Para formar parte de la cámara no hace falta dedicarse exclusivamente a proveer de productos o servicios a la comunidad LGBTI, sino que basta simplemente con ser una empresa u organización -de cualquier sector- comprometida con la diversidad, tanto en sus políticas como en sus acciones, y con sus clientes, así como con sus empleados. “Lo más importante es que la empresa tenga valores inclusivos”, opinó el presidente de la Cámara de Comercio y Negocios LGTB de Uruguay.
Creada en setiembre de 2015 con el apoyo del Ministerio de Turismo y del Instituto de Promoción de Inversiones y Exportaciones, Uruguay XXI, la Cámara Nacional de Comercio y Servicios nació con la idea de “fomentar el networking y también la internacionalización” de los productos y servicios de las empresas socias, al tiempo de brindar instrumentos empresariales para el “desarrollo económico y social de la comunidad LGBT”.
Al día de hoy hay 32 empresas afiliadas, la mayoría dedicadas al turismo y el alojamiento, aunque también se encuentran la productora de cerveza Chela Brandon, la tienda Boutique Erótica, el servicio de acompañamiento a personas enfermas Acompaña, el restaurante Francis, la radio Bulo FM, el buffet de abogados Legal 24, la empresa de servicios web PRO, el instituto de inglés London, el consultorio odontológico Del Este y la aerolínea American Airlines.
El costo de excluir
Estimaciones de la cámara indican que la comunidad LGTBI en Uruguay asciende a 300.000 personas, que suman tres millones de dólares de aporte al PBI y cuentan con un poder adquisitivo estimado de siete millones de dólares. También se estima que una persona de la comunidad LGBTI dedica, en promedio, la mitad de su consumo a sí misma; en particular, hasta 60% más que personas heterosexuales en gastronomía, 40% más en hoteles y 10% más en viajes aéreos.
Aun así, el mayor desafío que enfrenta la Cámara es la convocatoria a las empresas. “Nosotros entendemos que hay una oportunidad, en el sentido de que es mucho más costosa la exclusión que la inclusión -así nos lo dicen otras cámaras colegas-, y que, además, cuando no sólo se contempla a los mercados y clientes sino también a los recursos humanos, en un ambiente de mayor libertad y respeto, la productividad en general es mucho mayor”, afirmó Irioldi. Sin embargo, el empresariado local no parece tener la misma percepción: “Por un lado, hay mucho miedo -a exponerse, a qué dirá el mercado-, aunque también hay mucho interés e involucramiento”.
Por su parte, el director de la Cámara de Comercio Gay y Lésbico de Estados Unidos (NGLCC, por su sigla en inglés), que nuclea a 44 cámaras en todo el país, Michael Castellano, consideró que la importancia de contar con una organización como la NGLCC está en “asegurar los derechos económicos -además de los sociales y políticos- a la comunidad LGTBI”. “Creo que hay una paradoja: si bien nuestra comunidad tiene mucho poder, también hay una brecha importante en el desarrollo económico, que debemos atender. Formar parte de la comunidad LGTBI puede llevarte a un círculo de pobreza, informalidad, exclusión de servicios financieros y del mercado laboral, y la importancia está en poder ampararnos”, afirmó.
Observando la realidad
Además de seguir construyendo institucionalidad, la cámara tiene varios proyectos en la mira. La construcción del primer Observatorio de Mercado LGTB es uno de ellos, junto a la construcción de un catálogo de Proveedores Diversos para Uruguay, una iniciativa de la NGLCC que busca “poner en contacto a las multinacionales con integrantes de la cámara, que en general está compuesta por pequeños proveedores”.
También planean implementar programas de empleo diverso, el lanzamiento de una bolsa de empleo para la comunidad, que sirva de concentración de la oferta para que las empresas puedan buscar allí sus recursos, presentaciones en departamentos del interior del país, y la concreción del “salto a Europa”, como oportunidad de internacionalización de las empresas involucradas.
El Observatorio surge como una iniciativa conjunta de la Cámara y las agencias de Desarrollo y de Innovación e Investigación y el Centro Universitario de la Región Este, para estudiar ese mercado con el fin de generar insumos para las empresas, las instituciones públicas y la academia.
El observatorio apunta a analizar los hábitos de consumo de la comunidad LGBTI, pero también la oferta que existe en el país para ese sector. “Tenemos algunas ideas ya: es una comunidad que le es muy fiel a las empresas, y a las marcas, sobre todo, que nos respetan y atienden. Pero también queremos saber cómo es la comunidad LGTBI en Uruguay, y también los miembros de la comunidad que nos visitan. Saber cómo estamos atendiéndola, qué cosas hacemos bien y qué cosas mal”, afirmó Irioldi.
También servirá para dar cuenta de las fragilidades dentro de la comunidad. En opinión de Irioldi, el sector de los trans es “de los más vulnerables”, pero también habría que atender a la comunidad LGTBI en el interior del país, el sector de las lesbianas -que representa un gran rezago respecto del de los gays- y la comunidad bisexual, que “es prácticamente invisible”.
Durante este año se llevará a cabo la instalación del Observatorio, y el que viene, una primera encuesta de carácter nacional.