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Minería informal en Brasil. / Foto: Agencia Pública (Brasil) s/d de autor

Los mismos abusos

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Garimpeiros: oro, migración y trabajo.

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En la frontera norte de Brasil con Guyana, Surinam y Venezuela se encuentran migrantes a los que se les llama garimpeiros: buscadores de metales y piedras preciosas de la región amazónica. Estos obreros mineros viven en condiciones infrahumanas en los garimpos, trabajan jornadas extensas y están expuestos a diversos tipos de violencia: utilizan químicos como el mercurio y el cianuro para separar el oro, monitores hidráulicos para buscar las vetas, herramientas y métodos en general altamente dañinos para la salud humana y el medioambiente.[1]

Guyana está conformada por descendientes de africanos esclavizados, asiáticos, europeos, indios, indígenas y portugueses. Su población actual es de aproximadamente 750.000 personas distribuidas de forma asimétrica en el territorio: 25% de la superficie concentra a 90% de la población. Es un país de origen, tránsito y destino de migrantes. Actualmente, 56% de su población ha emigrado.

Entre los inmigrantes, los chinos de la primera etapa -inicios del siglo XX- son el primer grupo relevante (al que se suma una segunda oleada, denominada “nuevos chinos”, que llegó en la década del 70 u 80). En las décadas del 60 y 70 se inició y luego fue creciendo la inmigración brasileña, principalmente de garimpeiros motivados por la búsqueda del oro; también la africana, la colombiana y la venezolana que llegaron por la frontera oeste.

Las políticas migratorias vigentes tienen un marcado carácter policíaco mientras que el gobierno promueve una estrategia de estímulo al regreso de profesionales e inversionistas guyaneses mediante subsidios y exoneraciones.

Esta región con dinámica propia se ha extendido a las ciudades capitales de Georgetown (Guyana) y Paramaribo (Surinam). De acuerdo con datos de la Embajada de Brasil en la capital guyanesa, hay entre 20.000 y 30.000 brasileños viviendo en el país; la mayoría, empleados en los garimpos.

Sin protección

Los brasileños muchas veces ingresan al país como turistas y luego se quedan a trabajar, lo que los lleva a una condición administrativa irregular. Caer en esta situación es muy frecuente, debido a la falta de información sobre las características del acceso y la tramitación de documentos. Cuando empiezan a surgir diversas necesidades, como la de servicios de salud, buscan regularizarse. Aquí aparece un nuevo problema: grupos de “gestores” que cobran para facilitar la documentación, pero en realidad estafan a los inmigrantes.

A pesar de la importante presencia de garimpeiros (principalmente del estado brasileño de Roraima) en Guyana, no existe una política migratoria fronteriza en la región denominada Panamazonia, aun cuando existe el Tratado de Cooperación Amazónica, firmado en 1978.

Este flujo existente entre ambos países se ha visto incrementado a partir del desarrollo del primer tramo de la construcción de la carretera Georgetown-Lethem-Bonfim, en 2006, así como por la implementación de modificaciones en las leyes de minería en Guyana (Chapter 65:01 Mining Act, 2005) y Brasil (Ley 7.805, 1989), que regulan los garimpos en sus respectivos territorios.

¿Oro para qué?

En 2005 se cerró en Guyana la posibilidad de minería a gran escala. Ese año, el aporte de la pequeña y mediana minería practicada por brasileños y guyaneses alcanzó 62% del total de las exportaciones de oro. Su alto precio en el mercado internacional, las condiciones climáticas favorables para la minería y el aumento de las inversiones se reconocen como factores relevantes del crecimiento continuo de la explotación a pequeña y mediana escala, lo que representó durante 2008 6,9% del PIB nacional. Existe un crecimiento importante de inversores brasileños en la zona, que ha ido consolidando la industria minera de Brasil en Guyana, pero con pocas oportunidades de trabajo para los guyaneses, algo que refleja el crecimiento del número de brasileños en la zona. Entre las consecuencias más graves de esta industria en la región, se encuentran el incremento en el número de mujeres jóvenes en situación de trata (principalmente brasileñas) y el deterioro ambiental producido por el mercado de la extracción de oro.

En Brasil, a partir de 1990, se prohibió ese tipo de minería, porque, además de ser altamente contaminante, se realizaba de manera clandestina en parques nacionales y reservas indígenas. Paradójicamente, existió un doble lobby sobre el gobierno brasileño: por una parte, el de los organismos y las organizaciones internacionales que pretendían detener el deterioro ambiental y cultural de la región; por otra, el de las grandes empresas mineras, que querían terminar con la extracción a pequeña y mediana escala.

