“El ahorro de energía tan sólo supone limitar su uso, mientras que la eficiencia energética implica su optimización”, establece el documento al inicio, advirtiendo que esto implica, por un lado, aumentar responsablemente la oferta energética y, por el otro, disminuir eficientemente la demanda. Los sectores claves por su contribución al plan son el residencial y el asociado al transporte, que explican 75% de la disminución total acumulada prevista a 2024, aunque se entiende que todos deben contraer su consumo respecto del escenario de referencia.
Dentro del plan, se propone para todo el período una significativa disminución en el consumo de electricidad, equivalente al consumo de esta fuente en 2012; se prevé que esta disminución provenga principalmente de los hogares y del comercio y los servicios. Se apuntará al etiquetado de equipos, en busca de reducir el peso relativo de esta fuente, y a aumentar la participación solar, con el impulso de la Ley de Promoción de la Energía Solar Térmica. El plan prevé la instalación de algo más de 150.000 metros cuadrados de colectores solares térmicos; más de la mitad de éstos serán ubicados en las residencias (lo que representaría unas 50.000 instalaciones familiares), con el fin, particularmente, de generar el calentamiento de agua sanitaria. A nivel de los hogares, también se buscará que una cuarta parte de los que se calefaccionan con leña lo hagan con estufas eficientes de alto rendimiento, para disminuir el uso de leña y el consumo de gasoil.
Entre las acciones de promoción al sector residencial, el plan se compromete a revisar continuamente las tarifas de los energéticos, “buscando que reflejen los costos de abastecimiento”, y a diseñar “mecanismos financieros” que impulsen el recambio de equipamiento. Por otro lado, se realizará un proyecto piloto del uso de redes inteligentes en la distribución eléctrica con fines residenciales. El MIEM también está evaluando la posibilidad de permitir a UTE gestionar el apagado de equipos de alto consumo en horarios pico en la residencia de su cliente, con el acuerdo previo de las condiciones entre las partes.
Volviendo a las fuentes, se determinó una “particular participación” para la gasolina en el plan: un aumento de su consumo al inicio, para que en 2021 comience a disminuir ante la entrada de fuentes alternativas y nuevas tecnologías en el recambio de flotas en el transporte. Para 2024, se apunta a que un tercio de los taxis y remises sea de fuentes no tradicionales (híbridos, eléctricos y a gas natural vehicular), a una proporción de 16% en el caso del parque vehicular liviano y a un aumento en el uso de biocombustibles.
En el caso de la industria, además de la disminución prevista para la electricidad, se apunta a una disminución más intensa del uso de la leña, por la mejora en los sistemas de generación y distribución de vapor. Estarán disponibles fondos para la realización de diagnósticos energéticos, que permitirán caracterizar los equipos y los rendimientos asociados a los distintos usos y fuentes de energía, a los efectos de identificar las mejores oportunidades de acción de eficiencia energética por subsector.
Desde el gobierno, cabe esperar un recambio de al menos la mitad del alumbrado público a tecnologías led o inducción magnética para 2024; hoy sólo una décima del parque cuenta con dicha tecnología. El plan implicaría el cambio de aproximadamente 135.000 puntos de alambrado, por una inversión que estimaron en 95 millones de dólares.
El registro de la evitación
Una de las mayores dificultades del plan refiere a la medición de consumos que son evitados, es decir, consumos energéticos que, como no se dan, no se registran. Teniendo esto en cuenta, el MIEM desarrolló un protocolo de recolección, sistematización y actualización de información para la conformación de una base de datos de acciones de eficiencia energética implementadas y sus resultados, a raíz de una articulación más profunda con el Instituto Nacional de Estadística, por ejemplo, por medio de la incorporación de módulos específicos en la Encuesta Continua de Hogares, para relevar el consumo de energía y equipamiento asociado.
También procurará continuar con el Programa Base de Indicadores de Eficiencia Energética, que apoya la Comisión Económica para América Latina y el Carilbe, a los efectos de conformar un conjunto de indicadores específicos, metodológicamente consistentes, que permitan medir la evolución de los programas nacionales de eficiencia energética, analizar los resultados en el tiempo y, como consecuencia, tomar las decisiones de políticas que correspondan.