Hace un par de años que la organización Mujer y Salud en Uruguay (MYSU) trabaja para saber cómo viven los varones su sexualidad. Lilián Abracinskas, directora de MYSU, bromeaba, antes de hacer declaraciones a la prensa, que hasta en este tema las mujeres se tienen que ocupar de los varones: “Pero un día se dieron cuenta de que si no trabajábamos con los varones no se mejora la calidad de vida de los varones, pero tampoco vamos a mejorar la calidad de vida de las mujeres ni vamos a poder subsanar algunos problemas en el relacionamiento entre hombres y mujeres”, explicó. Ayer se presentó el informe completo, titulado Demandas y necesidades en salud sexual y reproductiva en varones uruguayos, que surge de una encuesta aplicada entre 2012 y 2013 a varones de 15 a 49 años de localidades de más de 5.000 habitantes de todo el país; los datos preliminares se habían presentado en febrero de 2014.
Algunos de los datos más preocupantes son que 33% de los varones estaría dispuesto a tener relaciones sexuales con alguien que no quiera usar preservativo, 36% no conoce la existencia de leyes y normas que protegen el ejercicio de los derechos (por ejemplo, la licencia por paternidad), 60% no acudió a un centro de salud en los últimos 12 meses y 90% nunca consultó sobre temas relacionados con su salud sexual y reproductiva. En cuanto a la paternidad, todos respondieron que querían tener hijos y un porcentaje alto dijo que quería tener “muchos hijos”. Abracinskas se preguntó si esa respuesta “va a ser la misma cuando los varones estén más incorporados en el cuidado y la atención de los hijos y tengan que armonizar vida productiva y vida reproductiva”.
El informe aterrizó en un taller en el que participaron docentes, trabajadores de la salud, estudiantes y profesionales que trabajan en temas de sexualidad o con adolescentes. Durante la presentación, tanto Abracinskas como Valeria Ramos, del Fondo de Población de las Naciones Unidas, dijeron que buena parte de la política pública sigue estando destinada al aspecto materno-infantil, carece de una mirada amplia de la salud sexual y reproductiva, y sigue siendo un desafío cómo incluir a los varones. Ramos también subrayó “las enormes desigualdades” y los contrastes en indicadores como los de mortalidad materna -que son “fantásticos”- y los altos índices de VIH en la población trans. Eduardo Levcovitz, representante de la Organización Panamericana de la Salud, aportó que en este quinquenio la organización se centrará en el tema de la violencia y en buscar una mirada “macro” respecto de la aplicación del Sistema Nacional Integrado de Salud. Como ejemplo del aterrizaje de políticas, señaló que “a pesar de que se sabía que podía pasar, nadie podía imaginar el nivel manifiesto de objeción de conciencia de varios profesionales a la interrupción voluntaria del embarazo. La objeción de conciencia por motivos religiosos se podía instalar, pero hoy lo que existe es objeción de conciencia por motivos ideológicos, políticos y económicos, que no es el espíritu”.
Hora de aterrizar
Tras la presentación se formaron cuatro grupos. Uno de ellos indagó en la maternidad y la paternidad responsables. Una partera aclaró de entrada que hay grandes diferencias según el estrato social. Hubo coincidencia en señalar que para las adolescentes de nivel socioeconómico más bajo la maternidad es una forma de emancipación, de entrar a la adultez y encontrar un proyecto de vida. Se dijo que las parejas de muchas de esas chicas tienen diez años más que ellas y se cuestionó hasta qué punto eso fue una opción real. Respecto de la paternidad, se habló de involucramientos importantes de varones, pero también se presentaron casos de chicos que esperaban al mismo tiempo hijos de diferentes mujeres, o de que muchos niños sólo llevan el apellido materno.
La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo no es una opción frecuente, y se detectaron problemas porque muchas veces las jóvenes no cuentan en sus hogares que están embarazadas hasta ya transcurridas las 12 semanas de embarazo, lo que no les deja margen para abortar.
La información sobre sexualidad en muchos hogares sigue siendo un tabú, dijeron. Los técnicos pidieron que la educación sexual se imparta de manera “constante” desde el nivel preescolar y considerando a la sexualidad desde un punto de vista integral y abarcativo.
En los otros tres talleres se abordó la violencia basada en género, el placer, y el cuidado y el autocuidado. Se sugirió que haya espacios de escucha en temas de violencia y de sexualidad en los liceos, y no sólo en ámbitos de salud, trabajar en red, deconstruir roles tradicionales de varón y mujer, hacer campañas mediáticas y observar cómo los medios de comunicación muestran el placer. Se solicitó que los servicios de salud sean más accesibles para los varones y que no sólo tengan a las mujeres como destinatarias.