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Ante la intimación del comandante en jefe de la Armada

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En las primeras horas de la tarde de ayer, un hombre vestido de traje que venía junto a un acompañante y que se presentó como abogado de la Armada llegó al local donde funciona la diaria para entregar una carta firmada por el comandante en jefe de la Armada, Leonardo Alonso. Reproducimos dicha misiva en esta página.

Hace más de diez años que la diaria publica la sección de humor “El faro del final del mundo”, debidamente etiquetada con el rótulo “Humor”, en la que cita en forma textual frases entrecomilladas que no sólo nunca fueron dichas, sino que resultaría muy extraño que alguna vez hubieran sido pronunciadas. No hace falta un compendio de jurisprudencia -que la hay, nacional e internacional-, sino apenas una dosis de sentido común para concluir que una sección de humor no tiene pretensión de verdad, y que no busca informar sino entretener. El animus iocandi -“ánimo jocoso”- es un eximente en los delitos de injuria.

La demanda que llegó ayer vía carta a la diaria sería risible en otro contexto, pero es preocupante en este. Primero, es preocupante porque está firmada por el comandante en jefe de la Armada, Leonardo Alonso, y, por lo tanto, no es una demanda particular, sino de una institución, la Armada Nacional. En segundo lugar, y fundamentalmente, es preocupante porque debemos suponer que fue avalada por su superior, el ministro de Defensa Nacional, Jorge Menéndez. la diaria consultó ayer a Menéndez, quien se limitó a responder que no haría declaraciones sobre el tema porque estaba por ingresar a la comisión general del Parlamento. ¿Menéndez estaba o no al tanto de esta carta? ¿La avala, o sancionará a su subordinado por no haberle comunicado que actuaría en este sentido? Es importante saberlo, porque interesa conocer si la Armada presiona a un medio de comunicación independiente -que casualmente, ayer publicó en tapa información sobre el espionaje de los militares en democracia-, pero mucho más importa saber si el gobierno del Frente Amplio, por intermedio de su ministro de Defensa Nacional, avala este tipo de demandas contra un medio de prensa. Importa saberlo no solamente por una voluntad de defensa de la libertad de expresión, sino para estar al tanto de hasta qué punto hemos permitido que la impunidad de unos pocos trastocara nuestro sentido de la justicia, de lo correcto, de lo humano. Y también nuestro sentido del ridículo.

Del editor de Humor

La nota en cuestión es humorística y no pretende mancillar el Honor de nadie sino hacer reír. Seguramente no lo logra, es cierto, pero lo primero tampoco debería ocurrir. En todo caso, como autor de la nota, le pido perdón al señor Alonso y a la organización que comanda por la mala calidad de los chistes. Con respecto a una posible rectificación, lo haría gustoso, pero no se me ocurren argumentos. ■ Marcos Morón

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