El jueves hubo quienes salieron del perímetro carcelario por un rato para mostrarnos que es necesario confiar en que el ser humano puede aprender a quererse y salir del pozo. En el marco de la actividad Educación en Cárceles, organizada por el Comisionado Parlamentario para el Sistema Carcelario, se presentó en el edificio anexo del Palacio Legislativo la obra de teatro El día después, escrita, dirigida y protagonizada por hombres privados de libertad que actualmente están presos en Punta de Rieles.
“Necesitamos que crean un poquito en nosotros”, dijo el guionista y director de la obra, Adrián Baraldo, después de los aplausos. Pero ya había dicho todo en la puesta en escena. El día después es la historia de un muchacho que sale de la cárcel y se encuentra con una sociedad que “no reconoce sus sueños ni esperanzas” de generar un proyecto de vida sano, sustentable. Que prefiere echarlo antes que darle una mano. “Hay dedos señaladores”, explica el director. Pero el protagonista también -y por suerte- se encuentra con un hombre igual a él, que sabe cómo engulle el sistema, y le ofrece una oportunidad.
El día después fue protagonizada por nueve de los 15 actores que forman parte del taller de teatro de la Usina Cultural de la Unidad de Internación Nº 6, Punta de Rieles, porque la Policía no dejó salir a todos. Los que fueron, llegaron esposados a la sala Acuña de Figueroa y volvieron a ser esposados ahí mismo, en la sala, donde había no menos de 100 personas, para salir.
La obra transcurre en tres escenarios y es acompañada por música en vivo. Baraldo la escribió hace dos años y medio en un calabozo en el Penal de Libertad, pero no pudo presentarla hasta que lo trasladaron. Cuenta que a la semana de llegar a Punta de Rieles mostró el proyecto, y transcurrido un mes se lo aprobaron. El 27 de agosto del año pasado fue representada por primera vez, dentro de la cárcel. El autor reconoció que nunca había imaginado que el primer lugar al que saldría sería el Palacio Legislativo, ni que el arte le abriría la cabeza. “El teatro marcó un antes y un después. Me enseñó a ser mejor persona”, aseguró.
Baraldo manifestó por medio del arte algunos aspectos de la cruda realidad que viven las personas privadas de libertad y liberadas. “Si a mí me tratan como un animal, seguramente sea un animal; si me tratan como una persona, seguramente nazca en mí una persona”, concluyó, tras la presentación.
El día después es el espejo en el que no nos queremos mirar. Nos muestra, sin eufemismos, el bichito que tenemos dentro. Nos recuerda que las principales preocupaciones de los uruguayos son la delincuencia y la seguridad pública, no la educación ni el de- sempleo. Nos refriega en la jeta que exigimos no ser violentados, que no se dañen nuestras propiedades, que se respeten nuestros derechos. Pero no los de todos. El día después revuelve las tripas porque hace explícito el hecho de que no exigimos saber por qué hay quienes tienen más oportunidades de desarrollarse en el delito que en la música. Que no exigimos igualdad de condiciones para deconstruir la miseria. Que exigimos castigo, pero no pedimos entender por qué castigamos.
La importancia del poder decir
La palabra es otra de las cosas que se restringen en el sistema penitenciario. Sin embargo, hay quienes conocen y entienden su valor y la utilizan para mostrar que donde todos ven presos, hay personas que son artistas, estudiantes y trabajadores del pan y del ladrillo. Matices y Estampas es la revista de la Cooperativa de Punta de Rieles y se propone generar un “enlace con la sociedad para dialogar en conjunto en pro de una convivencia pluricultural”. En la edición de junio difundió una convocatoria a todas las personas privadas de libertad para que envíen hasta cinco poemas a zonapoema@gmail.com y participen en la séptima edición del Festival Urbano de Poesía y Diseño, que conmemora el 400º aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, un escritor que pasó varios años recluido en prisión.