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Se destapó la olla

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Un hombre mantuvo cautivas y abusó sexualmente durante años de dos mujeres en Salto.

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Editar

El Poder Judicial difundió el caso de un hombre de 26 años procesado con prisión por dos delitos de violencia doméstica y reiterados delitos de violación. Mantuvo en cautiverio a dos mujeres con retraso mental: según el auto de procesamiento difundido por el Poder Judicial, a su “esposa principal”, de 26, embarazada, madre de sus dos hijos, y a otra de 22. Las violentó sexual, emocional y psicológicamente, y les pegó reiteradas veces con palos y cadenas, desde hace por lo menos tres años.

Según el auto de procesamiento, las dos víctimas crónicas “toleraron, naturalizaron y justificaron” todas esas situaciones para mantener el “vínculo afectivo” con el abusador, porque tienen “rasgos de personalidad dependientes” debido al retraso mental. Incluso en primera instancia declararon una historia inventada para cubrir al victimario, quien en su testimonio admitió que era falsa. El hombre “reconoció su participación en los hechos”. Ambas mujeres están internadas en el hospital departamental. La jueza de Primera Instancia de 2º y 4º Turno de Salto, Patricia Hornes, pidió pericias psicológicas al procesado y a las víctimas, y que éstas se envíen al juzgado de Familia, “por la situación de extrema vulnerabilidad de los niños”.

Deconstrucción

El auto de procesamiento cuenta con varios testimonios que corroboraron las agresiones físicas y psicológicas. Uno de ellos es el de un vecino que estaba arreglando el cable de la luz y escuchó gritos provenientes de dentro de la casa que “pedían auxilio”, contó. Se acercó y vio que el hombre les estaba pegando a las dos mujeres: una de ellas estaba atada a una silla, “a la que le pegaba con un mango, piñazos y cadenazos”, mientras a la otra la “mandaba a conseguir monedas”. No se trataba de un escenario nuevo; el vecino reconoció que veía “todos los días” que las golpeaba. Agregó que la esposa del victimario le contó que “la había amenazado con matarla si lo denunciaba”, y por eso no lo hacía. Quien llamó a la Policía fue la madre del abusador, a pedido de él, pero no queda claro si fue a raíz de que se dio cuenta de que el vecino lo vio y temía que lo denunciara, o porque quería incriminar de copamiento y abuso sexual y violación a personas con las que “habría tenido algún incidente”. Consultada por la diaria, Hornes prefirió no hacer declaraciones.

La coartada relatada por la víctima de 26 años fue que el abusador “se encontraba pescando cuando habrían ingresado al hogar cinco personas, de las que podían identificar a tres, y que ambas mujeres habrían sido violadas y amenazadas por éstos, quienes para cometer el ilícito las golpearon con cadenas y encadenaron”. Pero esa versión fue descartada: las pericias forenses constataron que las lesiones físicas son anteriores a la supuesta ocurrencia del delito y además, después, el victimario confesó. “Inventamos entre los tres que había entrado gente a la casa”, declaró. “Yo mismo llamé a mi madre para que llamara a la Policía”, añadió. La Justicia concluyó que la mentira “fue producto de las amenazas”.

La esposa del victimario contó a la Justicia que una vez el hombre “le prendió fuego a la casa del vecino”, por lo que le tiene “miedo”. En ese sentido, aseguró que quiere regresar con su madre “para estar segura con ella”. La madre afirmó que su hija le había dicho que el día antes de prestar declaraciones el victimario le había pegado con cadenas a las dos mujeres que mantenía cautivas, y que hacía aproximadamente tres años que no tenía contacto con su hija. A su vez, en el documento se agrega que a raíz de los diversos testimonios se confirma que no las dejaba salir de la casa y que si algún hombre se les acercaba las golpeaba. Una de las víctimas alegó: “Nos pega porque no hacemos caso”.

Por otro lado, se deja constancia de que la jueza fue al hospital para recibir las declaraciones de las víctimas y “le causó impacto” ver las lesiones y “la situación” en que se encontraban las mujeres: anemia aguda, quemaduras, heridas viejas infectadas, moretones. Fuentes judiciales allegadas a la causa aseguraron que el estado físico y de salud de las mujeres era tan malo que llegaron a dormirse mientras prestaban testimonio.

Solas

En agosto del año pasado, también en Salto, una mujer que trabajaba como auxiliar de servicio del hospital departamental murió asesinada a golpes en su casa. El femicidio se intentó hacer pasar por robo. Fue el número 27 del año, según Feministas en Alerta y en las Calles, Coordinadora de Feminismos Uruguay.

Desde que asumió el tercer gobierno frenteamplista se ha mantenido un discurso en contra de la violencia de género e incluso se presentó una iniciativa legislativa para agregar el agravante de femicidio al delito de homicidio. Sin embargo, aún faltan datos concretos y certeros sobre la temática. Sí se sabe, por ejemplo, que hasta noviembre del año pasado el Ministerio del Interior contabilizó 11 tentativas de femicidio y 23 mujeres muertas a raíz de un episodio de violencia doméstica, y que se trata del segundo delito más denunciado. Desde el Programa Nacional de Discapacidad del Ministerio de Desarrollo Social, la abogada Karen Sass advierte que este caso de violencia hacia personas con discapacidad no es aislado, pero desconoce las cifras, porque no existen. La directora de la división Políticas de Género del Ministerio del Interior, July Zabaleta, reconoció que no hay información sistematizada respecto de denuncias y procesamientos por violencia doméstica y abuso sexual, y menos aun sobre violencia de este tipo sufrida por personas con discapacidad.

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