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Migrantes politizados y Evo non sancto

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Con Alfonso Hinojosa, experto en migraciones bolivianas.

Hinojosa es boliviano. Nos vemos en el marco de una de las mesas de la Reunión de Antropología del Mercosur. Cuando llego es imposible confundirlo: lleva puesto un elegantísimo sombrero criollo de ala boliviano y está haciendo uso de la palabra, esa palabra pausada, reflexiva, “lenta” para una rioplatense.

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Alfonso participó en los inicios de los gobiernos de Evo Morales colaborando con la política de migraciones y refugiados desde el Ejecutivo, pero no quería ser cónsul, no quería irse de Bolivia, no quería “ser un notario que asume las características de un rey chiquito”. Quería revisar radicalmente la política migratoria del país. No pudo. Dejó su lugar en el gobierno y se vio obligado a recluirse en la universidad, sin voz pero con voto.

-¿Cuáles son las principales características de la política migratoria boliviana?

-Al inicio del gobierno de Evo Morales la lógica de derechos humanos era aplicada a las políticas públicas y a las políticas migratorias en Bolivia, pero en algún momento eso cambió. Esto no quiere decir que la línea que viene del Ministerio de Gobierno sea conscientemente represiva, sino que existe una mirada utilitarista de los migrantes.

El Estado depende de la contribución de los ingresos que éstos realizan por diferentes motivos. Éste es un ingreso significativo que es invertido en acciones punitivas. Con lo que recaudan de migraciones compran autos para la Policía, y esto llevó a que la institucionalidad viera a las personas migrantes como contribuyentes, nada más.

-¿Cuál es la magnitud de la migración boliviana?

-La migración boliviana es histórica, estructural, y responde a lógicas ancestrales de movilidad poblacional que han justificado sociedades y escenarios en los Andes desde tiempos prehispánicos. Las grandes sociedades afincadas en los Andes, como es el caso de Bolivia, Tihuanaku o el Imperio Incaico, han tenido un soporte principal, el de la movilidad poblacional que precede a La Colonia. La movilidad interna ha sido siempre un factor determinante de la organización social, ya que el movimiento en busca de cambio de suelos (la rotación entre los tres pisos ecológicos existentes en Bolivia: el altiplano, valle y llano) ha sido una constante. Estaba presente antes y está presente ahora.

Si bien no hay datos estadísticos fiables, la migración boliviana es muy fuerte. En el Censo 2012, por primera vez se incluye una pregunta sobre migración internacional, pero sólo se toman los últimos diez años. El resultado es que medio millón de personas ha migrado al exterior en la última década. Eso da una idea, pero no la magnitud total. Es un comportamiento similar a los índices de las sociedades centroamericanas.

-En 2013 se aprobó una nueva ley de migraciones, ¿qué perfil tiene?

-Hasta Evo Morales la cuestión migratoria había estado invisibilizada. Recién en 2013 surge la primera ley de migración. Todas las normas jurídicas, básicamente decretos supremos, hablaban de inmigración (atraer inmigración extranjera: blanca, caucásica, con recursos) para generar polos de desarrollo.

En 2013 se aprueba la ley que introduce aspectos de derechos humanos, considera a los bolivianos en el exterior, pero sigue siendo fuertemente securitista y de control fronterizo, dependiente del Ministerio de Gobierno y por tanto de la Policía, y no de los ministerios de trabajo o seguridad social como debería ser desde un enfoque de derechos humanos.

La nueva ley es producto también de un proceso de politización de la colectividad boliviana en el exterior, especialmente la residente en Argentina, que en 2003 sale masivamente a las calles de Buenos Aires a expresarse sobre la Guerra del Gas y a manifestar su apoyo a la nacionalización de los hidrocarburos. La agenda se concreta y saliendo de este reclamo los residentes bolivianos en el exterior se encuentran organizados y luego de haberse sumado a esa causa nacional comienzan a buscar la demanda propia: voto en el exterior.

En 2004 la Federación de Bolivianos en el Exterior le entabla una demanda al Estado boliviano. No es Evo Morales quien decide otorgar el voto en el exterior, es una conquista de los emigrados luego de huelgas de hambre y presiones de diverso tipo. Es la Corte Suprema de Justicia en 2005 que resuelve el tema fallando a favor de la solicitud. La Corte Federal Electoral asume el fallo, pero afirma que no tiene ninguna posibilidad de implementarlo para esas elecciones [diciembre de 2006]; se implementa por primera vez para las elecciones de 2009. La participación fue muy alta. Los niveles de organización de las personas migrantes bolivianas es muy alta.

-¿Cuál es la modalidad de voto escogida por Bolivia y cómo resultó su implementación?

