El miércoles murió Horacio Rodríguez Wilkinson, de 35 años, en el tercer piso del Penal de Libertad. “Estaba bajando al patio y lo mataron con un corte”, confirmó a la diaria el director del Instituto Nacional de Rehabilitación, Crisoldo Caraballo. Esta es la tercera muerte a raíz de un hecho violento en lo que va del año en el Penal de Libertad, donde hay 1.200 personas recluidas, y la séptima en el sistema carcelario; las otras cuatro sucedieron en la Unidad de Internación de Personas Privadas de Libertad Nº 1 Santiago Vázquez, ex Complejo Carcelario, donde están recluidas cerca de 3.600 personas, aproximadamente 30% de la población carcelaria del país.
Caraballo dijo que la muerte se produjo a raíz de un “conflicto de convivencia” entre reclusos, y que el homicida ya está identificado. La jueza penal de Libertad, San José, Marcela López, será la encargada de determinar las responsabilidades del caso. Respecto del alto grado de violencia interna y conflictividad en todo el sistema penitenciario, Caraballo explicó que “hay circunstancias en que la sociedad es violenta, y eso repercute en la privación de libertad”. Agregó que las causas son “muchas” y que algunas muertes se pueden evitar con “trabajo de inteligencia”, como, por ejemplo, “detectar disputas que vengan desde afuera”, pero otras no, como ocurrió en este caso.
A su vez, en referencia al personal penitenciario y su influencia en la convivencia, sostuvo: “Cuando empiezas a cambiar una lógica custodial, los cambios también llegan a los privados de libertad. Es difícil, se trabaja para que haya más actividades, pero se generan conflictos [...]. Debe haber otro preparativo de los guardias; prever la situación de salida a los patios, recreos, implica otra movilidad respecto a la custodia”. Por otro lado, el comisionado parlamentario para el Sistema Penitenciario, Juan Miguel Petit, sostuvo que allí no se generan “proyectos de vida”, “sólo violencia”, y por ello desde ese organismo van a “pelear” para “mostrar la falta total de perspectivas [de los reclusos], el nudo de violencia apiñada” y para reducir la conflictividad. En ese sentido, informó que la semana pasada comenzaron a trabajar en el penal: “nos va a llevar un tiempo y no será fácil [...], pero hay que creer” que se puede generar un cambio.