. Fonterra ya les avisó a los productores neozelandeses que, a raíz del descenso de los precios internacionales, recortó su pronóstico para el pago de dividendos del ejercicio que cierra en julio.

A Conaprole, cooperativa que procesa 66% de la leche remitida a planta en Uruguay, el resultado del remate no la tomó por sorpresa. “Ya el mercado venía enlenteciéndose, con dificultad para hacer negocios de volumen y conseguir buenos precios”, dijo Alejandro Pérez, director de Conaprole, a Radio Carve. En los hechos, en febrero los ingresos por el mercado interno fueron, como pocas veces ha ocurrido, mayores que los de las exportaciones.

Venezuela es, para los diferentes sellos industriales, el destino que más se ha complicado. Claldy lleva ya tres meses sin poder colocar quesos en el país caribeño.

En las decisiones de los productores se notan estas noticias. La ingeniera Lorena Torterolo señaló que es palpable una “incertidumbre” acerca de lo que puede deparar el corto y mediano plazo. “La gente está con un poco de miedo de invertir y de gastar mucho. Hay un ambiente de gastar lo menos posible”, comentó.

En la última Expoactiva, en Soriano, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, admitió, ante centenares de productores, que es inocultable la coyuntura de la lechería, en “un escenario con viento de frente”.

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