“Tan hermoso, tan hermoso, y cómo lo tienen; es una injusticia eso que hacen”, dice Elsa, de 89 años, sentada en la escalera de la Universidad de la República (Udelar), en referencia al hospital donde su nieta se recibió de médica. Está con su esposo, Roberto Sarandí, de 90, que dice que está ahí por obligación, porque se operó dos veces en el Clínicas y está bien: “para pelearla”. Alrededor le corretean unos gurisitos, que juegan con unas banderitas y gritan “que el hospital no se venda”. Para Roberto, “todo el pueblo tiene que estar acá; no tienen que quedarse en las casas, los precisamos”. Dice que es comunista de toda la vida y que no quiere hablar contra Tabaré, pero que al gobierno “esto se le está yendo de las manos”.
En julio de este año -por medio de una carta- los ministros de Economía y Finanzas y de Salud, Danilo Astori y Jorge Basso, dijeron que la única opción para hacer las obras de reforma y actualización del Hospital de Clínicas era la participación público-privada (PPP). El objetivo de la marcha, convocada por el “Movimiento Todos Por El Clínicas Contra las PPP”, es entonces la oposición a este planteo del gobierno y al mecanismo de la PPP.
Sebastián, funcionario del hospital e integrante de la Unión de Trabajadores del Hospital de Clínicas (UTHC), dice que este proyecto implica que “un privado llegue al país, proyecte, construya y gestione el hospital durante 35 años”, y durante ese tiempo el Estado “pierde el control del Hospital de Clínicas”. Esto, dice, es una privatización, pero le llaman PPP porque “suena más amable”. Para él, la situación es “crítica” en el centro: hay necesidad de recursos humanos y materiales, y el edificio está muy deteriorado a causa del “ahogo presupuestal”; sin embargo, está convencido de que “este no es el camino”.
Hugo Etcheverry, de la UTHC, acaba de atar con cinta, en la puerta de la Udelar, una pancarta que dice que al hospital del pueblo lo defiende el pueblo. Le dice a la diaria que los trabajadores y los estudiantes son los que hacen que el hospital funcione, y que quieren “que las obras se lleven adelante con dinero público y estatal”, pero que “la ley de PPP habilita a la empresa privada a diseñar el proyecto y administrar parte de los servicios del hospital, y ahí claramente se está violando y atacando la autonomía y el cogobierno universitario”.
Unos minutos después, con el micrófono y ante todos los presentes, Federico Kreimerman, representante de los egresados, dice que el gobierno plantea que el hospital no va a perder su autonomía, y que eso “es falso”, porque “la Universidad [de la República, Udelar] tiene que flexibilizar su proyecto edilicio y permitirle al inversor intervenir en el diseño del futuro hospital”. Es posible la financiación pública, dice, lo que hace falta es voluntad política.
Sofía Kohn, integrante de la Asociación de Estudiantes de Medicina, dice -vestida de túnica blanca- que el Clínicas “debe estar orientado a las necesidades populares” y que “los intereses del capital se contraponen seriamente con eso”. Cree que el hospital “está cumpliendo con el rol que tiene” y que, aunque “muchas cosas deben mejorarse”, la diferencia entre su potencial y lo que realmente puede desarrollar se debe a la falta de recursos.
El Consejo Directivo Central de la Udelar votó en setiembre su voluntad de que se inicie el proceso de PPP para las obras del Clínicas, con el voto del rector, Roberto Markarian. Para Etcheverry, el rector “ha cometido un gran error”, y dice que con la marcha le están pidiendo que “deponga” la decisión. La disputa, dice, es a la interna de la Udelar y ante el gobierno, por eso la marcha sigue rumbo a la Torre Ejecutiva.