Rumores y miradas socarronas entre policías de la Prefectura salteña y los patovicas de la entrada. Luego de ser rechazadas en la puerta del boliche La Bámbola, aunque las tres tenían entrada, y esperar más de una hora que el dueño del lugar les explicara por qué no las dejaban pasar a la pista, Collette Richard, Florencia Soto y María Pía Vianessi presentaron el miércoles 8 una denuncia por discriminación ante la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) y la Comisión Honoraria contra el Racismo y la Xenofobia y toda forma de Discriminación (CHRXD) del Ministerio de Educación y Cultura (MEC).
En 2013, la CHRXD advertía que 23,5% de las denuncias en todo el país eran casos de discriminación por orientación sexual. De los distintos colectivos LGBT, la población trans es la que padece más vulneraciones a sus derechos en ámbitos laborales, educativos y de salud. De eso sabe la oficina territorial del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), que hoy enviará un informe a la sede central de la cartera para dar cuenta del asesoramiento realizado en éste y otros casos de discriminación, como el que se produjo en diciembre, cuando el dueño de una estancia que iba a contratar a una pareja trans desestimó el vínculo laboral, porque “de ninguna manera iba a tener trabajando a ningún puto en el establecimiento”, relató a la diaria el director del Mides en Salto, Darío Figueroa.
Tanto en ese caso como en el de la discriminación en el boliche a las tres mujeres trans, el Mides, el Ministerio de Salud Pública y el MEC han asesorado jurídicamente a las denunciantes y efectúan un seguimiento a las causas. “No queremos que estos hechos queden impunes”, añadió Figueroa.
Richard -presidenta de la Unión Trans del Uruguay (Utru)- considera que la denuncia “ayuda a visibilizar este tipo de situaciones” y espera que sea “ejemplarizante para la sociedad, los empresarios, los guardias de seguridad, la Prefectura, e incluso para las propias personas trans, que, por miedo, no denuncian”.
En la madrugada del jueves 2 de abril, “agentes de prefectura y seguridad del boliche rumoreaban sobre nosotras, se hacían señas, mientras esperábamos para entrar a bailar”, rememoró Soto, referente de Utru-Salto: “Personal de seguridad del boliche nos dice que no podemos entrar, que habláramos en la boletería. En tono burlón y de risas, ella dice que no tenía nada que ver con la decisión, y pedimos para hablar con el dueño. El dueño nunca se dignó a salir. Collette se dirigió a la boletería nuevamente y al final nos fuimos. Nunca nos dijeron por qué no podíamos entrar”. Decidieron presentar la denuncia, a sabiendas de que no es un hecho aislado. En las últimas horas varias mujeres trans denunciaron en Utru otras prohibiciones de ingreso e incluso una golpiza en otra discoteca.