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Javier Miranda. Foto: Pablo Vignali

Denominador común

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Una charla con Javier Miranda, el ganador de las internas y nuevo presidente del Frente Amplio.

Con cerca de un tercio de los votos de las internas del Frente Amplio (FA), Javier Miranda se convirtió en la autoridad máxima de la fuerza política de gobierno y asumirá su nuevo cargo el 10 de setiembre. Para ello, renunciará a la Secretaría de Derechos Humanos de Presidencia. Pero aunque su nueva posición le exige una dedicación completa, no tiene pensado dejar de hacer otras actividades cotidianas, como llevar a su hijo a la escuela. El nuevo presidente del FA cree que la fuerza política ha dejado de ser el “partido de los comunes” y que tiene dificultades no menores en sus mecanismos de comunicación y participación. En diálogo con la diaria, Miranda evaluó los resultados de la campaña, realizó un diagnóstico sobre la situación del FA y adelantó que le gustaría asumir en el interior del país y transparentar la estructura interna de la fuerza política.

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¿Por qué creés que fuiste el más votado?

-Todavía quiero ver números, pero más que la campaña, creo que lo que la gente termina votando, en el caso de la presidencia, es la idea de lo que uno es y puede representar. Pienso que termino ganando por la apuesta a una figura que representa independencia respecto de los sectores. Seguramente no sea el único motivo, pero creo que es el fundamental.

¿Cómo analizás los resultados de la cantidad de participantes? Hubo 75.000 votantes menos que en 2012.

-Estamos más cerca del alivio que de la alegría. No se me escapa que una votación de casi 100.000 personas en una elección involuntaria de un partido no es poca cosa. También estoy convencido de que hubo una fuerte apuesta de los partidos de oposición a que la votación fuera muy mala, para que no se pasara de los 50.000 votos, y creo que incluso dentro del FA había algunas apuestas en ese sentido. En ese aspecto la votación es buena, pero no se me escapa que hay una baja enorme con respecto a 2012. No da para decir que es fantástico ni cosas por el estilo. Preocupa y debe ser objeto de una reflexión en base a los datos que uno tenga de la propia elección.

¿Qué lectura hacés de los votos en blanco?

-No me preocupa demasiado. ¿Cuál fue la votación en blanco de 2012? No es inferior. No hay más votos en blanco en 2012 que hoy. ¿Cómo están compuestos esos votos en blanco? ¿Cuáles son las causas? Todo eso está fuera del análisis. La oposición quiere leer el voto en blanco como un no respaldo al FA, pero es un respaldo al FA, porque fueron a votar, incluso los que votaron en blanco fueron a respaldar al FA en votos.

¿Cuáles van a ser tus primeras medidas como presidente del FA?

-Hay algunos hechos que me gustaría marcar fuerte. Uno es prestar una gran atención al interior del país. Quiero ir a cada departamento de nuevo, a agradecer y conversar. Me gustaría asumir en el interior del país. Todavía no tengo pensado dónde, pero me gustaría que el FA tuviera el gesto simbólico, que creo que es importante, porque la simbología también constituye política, de que todas las autoridades del FA asuman en el interior. Lo otro que me gustaría es (aunque nos va a llevar un tiempo) transparentar todo el sistema financiero del FA: sus ingresos, cargos, etcétera. Poner todo eso en la página web, como un gesto de transparencia muy importante. La ética y la transparencia son temas absolutamente centrales en la política de hoy.

En algún momento dijiste que el FA tenía que volver a ser el “partido de los comunes”. ¿Actualmente no lo es?

-No. Le están faltando cosas básicas como estar cerca de la gente. Las pruebas están en las pérdidas de votos. En la campaña se vio además que la gente, incluso los frenteamplistas, nos pedían que estuviéramos más cerca, que los visitáramos, que habláramos con ellos, que escucháramos y que los invitáramos a opinar. También hay otro tema sobre ser el partido de los comunes: si vos tenés que abandonar toda tu vida para la política y lo único que podés hacer es esto, y entonces no tenés vida de familia, no te tomás un ómnibus y no vas a la feria, se generan dos problemas. Uno es la distancia que tenés con la gente común. No sabés qué pasa: vos tenés que saber cuánto sale un kilo de naranjas y que los morrones están carísimos. ¿Por qué? Porque si vos te despegas de lo que la gente siente, ¿qué podés construir o ayudar a construir? El otro es que si además la política es una especie de sacerdocio por el que tenés que renunciar a la vida, entonces sólo puede ser conductor político aquel que esté dispuesto a renunciar a todo, y entonces se conforma una oligarquía, un grupo pequeñísimo. Eso pasa ahora con el FA y con todos los partidos políticos.

¿Crees que en el FA se confunde a “la gente” con los movimientos sociales?

-A veces sí. Es más, cuando se habla de la sociedad se suele hablar de las organizaciones sociales y no de la sociedad, y son cosas distintas. Esto no quiere decir que haya que ignorar a las organizaciones sociales; hay que tener un diálogo profundo y permanente con ellas, y fomentarlas. Pero la organización no es la representación de la gente. Hay que diferenciar el partido del gobierno y también de las organizaciones sociales. Son tres cosas distintas; se interrelacionan y son fundamentales, pero son cosas distintas. No quiero un FA que le diga “amen a todo el gobierno”: tiene que cumplir una función crítica, pública y también privada, de articulación y diálogo con el gobierno. Pero tampoco tiene que ser la oposición. Y lo mismo pasa con las organizaciones sociales. Tampoco estoy de acuerdo con que el FA sea un transmisor mecánico de algunas organizaciones sociales. Sí hay que dialogar con ellas, prestarles muchísima atención, recoger su punto de vista y hacer síntesis.

