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Jihad Ahmad Diyab, ex preso de Guantánamo, ayer frente a la embajada de Estados Unidos. Foto: Federico Gutiérrez

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Ex recluso de Guantánamo protagonizó inusual protesta frente a la embajada de Estados Unidos por los 14 años de la cárcel.

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Ayer se cumplieron 14 años de la apertura de la cárcel estadounidense en Guantánamo, Cuba, y en varias ciudades del mundo hubo manifestaciones en reclamo del cierre definitivo de esta prisión. La de Montevideo, realizada frente a la embajada de Estados Unidos, probablemente no haya sido la más numerosa de todas, pero sí una de las más originales. El protagonista de la jornada fue nada menos que el ex recluso de ese establecimiento Jihad Ahmad Diyab, que vive en Uruguay desde diciembre de 2014, y que ayer llevó adelante una suerte de performance en la que fue alimentado por medio de una sonda nasogástrica, simulando los métodos forzosos empleados en Guantánamo para dar de comer a los internos que, como él, decidieron llevar adelante una huelga de hambre.

El encuentro también tuvo otros asistentes, entre ellos la activista del grupo Plenaria Memoria y Justicia Irma Leites, que se mantuvo en un papel secundario: se limitó a presenciar las oratorias y la performance de Ahmad Diyab. “Apoyamos las medidas de protesta por las violaciones de derechos humanos a nivel mundial”, dijo la militante, y aclaró que Plenaria no convocó al encuentro. Leites también aprovechó para criticar la política del gobierno con los ex presos de Guantánamo: “Los trajeron aquí y los dejaron tirados. Hubo una omisión de atención en muchos aspectos”. También estuvieron presentes Fernanda Aguirre, de la Secretaría de Derechos Humanos del PIT-CNT, Andrés Olivetti, referente de la Coordinadora para el Retiro de las Tropas de Haití, y Efraín Olivera, del Servicio Paz y Justicia. Todos dijeron estar a título personal. “Esto se resolvió ayer”, explicó Olivetti.

Al inicio, la movilización no congregaba a más de 25 personas, incluyendo a periodistas de varios medios de comunicación. Sin embargo, el simulacro de Ahmad Diyab acaparó rápidamente la atención de buena parte de los transeúntes y de los vecinos de los edificios linderos de la esquina de Cebollatí y Gaboto, que salieron a sus balcones a presenciar la singular protesta. Hasta el diputado Carlos Varela, que casualmente circulaba en auto por esa esquina, se vio sorprendido ante la convocatoria.

Paso a paso

Mientras Ahmad Diyab se vestía, una vez más, con el uniforme naranja de preso de Guantánamo, Leites y otra mujer colocaron un parlante en el medio de la vereda. “La representación que se llevará adelante es igual a la que les hacen [a los presos] pero con mucha menos violencia”, adelantó la presentadora, Alejandra. Luego llegó el turno de Andrés Conteris, residente en Estados Unidos y perteneciente a la organización Witness Against Torture. Explicó que para sacar a los presos de la celda se utilizaba un equipo de seis hombres que los amarraban a la fuerza, les sacaban sangre y los sentaban en una silla “especialmente diseñada para hacer lo que en el Pentágono llaman alimentación enteral”, debido a que en Guantánamo se prohíbe utilizar el término “alimentación forzosa”. Tras describir el proceso, Conteris contó que de los 769 presos que pasaron por Guantánamo, Ahmad Diyab es el único que ha logrado demandar al gobierno de Estados Unidos y obtener una victoria judicial por estos procedimientos. Según dijo, 103 presos aún permanecen en la cárcel.

“Por primera vez un ex preso de Guantánamo va a mostrar esto al mundo”, culminó Conteris. Pero entre el equipo que iba a hacer la demostración no todos estaban seguros de lo que iban a tener que hacer. Rosario, la enfermera encargada de introducirle la sonda por la nariz a Ahmad Diyab, no quería llevar adelante acciones violentas: “Si él quiere, que se ate, pero yo hacérselo animalmente, no”, le dijo a otra de las presentes.

Con la ayuda de algunas personas, Ahmad Diyab se ató a una silla de ruedas, mientras que Alejandra justificaba el papel que iban a tener que tomar los otros participantes del simulacro: “No nos complace para nada hacer de milicos ni represores”. El ex preso dijo unas palabras en árabe y luego comenzó la previa de la introducción de la sonda en una de las fosas nasales del ex recluso, a cargo de Rosario, quien a la vez relataba paso por paso el procedimiento: “Es un proceso que tiene ciertas complicaciones y riesgos. Cuando se les aplica este mecanismo a estas personas, sin duda que corren riesgos, como roturas de fosas nasales o del esófago, y más cuando ofrecen resistencia”. También advirtió que el alimento podía ingresar a los pulmones por error, lo cual sería “gravísimo”.

Antes de colocar la sonda, Rosario aplicó lidocaína, un anestésico local, sobre la nariz de Ahmad Diyab, para que el momento fuera “menos doloroso”. “No creo que en Guantánamo se utilizara”, comentó. Luego explicó que la sonda debía ingresar hasta el estómago del ex preso: la inserción llegó a superar los 40 centímetros del conducto.

Pocos segundos después de que Rosario advirtiera que el procedimiento podía producir náuseas, Ahmad Diyab comenzó a realizar arcadas y a escupir, por lo que debieron retirarle el conducto, que se veía sucio de sangre y fluidos. En ese momento, Conteris recordó que esa práctica se les hace a los presos que están en huelga de hambre dos veces por día. Tras el retiro, Rosario quiso parar la exhibición, pero Ahmad Diyab dijo que quería seguir: “I need it” (lo necesito), afirmó. El segundo intento se hizo de forma exitosa, aun cuando el ex recluso se negó a usar la lidocaína. La enfermera conectó la sonda a una jeringa que contenía Ensure e introdujo parte del alimento, uno de los que se utilizan en Guantánamo, en el conducto.

Una vez finalizada la exhibición, tomó la palabra el propio Ahmad Diyab, que, señalando la sonda ensangrentada, dijo: “Hoy derramamos sangre, y esto es un ejemplo de lo que pasa en Guantánamo. Imaginen cuánto sufre la gente cuando ocurre dos veces a diario, día tras día, año tras año. Ahora hay presos que pesan sólo 30 kilos por estar en huelga de hambre y recibir alimentación forzosa. ¿Hasta cuándo va a continuar eso? ¿Dónde está la gente en el mundo que respeta la libertad? ¿Por qué ha habido torturas por 14 años en Guantánamo? Si tienen razón en las acusaciones a los presos, llévenlos a una Corte, y si no tienen evidencias, entonces denles la libertad”.

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