Otras economías, otras explotaciones

La economía de Guyana actualmente se basa en la producción agrícola, principalmente de arroz y azúcar, y en la extracción minera de oro, diamantes, aluminio y bauxita.

En lo que refiere a Surinam, al igual que en las otras Guyanas (británica y francesa), si bien la historia de la colonización estuvo marcada por la inmigración europea, su población es muy diversa y está constituida por cuatro grupos principales: criollos, maroons, indostanos y javaneses. La inmigración más relevante es china, brasileña y, más recientemente, dominicana y haitiana.

Durante la última década, el gobierno ha intentado, mediante reformas legales e institucionales, propiciar la regularización de los inmigrantes chinos y brasileños en el país, pero con pocos resultados. Al mismo tiempo, ha definido nuevos requisitos de ingreso y residencia. La exigencia de un seguro privado de salud, por ejemplo, actúa como elemento desmotivante. En cuanto a los derechos políticos, los extranjeros no pueden votar en las elecciones nacionales y no existen políticas de integración, y el idioma holandés representa una traba más.

Al igual que en Guyana, la inmigración brasileña a Surinam comenzó entre las décadas del 80 y 90, cuando Brasil hizo más rígidas la legislación y las condiciones para extraer oro en su territorio, lo que produjo serias dificultades para trabajar en la extracción artesanal. Muchos garimpeiros buscaron alternativas de supervivencia en Surinam.

A su vez, los maroons (descendientes de africanos esclavizados, y que hoy son 11% de la población nacional) practican desde siempre la extracción de oro, pero de forma muy artesanal y esporádica, y únicamente para atender necesidades básicas. Entre 1986 y 1992, Surinam experimentó una guerra civil que confrontó a los maroons con el gobierno militar de Paramaribo. Aislados de la infraestructura económica urbana, el oro se volvió la moneda de cambio por excelencia para adquirir comida, suministros y armas desde la Guyana Francesa. En aquel período, los maroons necesitaban extraer más oro, y la fuerza de trabajo y las técnicas de extracción de los brasileños les fueron muy útiles.

El ahora

Fue a partir del fin de la guerra civil[2] y la firma del acuerdo de paz que los garimpeiros brasileños empezaron a llegar en mayor cantidad. Entre 1995 y 2003 hubo un crecimiento muy grande de la cantidad de brasileños -unos 40.000-, que trabajaban en Surinam en este rubro o en alguno relacionado con el garimpo.

La mayor parte de la extracción de oro en Surinam es realizada a pequeña escala por garimpeiros y maroons. Existe un grupo de extractores a gran escala que trabajan con máquinas retroexcavadoras. Si bien el gobierno ha reglamentado las áreas de explotación, las reglas se cumplen parcialmente.

La informalidad de estos trabajadores motivó que en 2008 el Ministerio de Justicia y Policía de Surinam iniciara la operación Clean Sweep, para terminar con las irregularidades en los garimpos. La operación contempló las irregularidades en la extracción de oro y madera y en las referentes al tráfico de drogas y armas, pero nada en cuanto a la situación de los trabajadores. Benzdorp, que era el garimpo más grande de Surinam, fue cerrado. Tanto maroons como brasileños criticaron la falta de diálogo con las autoridades para implementar estas acciones.

En la actualidad, las tierras de los garimpos están asignadas a concesionarios (surinameses por ley), que en la mayoría de los casos no las explotan directamente, sino que hacen una nueva concesión, muchas veces informal, a garimpeiros, que pagan una tasa aproximada de 10% de la producción.

En el caso de Surinam, el garimpo también es una actividad económica importante: la producción de oro a pequeña escala ocupa 17% del total de las exportaciones. Aproximadamente 85% de la renta producida en los garimpos permanece en Surinam. No es una actividad ilegal, pero se practica informalmente, con las consecuencias negativas que ello trae para los inmigrantes.

Las personas migrantes se convierten en un objetivo fácil para las redes criminales y para todo tipo de abusos. Los garimpeiros no son la excepción.

  1. Los casos comentados a continuación tienen como fuente: Gainza, Patricia P y Camila Baraldi (2013), Políticas migratorias e integración en América del Sur. Realidad del acceso a derechos políticos, económicos, sociales y culturales de las personas migrantes, Centro de Direitos Humanos e Cidadania do Imigrante.

  2. La guerra civil terminó en 1992 con la firma de un acuerdo de paz entre el gobierno y las diferentes organizaciones guerrilleras, como el Movimiento de Liberación Mandela, el Comando de la Jungla y el Movimiento de los Indígenas Amazónicos Tunayana. A partir de esto se aprobó un Acuerdo para la Reconciliación y el Desarrollo Nacional, que reconoce la necesidad de demarcar las tierras pertenecientes a las comunidades indígenas.

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