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Efectivos de la Policía Militar durante la represión a los estudiantes que se movilizaban contra la aprobación de la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC55), el 29 de noviembre, en Brasilia. Foto: Mídia Ninja

Narrativa independiente, cuerpos en red

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Reniegan del periodismo “objetivo y neutral”, y asumen sin culpa su parcialidad. Los integrantes de Mídia NINJA (MN), una red brasileña de comunicadores y activistas fundada en 2013, se consideran un movimiento social dentro de la comunicación, toman partido en defensa de las organizaciones más críticas con la actual administración de Michel Temer y apuntan sus dardos contra la concentración del poder mediático en su país, donde, según afirman, 70% de los medios son controlados por seis familias, con una “marcada supremacía” de la Red Globo. La delicada situación política de Brasil tiene múltiples expresiones; una de ellas es la aparición de nuevas plataformas como esta, que intentan disputar espacios en el terreno simbólico y político. Para conocer mejor la propuesta, hablamos con Oliver Kornblihtt, uno de los integrantes del colectivo.

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–¿Qué significa ser NINJA en el oficio del periodismo?

-NINJA es una sigla de Narrativas Independientes Periodismo y Acción. Esas cuatro palabras describen muy bien nuestra respuesta a la pregunta. Somos una red de comunicadores y activistas que buscan nuevas formas de producción y distribución de la información a partir de las tecnologías y de una lógica colaborativa de trabajo. Fue fundada en 2013 por Fora do Eixo [“fuera del eje”, una red de colectivos que trabajan en el terreno de la cultura de Brasil y algunos otros países latinoamericanos], y hoy somos una plataforma con más de un millón de seguidores y un laboratorio permanente de comunicación independiente con conexiones en toda Latinoamérica.

Ser NINJA es entender la comunicación democrática como un derecho humano fundamental. Es entender que vivimos en una sociedad donde la disputa narrativa con los grandes medios empresariales de comunicación es necesaria para defender la democracia y los derechos humanos. Nos consideramos un movimiento social dentro de la comunicación, y trabajamos en las calles y en las redes junto a las luchas de otros movimientos sociales en el contexto del siglo XXI: movimientos de mujeres, de negros, LGBT, campesinos, de vivienda, estudiantiles, de trabajadores, etcétera.

No creemos en el mito de un periodismo objetivo y neutral. Todo periodismo es posicionado. MN está de un lado y lo asume. El desafío está en la transparencia de las posturas asumidas y en el desarrollo de una comunicación profesional, de alto impacto. Asumimos también la crisis de intermediarios propia de este siglo, y hacemos un periodismo en red a partir de un mosaico de parcialidades, en constante intercambio y colaboración con varios proyectos de medios independientes, construyendo un espectro amplio de contrainformación.

–¿Cómo describen al colectivo y al trabajo que hacen desde él? ¿Qué estrategias de sustentabilidad tiene el proyecto?

-La red está distribuida por todo Brasil y cuenta con miles de participantes, que tienen diferentes niveles de involucramiento y de disponibilidad. Hay integrantes con dedicación exclusiva, que además de producir contenido, componen un consejo gestor de MN, para ayudar a sistematizar y enviar a la red. Los colaboradores fijos sin dedicación exclusiva actúan en la producción de contenidos, y también pueden coordinar acciones específicas. Otros colaboradores ocasionales envían contenidos por los canales de MN sin establecer vínculos con la red.

En cuanto a los recursos económicos, nos financiamos con nuestras propias producciones. La estructura principal está basada en la de Fora do Eixo, y por medio de las Casas Colectivas de esa red [donde se vive en comunidad] es posible lograr sustentabilidad. Además, recibimos donaciones de personas físicas y de organizaciones nacionales e internacionales para proyectos específicos.

–Explicame un poco más la relación con Fora do Eixo y otros colectivos políticos-culturales.

-Fora do Eixo inició sus actividades en 2005, cuando un grupo de productores y artistas del Brasil profundo tuvo la iniciativa de crear un circuito cultural para intercambiar, de forma solidaria, tecnologías sociales y conocimiento relacionado con la producción de eventos. Al principio se centraron en la producción musical, pero pronto la red que formaron fue creciendo y abarcando otras áreas y formas de expresión, con una parte muy importante en la comunicación.

