Las elecciones subnacionales son ámbitos mucho menos estudiados que las nacionales, “quizá por su menor importancia política y financiera”. “Son concebidos como espacios más amigables para las mujeres, por ser ámbitos de menor jerarquía y que tienen mayor cercanía con su cotidianidad; sin embargo, el patrón de distribución de mujeres en estos niveles sigue al nacional”, sostuvo Pérez, recalcando que “de no existir cuotas, no funcionaría” una representación equitativa.
En las elecciones del 10 de mayo hubo 1.168 cargos en disputa. En un primer nivel, el descenso de la participación femenina en los cargos de ejecución de las intendencias fue más notorio que otros por su popularidad y la publicidad que mueven. Mientras que en 2010 fueron electas tres intendentas -Ana Olivera en Montevideo, Patricia Ayala en Artigas y Adriana Peña en Lavalleja-, en 2015 sólo resultó electa esta última, hoy en día única intendenta en el país.
El dato “más sorprendente” para Pérez es el aumento “significativo” de las mujeres edilas, que si bien desde la restauración democrática está creciendo de manera constante, en 2015 “pega un salto significativo”: la proporción de mujeres en las juntas departamentales pasó de 18,8% en 2010 a 28% en 2015, “efecto claro de la ley de cuotas” estimó.
En el tercer nivel hay un descenso en el número de alcaldesas electas: de 23,6% en 2010 pasan a ser 17% en 2015; y un aumento “no tan significativo” de las concejalas, de 18,3% a 23,9%, para Pérez, “producto exclusivo de un aumento del número de cargos” por la creación de 23 nuevos municipios.
Más que suerte
“Si descartamos el argumento de que no hay mujeres para ocupar estos cargos, la explicación se vuelca a las variables que refieren a los sistemas de partidos y al sistema político en general: hay un patrón en las hojas de votación según el cual las mujeres ocupan lugares de escasa competitividad, es decir, donde ya se sabe que alguien más va a ganar, o las colocan muy abajo en las listas”, explicó la politóloga.
No es menor que de las 21 candidatas a intendentas en 2015, más de un cuarto (28,6%) fueran “presentadas por partidos pequeños que no tenían ninguna chance de ganar”, sostuvo Pérez. De 13,5% que representaron las candidatas a intendentas en el total, sólo fueron electas 5,3%.
En cuanto a los lugares que ocuparon en las hojas, se pudo observar 39% de mujeres en los primeros diez lugares, 38% en los primeros tres, pero sólo 17% ocuparon el primero. “Si los partidos tienden a colocarlas en el tercer lugar no es posible que la cuota funcione”, concluyó.
Deshacer la trampa
Representantes de varias fuerzas políticas coinciden en que es hora de instaurar una ley de paridad que intente reproducir en los ámbitos electorales la representación de la mujer en la sociedad. La ex senadora frenteamplista Margarita Percovich presentó un proyecto de ley que declara de interés general la participación paritaria de personas de ambos sexos en la integración del Poder Legislativo, intendencias, juntas departamentales, municipios y todos los órganos de los partidos políticos.
“Las mujeres representamos en la sociedad el 52%, y hoy somos sólo 14,6% de los representantes, y sólo un poco más [un tercio] en el Senado”, observó la diputada colorada Susana Montaner, concluyendo que “nos jugó en contra el tema de las suplencias”. Éste es uno de los temas que aborda el proyecto: terminar con las trampas hechas a efectos de cumplir la cuota pero que conducen a una representación desigual de hombres y mujeres.
Mariella Demarco, del Partido Independiente, fue clara respecto de este punto: “Queremos combatir el caso Bianchi, de manera que si una mujer electa renuncia a su cargo, la sustituya otra mujer”. La “burla” del caso Bianchi, como lo catalogó la edila montevideana y del Frente Amplio Inés Coll, abre la necesidad de un “estricto control ciudadano”.
El texto presentado propone que, de utilizarse el sistema preferencial en la ordenación de la lista, “se alternarán las personas de distinto sexo”, y en caso de optar por un sistema ordinal, “se respetará la alternancia de sexos en las dos ordenaciones, titulares y suplentes”. También se eliminan los dos sistemas que “impiden una aplicación transparente” de la ley, es decir, el respectivo y el mixto, ya que “cuando la ingeniería electoral es tan sofisticada, el elector tiende a no saber ni lo que está votando”, sostuvo Demarco.
Otro artículo del proyecto busca evitar el recurso de repetición de nombres entre listas de un mismo partido, que “disminuye notoriamente las posibilidades de paridad y cuota”, otra trampa hecha a efectos de cumplir con la ley. De momento, el proyecto está tratándose en consulta con la Corte Electoral, de manera que una vez instaurada la discusión en el Parlamento no pueda descalificarse “fácilmente”.