Tanto Bergara como el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, estiman que el acuerdo de precios alcanzado con los empresarios el 30 de julio, para congelar el precio de más de 1.400 variedades de productos, “aún no ha tenido el impacto esperado”. Según el presidente del BCU, “se precisa tiempo para que los compromisos asumidos impacten”, especialmente porque algunos sectores mostraban más dificultades para comprometerse por “cuestiones circunstanciales”, por lo que estimó que el acuerdo “va a ayudar en los próximos meses”. Astori, más optimista, dijo estar “seguro” de que el ritmo inflacionario va a ceder a partir de setiembre, en parte porque el efecto de los acuerdos de precios “recién se va a empezar a sentir este mes”, producto de “cierto desplazamiento” entre la implementación de la medida y su reflejo en la práctica.
Analistas consultados por la diaria estimaron que es “demasiado pronto” para sacar conclusiones en cuanto al efecto del acuerdo voluntario. Según el director de Oikos, Pablo Moya, “con una sola medición es bastante difícil considerarlo”. Por su parte, la coordinadora del Grupo de Análisis Macroeconómico del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, Gabriela Mordecki, sostuvo que hay evidencia de que no fue cumplido; basta corroborarlo con los datos recabados por el Área de Defensa del Consumidor durante la primera quincena de agosto. “Hay que ver, entonces, si el gobierno vuelve a negociar o ver otras políticas para encauzarse en una tendencia decreciente” dijo la economista a la diaria.
En otra línea, el gerente senior del departamento de Economía de CPA Ferrere, Alfonso Capuro, sostuvo que “los acuerdos de precios nunca tienen un efecto permanente”, sino que “ayudan a limar un pico de precios”.
La entrada al espiral
Hay que remontarse a diciembre de 2009 para encontrar la inflación acumulada en los últimos 12 meses dentro del rango meta establecido por el BCU -en ese entonces entre 4% y 6%; desde julio de 2014, entre 3% y 7%-. Al día de hoy, sin embargo, más que estar fuera del rango meta, el gobierno prioriza no pasar la barrera invisible de 10%.
Teniendo en cuenta que los precios aumentaron 1% en setiembre de 2014, deberían hacerlo en una proporción de 1,52% para superar el 10% acumulado en los últimos 12, algo poco probable pero que el gobierno vigila. La última vez que Uruguay tuvo una inflación superior a 10% fue en agosto de 2004, cuando la variación interanual fue de 10,17%.
Más que sobre el poder de compra, “que es el mismo, décimas más, décimas menos”, llegar a 10% de inflación “tendría un efecto a nivel de expectativas”, opinó Moya a la diaria. “El mayor riesgo sería entrar en una espiral de precios, pero esto es más un factor psicológico que efectivo” agregó.
Para Mordecki, el 10% “no tiene ningún efecto real”, sino que “es un valor que el gobierno y los agentes consideraban como el verdadero límite, para el cual el gobierno tenía pensadas medidas más firmes -como subsidios- pero que la situación fiscal actual hace inviable”. Mordecki ve “cercano” al 10% y estima que, en base a algunos aumentos que ya han aparecido, el crecimiento de los precios de los bienes transables y el fuerte incremento del dólar, podría llegar a alcanzarse en setiembre.
Capurro, por su parte, habla del “umbral psicológico” como “un ancla que todos asumimos como creíble pero que en el último año es cada vez menos firme”. “Estamos jugando un poco más al límite”, dijo a la diaria, y afirmó que en esa línea “el riesgo es creciente porque el del resto de los desequilibrios macro también es creciente”. Para el economista, “el gobierno debería dejar flotar el dólar un poco más e ir hacia una depreciación real de la moneda”, y con esto “empezar a pensar que la inflación se puede ir un poco más arriba de 10% durante un tiempo” porque si no los efectos de la desaceleración de la actividad y del mercado de trabajo “van a ser peores”.
En este contexto, Bergara dijo que confía en que el acuerdo de precios “sea capaz de moldear las expectativas”; confirmó que la autoridad monetaria seguirá “en la tónica de la política monetaria contractiva” y dijo, por otro lado, que “no está planteado” cambiar la meta inflacionaria.