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Marcha contra la violencia de género. Foto: Pablo Vignali (archivo, febrero de 2015)

Mejor hablar de ciertas cosas

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Femicidio en Colonia, tentativa en Cerro Largo y amenazas de muerte en Maldonado.

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En las vísperas de Navidad, Yenny Chico no estaba esperando que llegaran las 12. Estaba ocupada en llamar a la Policía, porque su ex pareja, padre de uno de sus hijos, “la había zamarreado”. El jefe de Policía de Colonia, Adán Cuello, contó que en esa ocasión fue un patrullero a la casa de Chico. Ella no hizo la denuncia, pero sí pidió que lo sacaran de ahí. Él se fue voluntariamente. “Era un tipo de relación de amor y odio. Después de eso, volvieron”, dijo Cuello. El hombre que aquella vez se fue volvió este lunes de tarde y la mató. Le dio cinco puñaladas en el tórax. Chico tenía 36 años y dos hijos que dormían mientras ella perdía la vida. Trabajaba como psicóloga social en el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) de Colonia. A sólo 11 días del comienzo de 2016, se produjo el primer femicidio. No la primera tentativa ni la primera violación de medidas cautelares de ex parejas.

El femicida, de 34 años, llamó a la Policía y dijo que al volver de un baile encontró a su pareja acuchillada en su dormitorio y que le robaron el PlayStation y 4.000 dólares. La Policía lo detuvo. Al principio negó haberla matado; después confesó. Tiró el cuchillo con el que la apuñaló en las inmediaciones de la ruta 1, escondió los dólares en la horqueta de un árbol y tiró la videoconsola en unos pajonales. Fue procesado con prisión por el delito de homicidio especialmente agravado y encerrado en la cárcel Piedras de los Indios. Los niños quedaron, por disposición judicial, a cargo de su abuela.

El INAU manifestó su “indignación y rechazo” ante el femicidio y sostuvo que este tipo de hechos “son consecuencia de historias marcadas por la violencia hacia mujeres, niños, niñas y adolescentes en el ámbito del hogar, que nos reafirman en la necesidad de profundizar los esfuerzos por encontrar respuestas adecuadas y oportunas”.

Mal de la cabeza o qué te pasa

También ayer hubo dos procesamientos en Maldonado. El de un hombre de 39 años por el delito de violencia privada, por “molestias y amenazas” a su ex pareja, madre de sus dos hijos, también de 39 años. La mujer lo había denunciado reiteradas veces en la Unidad Especializada en Violencia Doméstica y Género. La jueza de feria de 2º Turno dispuso medidas sustitutivas a la prisión: la prohibición de acercamiento y/o comunicación con la denunciante mientras dure el proceso judicial. Según el Código Penal, el delito de violencia privada está en el capítulo “Delitos contra la libertad”, y el artículo 288 dice que lo comete quien “usare violencia o amenazas para obligar a alguno a hacer, tolerar o dejar de hacer alguna cosa”, y estipula la pena de “tres meses de prisión a tres años de penitenciaría”.

El otro procesamiento fue con prisión, también por el delito de violencia privada. Se trata de un hombre de 30 años que amenazó a su ex pareja con un arma de fuego dentro de su casa. La madre de la víctima llamó a la Policía. Según la Jefatura de Policía de Maldonado, el ahora procesado incumplió una medida de prohibición de acercamiento, fue hasta su casa y la amenazó con un arma que resultó ser de juguete.

En Cerro Largo también pasaron cosas. Un hombre intentó matar a su ex pareja, aún esposa. El juez de 1º y 2º Turno, Paulo Aguirre, lo procesó con prisión por los delitos de desacato y homicidio especialmente agravado en grado de tentativa en reiteración real. El “especialmente agravado” se debe a que el hombre ya tenía dos resoluciones judiciales de restricción por antecedentes de violencia doméstica. Según el auto de procesamiento, el 28 de octubre de 2015 se le impuso la prohibición de acercamiento por 30 días, y el 16 de diciembre las medidas cautelares fueron prorrogadas por 60 días, bajo apercibimiento. El 3 de enero, durante la madrugada, “estando en pleno conocimiento de la prohibición decretada”, el hombre esperó a su ex pareja fuera de su casa. Cuando la mujer salió de la casa para entrar su moto, “la abordó” y “forcejeó” con ella, pero la mujer logró entrar. Él rompió los vidrios de la puerta del frente y se lesionó una mano. A pesar del “abundante” sangrado, no paró. Rompió el vidrio de la ventana y por ahí entró. Una vez dentro, fue a la cocina y tomó un cuchillo “con la intención de matar y luego suicidarse”. La mujer “trató de quitarle el cuchillo, se trabaron en lucha” y el arma cayó al piso. Ella trató de huir, pero no pudo. “Gritaba y pedía auxilio”, según el auto de procesamiento. Su ex pareja “la tomó por detrás presionándole el cuello diciéndole que la mataría, la golpeó en la cabeza y ella se desvaneció [...] al caer al piso se recupera, pero cae boca abajo y él se le sube encima y le continúa presionando el cuello al punto que su esposa no podía respirar. [...] Posteriormente mantuvieron relaciones sexuales”. El relato judicial continúa diciendo que luego de muchas insistencias por parte de ella, él fue al sanatorio. Alrededor de las 5.00, le pidió ayuda por celular a su hermana. Él confesó. El juez dictaminó su procesamiento y la realización de pericias psicológicas y psiquiátricas.

El delito de violencia doméstica se aplica a quien “por medio de violencias o amenazas cause lesiones a una persona con la que tenga o haya tenido relación afectiva o de parentesco”. La ley de violencia doméstica estipula que son manifestaciones de ésta, constituyan o no delito, la violencia física, psicológica o emocional, sexual y patrimonial. A pesar de que los cuatro casos se enmarcan en esta normativa, a ninguno de los procesados se le tipificó este delito.

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