Durante ocho años, Fora do Eixo desarrolló un frente de comunicación muy fuerte, Mídia Fora do Eixo, con metodologías propias de trabajo para cubrir los festivales de música. Coberturas en tiempo real, transmisiones en vivo, una estética potente fuertemente trabajada, y un trabajo enfocado en la difusión mediante las redes sociales. En 2013, esas formas de trabajar la comunicación se cruzaron con un grupo de periodistas alternativos, y se salió a la calle con el objetivo de cubrir manifestaciones y otros acontecimientos sociales. De ese laboratorio surgió Mídia NINJA, que se monta sobre la estructura y la metodología construida por Fora do Eixo.

–¿Qué papel desempeña actualmente el poder económico en la conducción de los medios de comunicación brasileños?

-La concentración de poder mediático en Brasil es una de las mayores en América Latina. 70% de los medios es controlado por seis familias, con una marcada supremacía de la Red Globo, que está básicamente en manos de la familia Marinho. A su vez, hay una elite económica que comanda según sus intereses a este poder mediático concentrado. Todo eso quedó muy claro en la construcción del golpe institucional, jurídico y mediático que vive Brasil en la actualidad. Se hizo más evidente la relación de la línea editorial de medios como O Globo y O Estado de São Paulo con la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, que es una de las instituciones más poderosas de Brasil.

–Dando vuelta la pregunta, ¿qué papel desempeñan actualmente los medios de comunicación en la política brasileña?

-Ese complejo mediático monopólico tiene un poder político muy grande, ya que construye una narrativa omnipresente (desde las novelas de la tarde hasta los noticieros de la noche) sobre la realidad del país. Sin ese poder mediático, es imposible entender cómo Dilma [Rousseff], una presidenta a la que no se le ha comprobado ningún caso de corrupción, fue destituida por el Congreso más corrupto de la historia de Brasil. Hay una estructura mediática que dio sustento a la toma del poder, mediante un golpe institucional o golpe blando, por parte de un proyecto político y económico que fue derrotado en las urnas en 2014.

–¿Cómo conceptualizan, en su trabajo, la relación entre activismo y periodismo?

-Como dije antes, somos un movimiento social que proviene de la cultura y encuentra su campo de acción en la comunicación. En la batalla comunicativa la lucha es desigual, pero somos muchos haciendo la diferencia a muchas manos. Peleamos junto a otros movimientos sociales por la democracia y contra el golpe, por los derechos humanos y por una democratización en la comunicación. Asumimos nuestro trabajo como un activismo dentro de la comunicación. Nos han preguntado varias veces si nos consideramos periodistas. Somos comunicadores; la mayor parte de los ninjas no vienen del campo del periodismo profesional. Buscamos ser profesionales en nuestro oficio, pero descreemos fuertemente del supuesto de objetividad y neutralidad del periodismo tradicional. Creemos que la objetividad y la neutralidad no existen, ni siquiera en aquellos medios de comunicación que se llaman profesionales. Sí nos parecen importantes la transparencia y el compromiso.

–Considerando que MN usa tecnologías de comunicación y medios virtuales para cubrir acontecimientos en los que la presencia y política de los cuerpos tiene un rol fundamental, ¿cómo piensan, desde el activismo mediático, la importancia de los cuerpos y del espacio virtual en los movimientos de resistencia política?

-Entendemos esta relación mediante la idea de “redes e rúas” [redes y calles]: la interacción entre esos dos espacios de acción se retroalimenta y es fundamental. En 2013 entendimos que las nuevas tecnologías y medios virtuales traían consigo una nueva dinámica social. Las personas que salían a la calle masivamente, a protestar por sus derechos, vivenciaban esa lucha poniendo el cuerpo en el espacio público, junto a muchos otros miles de personas. Eso las movilizaba emocionalmente, pero cuando volvían a sus casas y prendían los televisores o las radios, no encontraban nada allí que reflejase la experiencia que acababan de vivir. Entonces se volcaban a las redes sociales para compartir sus experiencias, y trabajos como el de MN traían un acercamiento mayor a esa experiencia vivida, con transmisiones en vivo continuas durante cuatro horas, o con imágenes impactantes realizadas de igual a igual. En todo el proceso de lucha contra el golpe, entender el potencial de movilización de las redes y de las calles fue fundamental para el movimiento de resistencia política. Pensamos que el proceso virtual no puede comprenderse sin el presencial, y viceversa. Movilizarse virtualmente sólo toma consistencia junto a la presencia masiva de los cuerpos en las calles, ocupando, manifestando.

–¿Tienen colaboradores internacionales con los cuales trabajen o en quienes se inspiren? ¿Están insertos en algún circuito internacional de medios alternativos?

