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Hipódromo de Maroñas. Foto: Federico Gutiérrez (archivo, enero de 2016)

Según la AUVE, la muerte de los caballos en Maroñas muestra que es momento de regular los raides

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La muerte de dos caballos en el raid disputado en Maroñas el sábado 17 sigue despertando reacciones. Esta vez llegó la opinión de los veterinarios. En una carta enviada al Consejo Directivo de la Sociedad de Medicina Veterinaria del Uruguay, la Asociación Uruguaya de Veterinaria Equina (AUVE), que integra dicha sociedad, le pide que se expida sobre el tema y coordine con la Academia Nacional de Veterinaria, la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República, la Sociedad Protectora de Animales y otras instituciones con las que lo considere oportuno, a efectos de emitir una “opinión única de la Profesión en contra de este tipo de competencias, que lleva al caballo al límite de su resistencia poniendo en alto riesgo su vida”.

El presidente de AUVE, Elbio Pereyra, en diálogo con la diaria, dijo que “este es el momento” y que de las cosas malas hay que sacar alguna buena. Que estas competencias se hacen en todo el país con mucha frecuencia, y que suelen ocurrir cosas pero nadie se entera. Que esta vez se hizo en Maroñas, que es una vidriera y por eso se armó revuelo, y que es la oportunidad de que “se tome conciencia de que esto hay que reglamentarlo”. Explicó que las pruebas de hasta 3.500 metros están reguladas, así como las largas, de más de 60 kilómetros. En ambos casos se cuenta con un “tribunal de penas para quien tiene la culpa de matar a un caballo”. Pero el veterinario sostuvo que “entre los 3.500 metros y los 59 kilómetros hay un vacío reglamentario: se corre en cualquier condición, con cualquier caballo y de cualquier forma, y muchísimas veces el premio de la apuesta o el juego supera el valor del caballo, entonces a quienes compiten no les interesa demasiado la vida del caballo. Y eso es un poco lo que pasó en Maroñas”.

En la carta, firmada por Pereyra y dada a conocer hoy por El Observador, se expresa que, a la vista de los antecedentes, “la autoridad competente no debería permitir ninguna competencia hípica en distancias disputadas entre 3.500 metros y 59 kilómetros, en condiciones donde no exista o no se haga cumplir la reglamentación que regule la prueba, dado que se pone en riesgo la vida y bienestar de los equinos participantes”. La interrogante sigue siendo cuál sería la autoridad competente en este caso, ya que en esta carrera ni la Federación Ecuestre Uruguaya ni la Comisión de Tenencia Responsable y Bienestar Animal (Cotryba) estuvieron vinculadas en la organización -en el primer caso- ni en la fiscalización -en el caso de Cotryba-.

Pero volvamos a lo que ocurrió en Maroñas. “Si bien se dice que los caballos eran debutantes, lo cierto es que eran debutantes en este tipo de pruebas. Pero la mayoría eran caballos que ya no sirven para las pruebas de pista -carreras de menos de 3.500 metros-, entonces los utilizan para esto. No tenían el entrenamiento debido, y esto es lo que los mata, aunado a las condiciones del tremendo esfuerzo, el clima y la pista”, dijo Pereyra, y explicó que a título personal no le interesa “sancionar ni buscar responsables en este caso puntual”, sino que “de acá para adelante se cree un reglamento que permita terminar con la matanza de caballos que se hace en los raides pirata, en los raides cortos, en los que, al no haber un criterio único para regularlos, no hay ningún tipo de sanción ni de responsabilidad”.

Afirmó que en este caso “la responsabilidad es de los jockeys”, y que habrá jockeys responsables y jockeys que no lo sean, “pero no se puede basar todo en el criterio o en el sentido común de cada uno”. Consultado sobre la responsabilidad que pueda caberles a los dueños de los caballos, dijo: “El dueño le va a decir al jockey tratá de ganar. Si pasa algo va a decir que el que está corriendo es el jockey y que él no está con el caballo, que él no puede saber si el caballo está cansado o no. Se saca el lazo con la pata. Pero todo el mundo se saca el lazo con la pata, y ese es el problema: al no haber una norma, todo queda al libre albedrío”.

Lo cierto, explica Pereyra, es que “cuando al caballo lo obligan a correr una distancia mayor que aquella para la que está capacitado, todos sabemos que el animal corre hasta morir y cuando cae es porque no da más; es entonces que entra a tallar la conciencia del jockey, que debería sacarlo antes de que llegue a ese punto”. Agregó que en este caso “corrían ocho kilómetros a todo trapo, y para que el caballo resista tenía que haber pasado por un entrenamiento muy duro que estos caballos no tenían”. Mencionó el caso del caballo que llegó segundo y murió, Gepetto: “Hasta julio de este año corrió en Maroñas, aproximadamente 2.000 metros, y ahora lo hacen correr 8.500 metros”.

Ante la pregunta de qué falló en Maroñas, el presidente de AUVE respondió que “lo primero que falló es que no hubo controles” veterinarios: “Dicen que se cumplía con todas las exigencias del Ministerio [de Ganadería, Agricultura y Pesca], y sí, puede ser, tenían las vacunas, las dosificaciones y eso, pero ¿qué tiene que ver? Claro que cuando largaron los caballos estaban todos sanos, pero no es ese el control que hay que hacer”. Agregó que “los veterinarios estaban en diferentes puntos de la pista y veían pasar a los caballos. Si veían alguno tambaleándose podían hacerlo bajar, pero en realidad los sacaban los jockeys”.

Muchos de los caballos, dijo Pereyra, eran “entrenados en el campo y vinieron a correr en la arena, con calor, humedad, y fueron sometidos a un esfuerzo muy grande, se juntó todo, por lo que no me llamó la atención que haya sucedido algo así. El organismo del caballo no aguanta eso”. Dijo que se posicionaron en el tema porque “sintieron la responsabilidad” de “dar la patada inicial para ponerle atención al tema y buscar la forma de que cosas como esta no ocurran más”.

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