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Macarena Gelman. Foto: Nicolás Celaya (archivo, junio de 2014)

Cosas jodidas

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Macarena Gelman y Julio César Barboza declararon en el juicio por el Plan Cóndor en Roma.

María Macarena Gelman García Iruretagoyena se sentó en el banco de los testigos a las 10.50 de ayer, 21 de abril. Su testimonio en el juicio sobre el Plan Cóndor, que empezó en Roma en febrero de 2015, se concentró en contar la historia de sus padres y aclarar las circunstancias de su hallazgo. En ese camino doloroso de reconstrucción tuvo la posibilidad de referirse a hechos más generales, que le permitieron recuperar una parte del mundo que había estado oculta hasta sus 23 años.

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Sus padres -estudiantes, trabajadores, militantes-, Marcelo Ariel Gelman, de 20 años, y María Claudia García Iruretagoyena, de 19, se encuentran entre las víctimas de Automotores Orletti, en Argentina. El cuerpo de Marcelo fue encontrado en 1989 en un tanque de 200 litros relleno de cemento y arena, junto con otros ocho cuerpos; María Claudia permanece desaparecida desde la última vez que fue vista, en la Casona del Servicio de Inteligencia de la Defensa (SID), en Bulevar Artigas esquina Palmar, por Julio César Barboza, un ya lejano 22 de diciembre de 1976. El soldado Barboza, otro testigo del día de ayer, dijo haberse encontrado con esa muchacha muy joven en dos ocasiones: “Yo era un administrativo, pero cuando tenía faltas me tocaba hacer guardias en la cárcel de Bulevar y Palmar. Me acuerdo de que durante un tiempo había una muchacha embarazada y dos niños en el piso superior. Los niños eran una varón y una nena, el varón de tres años y la nena de poco más de uno. El niño me dijo que se llamaba Anatole y su hermanita se llamaba Victoria. Para mí fue aterrador ver niños en ese lugar. La mujer embarazada era una persona muy joven. Volví a verla cerca de fin de año, cuando ya había nacido su bebé, que estaba en una canastita. Esa noche, el teniente coronel [Juan Antonio] Rodríguez Buratti y el capitán Ricardo Arab se la llevaron; me acuerdo de que Arab me dijo: “A veces hay que hacer cosas jodidas”. “Con el correr del tiempo, supe que ese bebé era Macarena Gelman y que la muchacha era su mamá, que permanece desaparecida”. Barboza, que trabajó en el SID entre febrero de 1976 y agosto de 1977 haciendo tareas de oficina, fue un testigo clave por la lucidez y prolijidad de su testimonio: reconstruyó el trabajo que se hacía en el SID y relató las funciones de cada uno de los cinco departamentos, enumerando los nombres de los responsables e insistiendo en los encargados del departamento 3 (Planes-Operaciones-Enlaces), donde él mismo trabajaba: José Nino Gavazzo, Gilberto Vázquez, José Ricardo Arab, Luis Alfredo Maurente. Otras personas a las que se veía con frecuencia en el SID eran Ernesto Soca, Ricardo Medina, Ernesto Rama, José Sande Lima y Pedro Antonio Mato Narbondo; muchos de ellos, según Barboza, viajaban a menudo a Buenos Aires para coordinar acciones represivas. Todos estos nombres figuran en el juicio en curso como acusados. “Gavazzo era el segundo en la línea de mando, aunque era el que tomaba decisiones”, dijo Barboza en su declaración. Y continuó: “Luego fue jefe del departamento. Tenían números de identificación para comunicarse por radio; números de tres cifras que empezaban con 3. Por ejemplo, 301 era el jefe, y se seguía así en orden descendente. Yo era un administrativo, pero en el departamento 3 el resto del personal de tropa actuaba en la calle. Hacían seguimientos, vigilancias, detenciones. Durante el período en el que estuve se persiguió mucho al Partido por la Victoria del Pueblo [PVP]. Yo no participaba en el área operativa, pero por lo que me tocó ver cuando tuve que hacer la guardia, me di cuenta de muchas cosas. Conocí tres cárceles clandestinas en Montevideo. La primera era un chalet en la rambla de Punta Gorda; allí vi llegar de noche un camión con gente detenida en Buenos Aires. Eso fue en mayo o junio de 1976. Eran militantes del PVP; en el grupo estaban Sara Méndez, Sergio López Burgos, Eduardo Dean, Margarita Michelini y otros. Todos estaban vendados y maniatados y no sabían quiénes los tenían detenidos. La segunda cárcel [que vi] fue en el local que antes era usado como sede oficial del SID, en Bulevar Artigas y Palmar. En el momento final de mi permanencia en el SID había sido adquirido otro local, en Millán y Loreto Gomensoro”.

Macarena Gelman, por su parte, contó las gestiones que hizo su abuelo Juan Gelman y de cómo este supo, por Eduardo Ruffo (de la Secretaría de Inteligencia del Estado -SIDE- de Argentina), que su nuera había sido trasladada a Montevideo. A raíz de esa información comenzó una campaña en Uruguay, con la que consiguió que una pareja de vecinos de los Touriño (padres adoptivos de Macarena) contara que entre diciembre de 1976 y enero de 1978, en el umbral de la casa del matrimonio Touriño había aparecido una canasta con una beba. En poco tiempo, se hizo la prueba de ADN y Macarena recuperó su identidad. “En la investigación que hizo mi abuelo se encuentran los nombres de las personas que me llevaron a casa de los Touriño: uno es Ricardo Medina; no hay certeza sobre la segunda persona, que puede ser el Pajarito Silveira o Ricardo Arab”, dijo la diputada frenteamplista.

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