-La experiencia de MN se inscribe en una tradición de medios alternativos mundiales, que también tiene antecedentes en Brasil. El cineasta francés Jean-Luc Godard ya fue preso en mayo del 68 por realizar coberturas medioactivistas con su cámara súper 8. En MN reconocemos la herencia y la inspiración de experiencias locales como el Centro de Medios Independientes, Intervozes, el Foro Mundial de Medios Libres, el Foro Nacional por la Democratización de la Comunicaión, Cia de Fotos y Radios Libres y Comunitarias, y también la de experiencias internacionales como Magnum Photos, Indy- Media o la argentina Sub-Coop.

En lo referido a la articulación con experiencias de otros países, desde Fora do Eixo hemos construido un frente de trabajo internacional, desde el cual intentamos conectar a Brasil con el resto de Latinoamérica, e impulsamos redes regionales que buscan acercar y enlazar experiencias colectivas. Formamos parte de Facción-Red Latinoamericana de Mediactivismo, que reúne a más de 200 activistas y experiencias de comunicación de 21 países. Construimos en conjunto y participamos en intercambios y experiencias con medios hermanos como los argentinos Emergente, La Garganta Poderosa, Revista Anfibia y Medio Negro; el mexicano DesInformémonos; el guatemalteco Prensa Comunitaria; los peruanos Chola Contravisual y La Mula, el paraguayo CigarraPy, el ecuatoriano Nina Shunku, los chilenos The Clinic y Prensa Opal, el uruguayo Rebelarte y el regional latinoamericano AJ+, entre otros.

–¿Qué significado y alcances tiene hoy el concepto de “medio alternativo”, y cuál piensan que es la tarea de los medios alternativos en un contexto de crisis política?

-En un contexto de crisis política y golpe institucional, jurídico y mediático como el que vive Brasil, el papel de los medios alternativos y de las construcciones alternativas para disputar poder es fundamental. La construcción de alternativas colectivas, horizontales y en red, o la disputa de agenda, son tareas fundamentales.

MN tiene actualmente la capacidad de lograr más interacción en las redes sociales que los principales medios empresariales de Brasil, como O Globo, Folha de São Paulo, O Estado de São Paulo o Veja. Y no se trata sólo de MN; es todo un espectro de medios alternativos que crecen y colaboran con nuevas lógicas de interacción, creando lo que el estudioso Fábio Mallini llama “los nuevos grandes medios”. Entre ellos hay experiencias como Jornalistas Livres, Brasil de Fato, Revista Forum, O Cafezinho, Observatório de Favelas o The Intercept: marcan un mapa de medios que en su conjunto interactúa con millones de personas en Brasil y las moviliza. Es fundamental el rol de estos nuevos medios en la disputa narrativa y en la disputa de poder para un proyecto de sociedad más democrática y más justa.

–¿Qué ha cambiado, en términos de libertad de prensa y represión de manifestaciones, desde la destitución de Rousseff?

-Hemos visto una creciente ola represiva en las calles, en especial contra las movilizaciones de protesta. No son situaciones nuevas, ya que la Policía Militar siempre ha tenido un accionar violento contra la prensa en Brasil, pero esto se ha intensificado.

Hubo represión violenta de marchas pacíficas en San Pablo, en Río de Janeiro, y recientemente en el acto unificado contra el proyecto de enmienda constitucional para congelar el gasto social por 20 años (PEC55). En este último se vio una represión feroz de la Policía Militar, durante más de cuatro horas, a estudiantes y trabajadores que habían llegado de todo Brasil. En este contexto, hemos vivido situaciones de persecución, amenaza y represión, sobre todo en Brasilia y San Pablo.

–¿Cómo salir del pozo en el que parece haber caído Brasil? ¿Cómo activar fuerzas de resistencia o revolucionarias?

-El desafío que enfrenta Brasil hoy es el de encontrar las bases y las fuerzas para generar un nuevo ciclo de desarrollo del campo progresista, tanto en nuestro país como en el resto de América Latina, que provenga de nuevas fuerzas políticas. Los movimientos de la cultura y la comunicación tienen mucho para ofrecer en este nuevo panorama de construcción.

Creemos que es desde el Brasil profundo y desde el desarrollo de tecnologías sociales colectivas, partiendo de la cultura, que se pueden construir otras lógicas. Hay una nueva generación, formada al calor de 15 años de proyectos en países latinoamericanos, que mostraron posibilidades de avance. La reacción está viniendo desde abajo, desde un mapa de nuevas iniciativas que pueden generar cambios trabajando en forma colaborativa, en colectivo y en red; por ejemplo, los jóvenes estudiantes ocupando más de mil escuelas en todo Brasil, en contra de los recortes y las reformas del plan de educación, con medios de comunicación en red.

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