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Daniel Martínez y Yamandú Orsi, ayer, en el arroyo Carrasco. Foto: Santiago Mazzarovich

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Intendentes de Canelones y Montevideo recorrieron ribera del arroyo Carrasco para evaluar un plan conjunto para la zona.

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Caminar un mediodía de febrero por los humedales de Paso Carrasco no es changa. Ayer de mañana, los vecinos de la zona vieron pasar desde atrás de algún árbol o desde la puerta de sus casas a la comitiva de las intendencias canaria y montevideana. La recorrida se propuso constatar los avances en la desobstrucción de algunos tramos del arroyo Carrasco, y evaluar y elaborar planes en conjunto para el desarrollo de la cuenca. Hasta el momento llegaron a la conclusión de que lo que mata no es la humedad, sino la basura.

En el camino que bordea la ribera circundante a la unión del canal Manga hay entre los pastos electrodomésticos oxidados, desarmados, descartados. Hay una manguera ensamblada a un caño con cinta por el que se pasa agua potable de un lado a otro del canal. Hay un cable extendido desde las columnas de UTE, al ras del suelo, que cruza sobre el canal a sólo unos diez centímetros del agua. Hay barro, chanchos enlodados, alambres, palos. No hay saneamiento. No hay electricidad.

El intendente de Montevideo, Daniel Martínez, caminó rápido por la ribera, aunque se detuvo varias veces. En una ocasión observó los chanchos y dijo en tono irónico: “Coma chorizo de arroyo de Manga”, mientras movía la cabeza en señal de desaprobación. El intendente de Canelones, Yamandú Orsi, había dicho minutos antes que “hay que recorrer para ver la precariedad con la que nuestra gente vive desde hace muchos años”, gente que, “de repente”, se crió así, “es la oportunidad que ha tenido y de eso vive”. De basura y chanchos.

Los humedales están diezmados por la erosión, la tala ilegal, la basura acumulada y la extracción de turba (tierra orgánica). Hoy la zona más crítica está en el sur sur, donde viven unas 50 familias que la Intendencia de Canelones planea realojar y brindarles soluciones para que “se dediquen a otra cosa”, afirmó Orsi. El alcalde de Paso Carrasco, Luis Martínez, explicó que la idea es ubicar a las familias a unos 100 metros de donde están, hacia arriba, y liberar la ribera para preservar la fauna. “Estamos hablando de unos niveles de precariedad muy complicados. Hay que hacer mucho trabajo de educación y darle soluciones a mucha gente que no tiene alternativa”, dijo Orsi. Hasta el momento se realojó a aproximadamente 300 familias que vivían en la zona más inundable y que sufrieron las consecuencias de las lluvias de febrero de 2014. La mitigación y recuperación de los humedales hay que tratarla “con paso firme pero con mucha cautela”, agregó.

A su vez, Orsi dijo que habló con Martínez para “generar un parque lineal al lado del arroyo”. “No es una locura, es una posibilidad”, aseguró. En ese sentido, Martínez sostuvo que “de la misma forma que se ha logrado avanzar en el arroyo Miguelete y recuperar un espacio público hermoso que se había convertido en basural, donde incluso se ha hecho una especie de corredor para bicicleta y aerobismo”, se intentará recuperar el Carrasco y darle “calidad de vida al vecino, para que lo disfrute y no lo sufra”. Desde ambas administraciones consideran que para lograrlo el trabajo tiene que ser conjunto.

Durante noviembre del año pasado, técnicos, directores y alcaldes de ambas intendencias llevaron a cabo un relevamiento del arroyo Carrasco, con el objetivo de identificar sectores obstruidos del cauce que contribuyen a la salida de curso de las aguas cuando suceden precipitaciones importantes. Según Martínez, del fruto del trabajo conjunto, se logró identificar tres tramos, con importante acumulación de sedimentos, residuos y un crecimiento desmesurado de la vegetación. Las tareas a corto plazo para mitigar los efectos de eventuales inundaciones consistieron en trabajar en tres tramos con retroexcavadoras. Uno de los tramos es Paso Carrasco, entre las calles Isidoro de María y Agostini, donde ayer se encontraron ambos intendentes para ver cómo la retroexcavadora había limpiado el lugar donde se unen las aguas del canal Manga y el canal Toledo con el arroyo Carrasco. “Hace más de un mes que hay máquinas trabajando y despejando todo para el ensanchamiento [de la ribera]. Antes sólo se veía una montaña de basura flotando” donde ahora se ve agua, explicó Martínez. “Desde el punto de vista hidráulico, al existir obstáculos cambia la deposición de las arenas y se generan alteraciones en el propio curso del arroyo. La idea es limpiar y devolverle su curso natural”, agregó.

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