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Con los autores Andrés Rinderknecht y Silvia Soler

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-¿En qué etapa está la investigación que se presenta en el libro?

Andrés Rinderknecht (AR): -El tema de los roedores gigantes, que es el hilo conductor, fue lo que conformó mi maestría y ahora mis estudios de doctorado. Lo que hice y estoy haciendo son análisis sobre la anatomía y la paleobiología de este grupo de animales prehistóricos, para conocer mejor cómo eran y cómo vivían estos enigmáticos mamíferos sudamericanos. En Uruguay, y más precisamente en el MNHN, se encuentran algunos de los mejores fósiles conocidos de esos animales y su estudio dará para años de trabajo.

-La paleontología es una de esas profesiones que alimentan la fantasía de los niños, sobre todo por su afición a los dinosaurios. ¿Cuáles son las dificultades y los desafíos de esa disciplina en Uruguay?

AR: -La principal dificultad es la falta de oportunidades laborales: prácticamente el único lugar en donde se puede aspirar a tener trabajo es la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, pero incluso allí las chances de conseguir un cargo rentado y permanente son muy pocas. Yo, al trabajar en el MNHN, creo que soy el único que ejerce su profesión fuera de la facultad, aunque esto lo logré luego de 15 años como colaborador honorario. Podríamos hablar también de falta de apoyo, o de recursos, o de tecnología para realizar las investigaciones, pero me parece que el tema de los cargos es protagonista absoluto cuando nos referimos a las dificultades de esta profesión. En realidad, como las posibilidades laborales no son abundantes, tener proyectos de investigación financiados por un año o dos es una forma de conseguir una salida laboral a término para la gente nueva. De este modo, los proyectos de investigación son bastante comunes, financiados, entre otras instituciones, por la ANII, la Comisión Sectorial de Investigación Científica y el Fondo Clemente Estable.

-¿Qué desafío implicó para vos llevar tu experiencia profesional a un libro para niños?

AR: -La verdad es que el equipo trabajó de manera muy amena y eficiente; nunca esperé que pudiera hacerse tan rápido y que quedara tan bien. Silvia Soler, Pantana, Moira Sotelo y los fotógrafos ya tenían experiencia en este tipo de trabajo, y en pocos meses quedó un libro que, a mi entender, nada tiene que envidiarles a los de su tipo que se editan en el mundo. Todos los engranajes funcionaron perfectamente. Y lo más importante es que se logró cristalizar un planteo poco común en libros de paleontología para gente joven: se narra una historia, no se queda únicamente en la información enciclopédica y los datos fríos.

-Más allá del cielo… se había editado junto con la ANII. En este caso no se trabajó en ese marco institucional, aunque se siguió trabajando junto con Banda Oriental.

Silvia Soler (SS): -Nos entusiasmamos tanto que decidimos seguir. Debimos, tal vez, haber pedido una ampliación del proyecto, pero el plazo para eso coincidió con la presentación del libro anterior, y priorizamos la tarea del libro en sí. A partir de una financiación, nosotras seguimos con el proyecto aun sin tener ningún compromiso para ello. Con Moira creamos el sello editorial +Cerca, con el que estamos presentando este libro en coedición con Banda Oriental, que decidió apoyar la idea. También hemos contado con la ayuda de algunas empresas privadas, como Eduardo Blasina y Asociados o la escuela Wara, ya sea con la compra de libros o en parte de la financiación de los costos, que son realmente altos.

-¿Tienen pensado continuar esta colección? Es una línea novedosa (o que, por lo menos, no tiene una tradición sostenida en el país), y me parece interesante que se transite ese camino.

SS: -Este año tenemos previstos dos libros más, que ya están muy avanzados. Uno es sobre zoología y conservación: aborda el tema de las especies amenazadas en la zona costera, desde Montevideo hasta Rocha. La investigadora es la bióloga Anita Aisenberg, del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, el diseñador e ilustrador es Pantana y las fotos son de Marcelo Casacuberta. La edición y escritura están a mi cargo y los personajes que guían el libro siguen siendo Sofía y Lucas. Con el segundo nos salimos de las ciencias duras: a partir de un relato sobre una aventura a orillas de un arroyo, ramificamos el libro hacia distintos aspectos de la escritura. A lo largo del relato ponemos la lupa en determinados aspectos, con el objetivo de facilitar técnicas, no con la aspiración de enseñar gramática. Este libro lo estamos escribiendo Silvana Tanzi (profesora de literatura y docente de talleres de escritura en la Universidad Católica y en el Claeh) y yo. La diseñadora e ilustradora es Denisse Torena y habrá cambios en los personajes. También estamos pensando ya en el año que viene, y por ahora hemos puesto la mira en la astronomía, pero eso está aún en estado de puro proyecto. De momento, nuestra idea es cerrar este año con estos tres libros, después veremos.

-Se percibe un trabajo bien ensamblado, en el que investigación, ilustración, relato, edición, fotografía y diseño conviven de forma óptima. ¿Editar libros de este tipo implica un desafío particular?

SS: -Sí, implica una tarea de equipo (digo esto de verdad, no porque sea políticamente correcto) y mucha flexibilidad de todos para cambiar lo que no parece dar buenos resultados, y en especial para coordinar. Un eje muy importante es el trabajo con el investigador, que en general no está acostumbrado a este tipo de textos, en los que se fragmenta la información y no es posible hacer largas y complejas citas de fuentes bibliográficas. En el caso del libro de paleontología hubo un desafío adicional para el ilustrador, que dibujó los animales a partir de las indicaciones del paleontólogo. En muchas ocasiones hubo que retocar la forma de una pata o una cola... Ilustrador y científico tienen que trabajar armónicamente. Hay que estar siempre dispuesto a corregir y a volver a preguntar. Lleva casi tanto tiempo la tarea de escritura como el ensamblado de todos los elementos. Por otro lado, son libros en los que las autorías se reparten de una forma muy intrincada y pareja, porque el investigador es quien tiene el conocimiento del tema, el dibujante es fundamental porque las ilustraciones no son un mero adorno, y algo similar ocurre con la escritura.

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