En Uruguay, las mujeres realizan el 53% del trabajo remunerado y no remunerado. Un tercio de las uruguayas dedica 41 horas por semana al trabajo no remunerado (TNR) y sólo una de cada diez no realiza tareas de este tipo, mientras que 25% de los varones no realiza ningún TNR. Las mujeres dedican unas 37 horas semanales al TNR y los varones, 20. En trabajo remunerado, ellas dedican en promedio 38 horas y ellos, 45.
Éstos son algunos de los principales resultados que se desprenden de Los tiempos del bienestar social: género, trabajo no remunerado y cuidados en Uruguay, que fue presentado ayer en la Torre Ejecutiva. El libro fue editado por Karina Batthyány, responsable del Grupo de Investigación sobre Sociología de Género de la Facultad de Ciencias Sociales, y reúne el trabajo multidisciplinario e interinstitucional que conjuga al Instituto de las Mujeres, el Instituto Nacional de la Juventud, la Universidad de la República y el Instituto Nacional de Estadística. Contó con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas y pretende ser un insumo central en el diseño de las políticas públicas que llevará adelante el Sistema Nacional de Cuidados (SNC), que tendrá a los niños, adultos mayores y personas con discapacidad como principales poblaciones objetivo y pondrá en valor el trabajo de cuidados.
Julio Bango, director del SNC, señaló que se trabajará desde la solidaridad, procurando no ver la corresponsabilidad en las tareas domésticas y los cuidados como una “obligación”. El SNC pretende lograr la autonomía individual, ya que el manejo del tiempo hoy supone una “pérdida de la autonomía relativa” de las personas, en especial de las mujeres, agregó el jerarca. En este sentido, la implementación del sistema buscará “incidir en la distribución de tareas de cuidados entre géneros”.
Que sepa coser, que sepa bordar
Las mujeres no sólo destinan más tiempo al cuidado infantil, también realizan tareas vinculadas a sistematizar rutinas y estar pendientes de cumplir con responsabilidades sociales, como sistematizar horarios para comer y dormir, estar a cargo de llevar a los hijos a consultas médicas, a la escuela y a otros compromisos. Mientras, los varones tienen mayor participación en tareas de tiempos flexibles como salir de paseo y jugar.
El estudio afirma que nueve de cada diez hogares no reciben ayuda externa de ningún tipo para los cuidados de sus personas dependientes y, del 10% restante, 72% lo cubre con cuidados remunerados y 18% con no remunerado, posiblemente a cargo de un familiar.
Si bien se ha avanzado en que las mujeres estén más presentes en el mercado laboral formal y hayan logrado ingresos apenas más cercanos a lo equitativo con sus colegas masculinos, no ocurre lo mismo con el trabajo doméstico, situación que se suma a que la llegada de los hijos supone una “rigidización de la división sexual del trabajo” y las mujeres pasan a destinar 51 horas semanales al TNR y los varones, 25. Las mujeres que llevan “el pan a la casa” disminuyen en cierta medida su TNR, pero éste no se redistribuye en corresponsabilidad hacia dentro del hogar, sino en la mercantilización de los cuidados, que redunda en trabajo remunerado para otra mujer. “Allí está operando un núcleo duro de la división sexual del trabajo, que requiere políticas públicas que ataquen los estereotipos de género y que promuevan otros mensajes desde todas las instituciones que legitiman y reproducen en forma cotidiana los roles de género tradicionales, incluyendo las políticas educativas y los medios masivos de comunicación”, concluye el capítulo IV, en el que Natalia Genta y Valentina Perrotta cuestionan si los nuevos arreglos familiares son una “liberación real” de los mandatos de género tradicionales dentro del hogar, en relación con la distribución del trabajo doméstico y de cuidados.