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Jorge Rucks: “El problema del agua es una preocupación fundamental de este gobierno”

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Para 2030, lograr el acceso universal y equitativo al agua potable, a un precio accesible para todos. Para 2030, mejorar la calidad del agua mediante la reducción de la contaminación y la reducción al mínimo de la descarga de materiales y productos químicos peligrosos. Para 2030, aumentar sustancialmente la utilización eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua. Para 2030, poner en práctica la gestión integrada de los recursos hídricos a todos los niveles, incluso mediante la cooperación transfronteriza. Para 2020, proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los bosques, los humedales, los ríos, los acuíferos y los lagos. Estas son algunas de las metas propuestas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en setiembre de 2015, en un proceso liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

En un desayuno de trabajo realizado ayer, funcionarios con competencia en el asunto discutieron sobre el panorama uruguayo. El subsecretario del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Jorge Rucks, dijo que “el problema del agua es una preocupación fundamental de este gobierno”, y que le están dando “la atención que el tema merece”. Dijo también que “la coordinación entre las instituciones está lejos de ser la ideal”. Para Rucks, cuando se habla de indicadores, “el Instituto Nacional de Estadística debería estar liderando muchos de estos procesos para incorporar las informaciones”. Agregó que los indicadores no pueden separarse de los objetivos de las políticas en la gestión del agua. “Uruguay es un país profundamente urbanizado, que tiene la necesidad de llegar con agua al 100% de sus habitantes, y con agua de calidad y en todo momento”, dijo Rucks, y destacó que el país tiene “un cumplimiento récord de abastecimiento en América Latina”, pero es necesario “pensar cuál es la calidad de ese producto”, ya que como el foco está en lo urbano, “muchas veces la población dispersa no tiene la misma calidad de los servicios”.

Otro aspecto “a pensar cuidadosamente”, señaló, es la característica de agua transfronteriza que tiene Uruguay, que hace que “nuestra calidad de agua esté influenciada también por nuestros vecinos”. Rucks sostuvo que “en general las aguas son de buena calidad, aunque en determinados momentos se generan problemas”, y que esta “no es una gestión del agua sino para el agua”, por lo que se debe trabajar “con todos los sectores que inciden en el tema”. El subsecretario dijo que “hay mucho que hacer, ajustar y definir”, y saludó la cooperación internacional, ya que dijo que estos temas requieren esfuerzos muy grandes y “las instituciones en el país son débiles en muchos sentidos” y necesitan “generar capacidades técnicas y financieras”.

En esta línea, el secretario nacional de Ambiente, Agua y Cambio Climático, Carlos Colacce, cree que a nivel nacional hay “muy buenas capacidades y experiencias generadas respecto del análisis de indicadores, la clasificación de los cursos de agua y los límites tolerables”; sin embargo, “hay que prestar atención a tener las capacidades para lograr los monitoreos necesarios”; porque “este es un tema que no puede estar condicionado a que determinado equipo de medición o recurso humano dedicado a tomar las muestras dependa de un financiamiento de un proyecto específico, con convenios que tienen validez de un año y después queden en la nada”. Para Colacce, este asunto debe estar “totalmente institucionalizado, ser sustentable, con presupuesto propio e incluso utilizar los recursos humanos y las capacidades de laboratorio que ya existen en el país”.

Mariana Hill, directora general de Recursos Naturales Renovables del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), destacó la importancia que tienen los indicadores y el análisis: “Es muy importante que a los que estamos en la ejecución de las políticas públicas nos indiquen qué es lo que está pasando, para que nosotros sepamos qué es lo que hay que hacer”. Dijo también que se le dificulta mucho separar el agua del suelo, ya que “lo que pasa en el agua está ocurriendo por lo que ocurre a nivel de la cuenca y el uso del suelo que se haga en la propia cuenca”. Los nutrientes en el agua son uno de los indicadores marcados por la ONU para medir la contaminación de las aguas. En referencia a esos nutrientes, Hill habló de nitrógeno y fósforo, y dijo que la producción agropecuaria es “altamente responsable de esos nutrientes”, por lo que el MGAP quiere ocuparse “de lo que le corresponde” para “minimizar la llegada de esos nutrientes al agua”. Según la directora, lo hacen mediante el “control de la erosión de los suelos”, y a partir de la “eficiencia” en el uso de “fertilizantes químicos u orgánicos”, para que los nutrientes “no salgan de las chacras y de los campos”. Hill explicó que “alguno siempre se irá a escapar”, pero la idea es que “después de que se escapen del suelo, no lleguen al agua”. En este sentido, destacó “el trabajo de construcción de zonas buffer y la reconstrucción de monte nativo” que se está haciendo “con Vivienda y con el apoyo de la secretaría”, que apunta a “mejorar o minimizar los efectos en el agua”.

El “buen uso del agua”, agregó, “es bueno para el objetivo de tener agua limpia para la producción sostenible, pero también es una muy buena herramienta a nivel nacional para adaptarnos al cambio climático”. Dijo también que “más producción y mejor producción es más materia seca que se genera y queda en el suelo, más carbono que se incorpora al sistema, y quién nos dice que no podamos estar capturando carbono y recuperando un poco nuestro suelo”. Explicó que en la cuenca del río Santa Lucía “de las 1.300.000 hectáreas, la agricultura ocupa 90.000”, por lo que “no es la actividad principal que pudiera estar generando excesos o exportación de nutrientes al agua”; el problema es “una historia de 100 años de uso del suelo con laboreo y erosión, que hacen que hoy haya que ponerle cabeza a esto”.

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