-Más allá de la forma del voto, creo que importan las reivindicaciones que estaban detrás de ese derecho. El voto por Evo Morales en Brasil fue el más alto, alcanzó 92%, en Argentina casi 90%, en España 50%. Hay una reivindicación de un ser boliviano ligado a lo étnico. Tanto en San Pablo como en Buenos Aires, las características de la emigración son de sectores populares, étnicos, más que en España o Estados Unidos.

Actualmente seguimos teniendo una fuerte emigración a Argentina (60% de los bolivianos fuera del país), la mayoría en el Gran Buenos Aires. Existe una consolidada organización de las segundas y terceras generaciones con propuestas innovadoras por parte de los jóvenes. Estas organizaciones hoy en día están negociando la representación parlamentaria en el exterior a cambio de su voto para la modificación parlamentaria que permita la reelección.

También sigue creciendo el flujo hacia Chile y menos hacia Brasil por la crisis institucional que está atravesando ese país. Pese a que Bolivia ha repuntado en crecimiento económico desde 2006, todavía no ofrece posibilidades reales de retorno. Como dice un amigo: “Seguimos mal, ¡pero nunca hemos estado mejor!”.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística de España hablaban de 243.000 bolivianos antes de la crisis de 2008 y los datos de 2013 dan cuenta de 210.000 personas.

-¿A qué te referís cuando hablás de “sectores étnicos”?

-Las diversas investigaciones sobre dinámicas migratorias en Bolivia casi nunca hacen referencia al origen étnico de los migrantes. La mayoría de ellos proviene de sectores económicos populares provenientes de áreas rurales o periurbanas de extracto étnico, ya sean aymaras, o quechuas mayormente.

-En tu exposición hablaste de transformaciones muy fuertes ocurridas en Bolivia en este último tiempo, como el surgimiento de una “nueva elite económica étnica aymara”, ¿qué características tiene y qué relación entabla con el fenómeno migratorio?

-Estas transformaciones no tienen que ver con las transformaciones del gobierno y del Estado. No tienen que ver con Evo Morales. Esta nueva elite económica es étnica, aymara (en menor medida quechua), es La Paz y es El Alto, son comerciantes, y se desarrolla de la mano del comercio y la inmigración china. La envergadura de estas transacciones es tal y su influencia cultural tan importante que hasta tienen estética propia: edificios en El Alto, los llamados cholets, que es un nombre despectivo que refiere a los chalets, a los nuevos edificios construidos como salones de fiestas, donde la presencia étnica es muy fuerte, donde sigue existiendo la figura del preste, pero producto de una nueva realidad.

En estas expresiones ves la dimensión de esta elite económica, pero también la lógica del capital expresada al interior de las lógicas indígenas, lo que decide la diferenciación social. Antes, el preste estaba pensado para igualar las diferencias. Ahora, el que tiene recursos es preste y está comprometido a pagar las fiestas patronales como una forma de redistribución social, pero esto será recuperado por quien lo invierte.

-¿Qué son las lógicas étnicas y cuál es su relación con las prácticas capitalistas?

-A partir de esta asociación explicamos el reforzamiento del capitalismo. Entre las lógicas étnicas a partir de las cuales estos sectores populares van sobresaliendo, ya sea mediante el comercio o la migración, están el manejo y control territorial, pero también las extensas redes de parentesco que hacen posible este manejo espacial.

-¿Cuáles son las características de la economía popular migrante y qué la diferencia de la nueva economía transnacional del Altiplano paceño-China?

-El concepto de economía popular migrante surge de los propios trabajadores de talleres textiles bolivianos emigrados, viviendo en Buenos Aires y también en San Pablo. Ellos plantean discutir qué sucede dentro de los talleres textiles y cuáles son los efectos de la economía denominada informal por el Estado. Interpelan estas clasificaciones de la nomenclatura imperante: economía formal/no formal, que descalifica otras formas de intercambio.

-Te negás a hablar de trabajo esclavo en los talleres textiles que emplean personas bolivianas en Buenos Aires y San Pablo, ¿por qué?

-En el trabajo esclavo no se puede hablar de movilidad social y lo que demuestra la empírea es que sí existe la movilidad social de bolivianos, tanto en Buenos Aires como en San Pablo. De hecho, existe una nueva clase media de bolivianos en Argentina. Muchos de los trabajadores explotados en los talleres con el transcurso de los años se convierten en los dueños.

-¿Cuál debería ser el rol del Estado en los procesos migratorios?

-Hoy en día la mirada del Estado sobre los migrantes bolivianos es absolutamente funcional: el voto y la generación de recursos económicos, que pague trámites. Para los migrantes, la función del Estado boliviano debería ser el reconocimiento y el apoyo a su trabajo y trayectorias. En el caso de los comerciantes, que no interfiera, que no se meta con ellos: ¡cuanto menos Estado, mejor! Para estos sectores que se han formado de espaldas al Estado, el Estado significa únicamente problemas.

Patricia P Gainza.

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