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Miguel Asqueta y Dardo Curti, durante la presentación de resultados de la encuesta “Opinión de los ciudadanos sobre el impuesto al tabaco”, ayer, en el Palacio Legislativo. Foto: Santiago Mazzarovich

Se hicieron humo

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Desaceleración de aumento en impuestos al tabaco durante el período de Mujica deja ganancia de 30 millones de dólares a las tabacaleras.

Cuando Tabaré Vázquez asumió por primera vez como presidente, en 2005, uno de los objetivos fijos de su gestión era la puesta en marcha del Programa Nacional para el Control del Tabaco, que, mediante un agresivo aumento a los impuestos a los cigarrillos y el tabaco armado, pretendía desestimular su consumo, en especial entre los jóvenes y niños. Sin embargo, el peso de los impuestos en el precio total del producto, que llegó a 78,8% durante la primera administración de Vázquez, decreció en el período de José Mujica, permitiendo que la inflación general se comiera lo ganado.

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Desde marzo de 2010 hasta enero de 2015 el peso de los impuestos en el precio del tabaco fue bajando desde aquel 78,8% hasta 65,4%, y recién con el último aumento, que se produjo en enero de este año, se llegó a alcanzar el porcentaje al que se había llegado al final del primer gobierno de Vázquez.

Un estudio presentado ayer en la antesala de la Cámara de Representantes del Palacio Legislativo por el economista del Centro de Investigaciones para la Epidemia del Tabaquismo (CIET), Dardo Curti, da cuenta de que esta desaceleración en el aumento beneficia únicamente a las tabacaleras. En vez de 60 pesos de impuestos en el precio de cada cajilla de 20 cigarrillos, como deberíamos tener si se hubiera continuado aumentándolos al mismo ritmo que entre 2005 y 2010, hoy el peso de los impuestos equivale a 52 pesos por cajilla. “El gobierno [de Mujica] decidió aumentarlo, pero no lo suficiente, y la inflación terminó superando este aumento, lo que significa una ganancia de 30 millones de dólares para las tabacaleras, que se pierde el gobierno”, explicó Curti, y agregó que “algo similar” ocurre con el tabaco de armar.

El programa iniciado en 2005 produjo una multiplicación por cuatro en la recaudación por impuestos al tabaco, que pasó de 85 millones de dólares en 2004 a 320 en 2010.

La gente lo pide

Otro estudio, presentado ayer por el sociólogo del CIET Diego Rodríguez, recoge el “fuerte” apoyo de la ciudadanía al impuesto al tabaco. Los resultados de una encuesta cara a cara, en una muestra de 700 personas cuya opinión fue relevada entre diciembre del año pasado y enero de este año, muestran un rechazo “muy bajo” al aumento del impuesto al tabaco: tan sólo 15,2% de los entrevistados. Esta proporción decrece aun más (a 6,2%) cuando se introduce la opción de que esos fondos sean destinados a servicios de salud.

Consultados sobre cuánto habría que aumentar el impuesto, los que respondieron 70% ascienden a tres cuartas partes del total de entrevistados.

Si bien se puede decir que el apoyo es “general”, naturalmente es mayor entre los no fumadores y los ex fumadores. De los que nunca fumaron, 90% se muestra de acuerdo con el aumento de los impuestos. Entre los ex fumadores la proporción es de 85% y entre los fumadores de 75%. A su vez, 85% de las personas consideran que las tabacaleras son responsables de los daños ocasionados por los productos del tabaco.

Al preguntársele si se debería imponer un aumento diferencial de impuestos -tal como tiene el tabaco- a otros productos “riesgosos para la salud”, como el alcohol, los alimentos no saludables o las bebidas azucaradas, entre otros, 87% de los encuestados respondió a favor.

En 2004, 32% de los uruguayos fumaba, cifra que bajó a 22% en la actualidad. Se estima que el descenso es producto de la campaña de aumento de impuestos y de concientización respecto de los daños. El éxito es mayor entre los más jóvenes: 15 años atrás, 32% de los jóvenes eran fumadores, mientras que hoy la proporción decreció a 9%.

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