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Rodolfo Nin Novoa y María Solange Moreira Díaz durante la presentación del sello aniversario de los 25 años del tratado de Asunción / Foto: Pablo Vignali

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Entre quejas de legisladores opositores de Venezuela y Brasil, se celebraron ayer los 25 años del Mercosur.

Los 25 años del Mercosur se celebraron ayer en el edificio homónimo, con una ceremonia un poco menos protocolar que de costumbre. Los legisladores de la oposición en Venezuela levantaron carteles pidiendo “libertad para los presos políticos” de su país; los parlamentarios brasileños del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), otrora aliado de la presidenta Dilma Rousseff y actual impulsor del impeachment, se retiraron en masa, en protesta por el lugar que les habían asignado para sentarse, mientras que el presidente Tabaré Vázquez intentaba lograr que se quedaran. Mientras tanto, los cancilleres -y en algunos casos, vicecancilleres- de los países del Mercosur hicieron un balance de los logros y déficits del bloque.

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La presencia de jerarcas de los gobiernos de la región en medio de la compleja situación institucional de Brasil hacía pensar, a priori, que este sería uno de los temas a abordar. Pero el único que mencionó el asunto en su discurso fue el canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa; al término de la sesión, los ministros de los países vecinos y el presidente Vázquez declinaron hablar con la prensa.

“No debería olvidarse que el Mercosur debe ser garante del respeto a las instituciones democráticas, y que la justicia y la legalidad deben estar por encima de posicionamientos políticos”, manifestó Nin. Aseguró que Uruguay, desde la presidencia pro témpore del Mercosur, trabajará “incansablemente defendiendo la democracia”, y expresó su confianza en que “se seguirá el camino adecuado, por el bien del Mercosur y de Brasil”. “Sin democracia no hay nada”, gritó enseguida un parlamentario venezolano opositor, y a continuación nueve legisladores de ese país levantaron carteles con leyendas como “Libertad para los presos políticos venezolanos”, “En Venezuela no hay alimentos y no hay medicinas” y “No al cierre de la Asamblea Nacional”.

La situación de Brasil no volvió a ser mencionada en los discursos, ni siquiera en el del canciller de ese país, Mauro Vieira. Rousseff había solicitado al Mercosur y a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) un seguimiento de la situación en su país. Consultado por la diaria sobre si Uruguay, en ejercicio de la presidencia pro témpore, debería volver a hacer gestiones para emitir un comunicado del Mercosur o incluso solicitar la aplicación de la cláusula democrática del bloque, como reclamaron legisladores del Frente Amplio, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, se limitó a decir que se siente “representado por el comunicado” de la cancillería uruguaya. “No deseo agregar más nada a eso”, señaló.

Al comienzo de la sesión, se sentaron en primera fila los ex presidentes Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle, y los ministros Astori y Eduardo Bonomi (Interior). Vázquez también lo iba a hacer, cuando percibió que algo extraño sucedía en las últimas filas, y se acercó. Los parlamentarios del PMDB de Brasil estaban molestos con el presidente del Parlamento del Mercosur, el ex canciller argentino Jorge Taiana, porque, según ellos, este dispuso que se sentaran en las últimas filas. Vázquez les dijo que se sentaría junto a ellos, y así lo hizo. Los legisladores no llegaron a entender el gesto y de todos modos se retiraron. El resultado: el presidente quedó sentado en las últimas filas junto al diputado frenteamplista Luis Gallo. No faltó quien interpretara que el gesto de Vázquez era un respaldo al gobierno de Brasil. Fue el caso del vicecanciller venezolano, Alexander Yáñez, quien llegó a comparar al presidente uruguayo con Simón Bolívar por el “gesto” que tuvo. “Es un orgullo para América Latina y para Uruguay tener un presidente así”, lo elogió, y despertó aplausos incluso entre los venezolanos opositores, que dejaron a un lado los carteles para aplaudir a Vázquez.

Sin novedad en el bloque

Nin, el canciller paraguayo, Eladio Loizaga, y el vicecanciller argentino, Carlos Foradori, fueron críticos respecto del funcionamiento del Mercosur, si bien todos destacaron la necesidad de profundizar la integración.

“El modelo de integración no puede ser inmutable; hay que adaptarse a la realidad, modificar lo que sea necesario”, manifestó Nin, y llamó a una “fuerte autocrítica”. Sostuvo que en otros momentos, “decisiones políticas” y “vientos proteccionistas frenaron la integración”, y expresó su reconocimiento al actual gobierno argentino encabezado por Mauricio Macri, por su voluntad de superar “disfunciones” en la integración. El vicecanciller argentino señaló que el bloque aún no logró cumplir con los objetivos de reducir las asimetrías y respetar la normativa aprobada, pero enfatizó que su país apuesta a la “integración profunda e irreversible con nuestros vecinos”. El canciller paraguayo remarcó la necesidad de “abrirnos cada vez más al mundo y dar un nuevo impulso a la relación con terceros países” y de superar las restricciones no arancelarias.

El canciller brasileño Mauro Vieira fue el menos crítico con el estado actual del Mercosur. Si bien apuntó que “todo puede y debe ser discutido”, llamó a “no olvidarse” de las conquistas del bloque. “Estamos comprometidos con el fortalecimiento de la unión aduanera y con el esfuerzo de combatir las asimetrías” para tener “un bloque cada vez más eficiente y competitivo”, sostuvo. Por último, aunque señaló que debe haber “pragmatismo y flexibilidad” en la relación del Mercosur con terceros, hizo hincapié en la importancia de negociar en bloque. Lo hizo en momentos en que Uruguay volvió a plantear en ámbitos del Mercosur la posibilidad de que sólo algunos socios o incluso un solo país sean habilitados a negociar con terceros países.

El vicecanciller de Venezuela afirmó que no se puede permitir que el Mercosur “sea utilizado para el cumplimiento de los objetivos del capital transnacional” y, en el mismo sentido que Vieira, remarcó que “avanzar como grupo será la única protección ante la voracidad del capital transnacional”.

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