¿Por qué creés que se está deteriorando esta relación entre el presidente y la bancada?

-Sería aventurado responder esto, aunque creo que ahí hay temas de funcionamiento del gobierno y también de conducción de la fuerza política. Hay un problema: lo que acaba de pasar en el último tramo de la Rendición de Cuentas está reflejando que se está jugando mucho más a perfiles que a la unidad política. Están faltando discusión y síntesis política.

Has dicho que la fuerza política tiene que ser crítica, pero no una oposición. ¿Hoy en día se está haciendo más oposición que crítica?

-A veces parece que somos la oposición. A veces somos gobierno y oposición simultáneamente, y eso es un problema, como también lo son los perfilismos. Lo que se necesita es discusión política, y el FA está discutiendo poco sobre política. Esto no exonera al gobierno de las dificultades que tiene con la fuerza política, que también las tiene. Hay una necesidad de diálogo institucional entre el gobierno y el partido político, y el gobierno no es sólo el Ejecutivo, porque gobierna el Ejecutivo pero también el Legislativo, que debe tener mecanismos institucionales de discusión y de intercambio político. Eso es lo que está fallando.

¿Vas a proponer alguna institucionalidad formal para esto?

-En el caso del Poder Legislativo hay mecanismos institucionales establecidos, eso no nos genera mayor problema. Y en el caso del Ejecutivo, me gustaría tener algún tipo de vocero, o de interrelación o link directo con el gobierno. Presidencia del FA o conducción del FA y Poder Ejecutivo. Lo voy a buscar.

¿Cómo te cayó la propuesta de eliminar exoneraciones impositivas a las empresas que realizan donaciones a universidades privadas?

-Muy mal me pareció. Por extemporánea, no por el contenido. ¿A santo de qué viene esto a esta hora? ¿En este minuto? ¿Por qué? Yo quiero discutirlo y creo que vale la pena. Ahora, ¿era el momento de discutirlo a tres días de la Rendición de Cuentas y cuando tengo una complejidad por cuatro legisladores que no están acompañando el proyecto acordado con la bancada? Estoy dispuesto a discutir las cosas, pero en los ámbitos y en los momentos en que hay que discutirlos, no cuando se me ocurra.

En la campaña hablaste mucho de las nuevas formas de participación, y recuerdo que en la campaña anterior también se hablaba de estos mismos temas y quedó medio ahí...

-Eso es uno de los debes que nos quedó del período de Mónica. Tenemos que hacer una apuesta enorme. Es necesario que nos aggiornemos en términos de participación, y no tengo duda de que los temas de participación pasan, en buena medida, por las tecnologías de la comunicación. Allí, una de las cosas fundamentales es fortalecer todo lo que tenga que ver con la comunicación del FA. El problema de comunicación es un problema de participación. Voy a seguir defendiendo el comité de base. Me parece una instancia de participación fundamental, incluso en términos fundacionales. Pero no es la única forma de participación. Tenemos que multiplicar las formas de participación. Estoy muy preocupado por la comunicación con la juventud. Es un tema central para la política en general y para el FA especialmente.

¿Tenés pensado impulsar una reforma de los estatutos?

-No me preocupa demasiado. El estatuto es reformable, contra lo que se ha sostenido. Poner la prioridad en la reforma del estatuto es poner la carreta delante de los bueyes. Necesitamos modificaciones que se pueden hacer dentro de los estatutos. Probablemente, si uno se mete en la reforma de los estatutos, se va a meter en una discusión que en realidad traba los cambios. Con estas normas se puede a avanzar mucho. Avancemos todo lo que podamos, y si vemos que no podemos, reformamos a los estatutos.

¿Qué te parece la idea de impulsar una reforma constitucional y hacerlo mediante una reforma constituyente?

-Sobre la reforma constitucional: por supuesto que hay que cambiarla. La Constitución que tenemos es básicamente de 1966, y ni siquiera fue de consenso. Y además, pasaron 50 años. Cambió mucho el mundo en esos años. ¿Eso quiere decir que hay que hacer una reforma constitucional mañana? No. Eso quiere decir que el FA tiene que poner el tema a discusión con los partidos de oposición, con las organizaciones sociales y con la sociedad. ¿Cuánto tiempo lleva esta discusión? No es lo que me preocupa. Vale la pena, y el FA debe hacerlo. Si es en este período, fenómeno, y si no, quedará para el próximo. La Constitución no es la carta de un partido político. No es la ley superior a las demás leyes, es el pacto fundacional de la República. Y el tema del mecanismo es el menor. Es poner la carreta delante de los bueyes si no vamos a una discusión social sobre cuál es el contenido dentro de la reforma.

¿Te preocuparía que Danilo Astori o José Mujica fueran candidatos en 2019?

-No me preocuparía. Pero me gustaría que hubiera candidatos más jóvenes.

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